miércoles, 14 de agosto de 2013

agosto 14, 2013
Historias de reportero | Carlos Loret de Mola Álvarez | 14-VIII-13

En español, la propuesta gubernamental de reforma energética implica privatizaciones. La Real Academia Española en su Diccionario de la Lengua define el término “privatizar” como “transferir una empresa o actividad pública al sector privado”.

Este lunes el presidente Enrique Peña Nieto presentó la iniciativa para que empresas privadas nacionales y extranjeras puedan realizar actividades antes exclusivas del Estado en el negocio de la energía. Por tanto, la reforma es privatizadora.

Sin embargo, el Presidente y todos sus voceros rechazan que se trate de una privatización. En buena parte será porque en la política mexicana —donde suelen tomarse licencias extralingüísticas con notable frecuencia— el término está asociado justa e históricamente a corrupción y robo, a quitarle a los muchos para darle a unos cuantos.




Y eso genera irritación social que los opositores a la reforma están listos para capitalizar electoralmente. Están en todo su derecho.

Arranca, pues, el duelo de “venciditas” entre Enrique Peña Nieto, el principal impulsor de la reforma, y Andrés Manuel López Obrador, su más importante detractor.

El presidente Peña parece tener de su lado al PAN y al empresariado, que incluso quieren una ley más privatizadora.

A López Obrador puede sumarse la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación porque la discusión de la ley reglamentaria de la reforma educativa (a la que se oponen férreamente) coincide en tiempos legislativos con el debate energético.

El plan del gobierno es que para septiembre se apruebe la reforma energética con sus cambios constitucionales, en octubre recorra los congresos estatales para su ratificación y en noviembre salga la ley reglamentaria.

Pero en este camino, no sólo coincidirá con el debate de la ley educativa que puede encender las calles, sino también con la reforma político-electoral, donde los moderados de la izquierda tienen mucho interés. Quizá su comportamiento en la energética dependa de cómo les vaya en la electoral. De saque, estos moderados (la dirigencia nacional del PRD y notablemente Cuauhtémoc Cárdenas) parecen estar dispuestos a dar el debate sin llamar a la revuelta.

El presidente Enrique Peña se juega mucho, muchísimo en esta reforma. Porque si no le sale, adiós al Mexico-moment, a todas esas expectativas que ha levantado su arranque y en una de esas sólo quedará administrar los próximos cinco años.

SACIAMORBOS

“Si bien hay interés por parte de particulares, el petróleo debe seguir siendo un buen negocio en beneficio de los mexicanos, claro está que bien administrado y explotado con racionalidad. Pero tampoco deberíamos descartar que inversionistas nacionales, mediante mecanismos transparentes de asociación entre el sector público y el privado, participen en la expansión y modernización del sector energético o actividades relacionadas, siempre y cuando lo permitan las normas constitucionales”. Andrés Manuel López Obrador. Un proyecto alternativo de nación. Editorial Grijalbo. 2004. Página 42.

0 comentarios:

Publicar un comentario