miércoles, 14 de agosto de 2013

agosto 14, 2013
Pedro Echeverría V.

1. Todos los gobiernos –aunque no lo digan- se sienten dictadores o quisieran que todas sus órdenes se obedezcan; pero cada gobierno de manera automática o con inteligencia siempre mide la correlación de fuerzas. Si el pueblo está dormido y los empresarios muy despiertos, gobierna a favor de éstos; si por el contrario los empresarios (que nunca duermen) no dejan de presionarlo, pero el pueblo está organizado y luchando en las calles, aunque el gobierno no quiera hacerles caso, tiene que escucharlos. Pero si el pueblo -que es el 90 por ciento de la población- estuviera unido y expresara siempre su fuerza, ningún gobernante podría desobedecerlo y haría lo que el pueblo mande. Es lo que necesitamos en México: una gran fuerza unida y coordinada que con sólo unas cuantas palabras obligue a cualquier gobierno a obedecer, de lo contrario paralizaría al país.

2. Y no es que simplemente cambiemos la tiranía de los empresarios o de los opresores con “la tiranía de los trabajadores”, como algún personaje dijo o escribió hace casi un siglo; los trabajadores no son tiranos porque representan el 90 por ciento de la población, son los creadores de la riqueza, serán vigilados y estarán al servicio de un sistema social colectivista. Por ello la batalla más importante tendrá que ser el cambio radical del sistema económico y social porque si no fuera así entonces cualquier funcionario –aunque fuera obrero, campesino, humilde, “socialista”, “libertario”- para permanecer en su cargo tendría que corromperse. Y esto no es teoría, es la práctica política de siglos en México. No es un problema de personas sino de sistema; no es de honradez o buena voluntad, sino de organización social que garantice el servicio a la comunidad.

3. El día que la Coordinadora (CNTE) sea apoyada por todos los maestros del país no habrá gobierno alguno que no la consulte o que la haga a un lado para sus determinaciones en educación. Todos lo gobiernos deben “gobernar obedeciendo”, es decir, sólo deben estar al servicio de las comunidades o colectivos; pero dado que hay dispersión, desinformación, falta de conciencia unitaria, los gobiernos hacen lo que les da la gana. Los dirigentes de trabajadores no tienen necesidad de ocupar cargos de gobierno, sindicales o de elección; basta con fuertes movimientos de masa y la consolidación de una gran fuerza para que los gobiernos sean simples administradores al servicio de las comunidades. Parece que en ello radica aquella tesis: “Cambiar el mundo sin tomar el poder”.

4. Para el secretario de Educación Emilio Chuayffet la evaluación ya no es el examen unilateral, a raja tabla “quieran o no quieran los maestros”, aquella imposición brutal. Ante la grandes movilizaciones y plantones, ahora declara que “la evaluación toma en cuenta las prácticas efectuadas en esta materia (educativa) en los últimos años, recoge opiniones de maestros, expertos y representantes de la sociedad, y favorece una cultura que permite apreciar el valor que la evaluación aporta para que el ingreso, la promoción, el reconocimiento y la permanencia en el servicio tengan como base los principios de legalidad, certeza, imparcialidad, objetividad, profesionalismo y transparencia”. Espero que los maestros aprendan que además de tener la razón debemos contar con toda la fuerza.

5. Luego Chuayffet, después de terribles amenazas de correrlos del trabajo si no presentaban y aprobaban la evaluación mediante un examen, ha declarado forzado por la pregunta de la periodista Laura Poy: “En relación a la permanencia no hay necesidad de un transitorio, está protegida en la Ley del Servicio Profesional, de tal manera que la permanencia no tiene mayor problema para los maestros que ya tienen ese derecho adquirido, y en modo alguno debe verse la evaluación, que yo creo que hay que empezarle a cambiar el nombre, no es una evaluación, es un proceso de evaluación, son muchos factores los que se van a tomar en cuenta, no es un examen al maestro, es una valoración hasta de la infraestructura física en la que un docente desempeña su labor.

6. Pero obviamente no es sólo Chuayffet quien da pasos atrás frente a las movilizaciones; también Peña Nieto y el “Pacto por México o contra México” serán derrotados si se levanta una gran fuerza que no solo se reúna un día en el zócalo, sino por lo menos 10 días tomando calles, carreteras, embajadas, bancos y televisoras. La clase dominante mandará al ejército y a la armada para impedir las movilizaciones, pero está presente la prensa internacional que no se deja silenciar. Si la privatización del petróleo y la electricidad es el acabose del país, si los “vende patrias” del PRI y del PAN están felices por la entrega del petróleo a manos privadas y extranjeras, entonces la movilización tiene que ser muy grandes, especial, histórica. Los dirigentes no se pueden echar para atrás.

7. La realidad es que estamos tan cansados de llorar nuestras derrotas (más de mil) que quisiéramos recuperar el aliento, tener aunque sea una pequeña alegría de triunfo que nos permita seguir haciendo las cosas. ¿Para qué seguir escribiendo, gritando en las calles, acudiendo a reuniones, si siempre nos joden y lo peor es que lloramos nuestra desgracia…hasta de haber nacido? La CNTE después de seis meses de plantones, después de 30 marchas, ha logrado que Chuayffet de un pasito atrás; pero puede ser sólo “jarabe de pico” con el que quiera bajar las movilizaciones. Ninguna confianza a la clase gobernante y empresarial. Nunca deben parar las movilizaciones porque son la única fuerza del pueblo en su lucha contra la explotación capitalista. (14/VIII/13)