miércoles, 23 de abril de 2014

abril 23, 2014

Para poder recibir un consejo correctamente, hay que estar preparado (predispuesto, animado). Y para estar preparado para recibir un consejo, hay que necesitarlo. Luego, para recibir un consejo hay que necesitarlo.


Los consejos que se emiten sin ser solicitados o necesitados en general sólo le sirven al emisor (para sentirse superior al receptor). En mi caso, si soy el receptor, más que servirme me irritan un poco. Las frases que empiezan con “lo que vos tenés que hacer es…”, “y por qué no…?”, “no deberías…?”, salvo que sean emitidas por alguien a quien respeto mucho (o, como advertirán por lo expresado anteriormente, por alguien a quien se lo haya solicitado), en general me dan un poco de gracia (o me causan un poco de rechazo).

Por mí, guardate los consejos en el bolsillo. De esos que tienen cierre. Capaz algún día te los pido.