viernes, 5 de diciembre de 2014

diciembre 05, 2014
Pedro Echeverría V.

1, Acabo de ver la entrevista –que a mí me pareció un poco policiaca de Carmen Aristegui- al valeroso luchador social, joven Sandino Bucio, que tuvo la inteligencia y la capacidad para responder. Esa destacada periodista (la única que vale de todos) parece estar contaminada y acomodarse al orden despótico y la paz de los sepulcros que impone el Estado y el poder. Que “si eres tú el de la fotografía”, que “quiénes de los jóvenes estudiantes “cara cubiertas” quemó la puerta de Palacio, que quiénes arrojan piedras y bombas Molotov”… ¿Olvida Aristegui al “bendito gobierno y sus gendarmes” que con perros y caballos impiden las manifestaciones, arrojan gases lacrimógenos, balas de goma, balas que matan, que llevan en su cuenta a 120 mil inocentes asesinados? Sandino respondió con la única verdad: el pueblo “está hasta la madre” y ha comenzado a despertar.

2. Pensé que Aristegui le preguntaría a Sandino sobre las causas de sus luchas, acerca del abandono del gobierno al sistema educativo, sobre las causas del comportamiento de la burguesía contra los jóvenes, del bajo nivel de participación de los estudiantes, sobre la desaparición del “Yo soy 132”, acerca de la diferencia entre “los jóvenes hijos de papi” y los estudiantes de Politécnico. Pienso que Carmen es diferente a toda la marranada de conductores al servicio del capital y que entiende perfectamente que son las clases sociales y la lucha de clases. Me gustaría que le preguntara a Slim, Azcárraga, Salinas, Bailleres y demás grandes multimillonarios de México cómo hacen sus inversiones, sus negocios, sus tranzas, como roban y desfalcan y en dónde están sus depósitos grandes y pequeños. Puta, ellos son mil máscaras, se disfrazan de todo, pero hay todo un sistema podrido que los cubre.

3. Con excepción de los comerciales, las notas de deporte y algunos comentaristas autoritarios como el tal Alcocer, en los que prefiero colocarme algodones en los oídos para no oír, escucho sus horas de programa, aplaudo mucho, pero más de cinco veces me ha parecido que condena a los jóvenes que se cubren la cara acusándolos de “violentos”, “provocadores” e “infiltrados”. Me recuerda las veces que racistas han condenado a nuestros campesinos como “ignorantes, borrachos y flojos” sin ver que -junto a los de más trabajadores- son los creadores de la riqueza que todos consumimos. Los que viven explotando, esquilmado, apuntalando con mucha comodidad en este sistema capitalista, no pueden entender que el 80 por ciento de la población vive en la pobreza y la miseria y que comienza a estar “hasta la madre” de ella.

4. En las calles se manifiestan personas de “carácter” o de “convicción” diferentes. Unos marchan en protestas contra el gobierno del PRI, PAN o de PRD; los más conscientes, honestos e inteligentes, lo hacen contra el sistema capitalista que es la causa de todos los males: hambre, miseria, desigualdad. Muchos están contra “errores” o “malos y corruptos funcionarios” y creen que cambiándolos estaremos bien; los que llevan mucho tiempo estudiando y pensando el asunto saben que aunque cambien los funcionarios o hagan algunas reformas de leyes, las cosas seguirían igual porque sólo el autogobierno, el gobierno directo, puede comenzar a remediar la situación de fondo. No es un problema de personas, de buenos o malos gobiernos, sino de pueblos que luchan por igualdad económica, política, social, que es lo que lleva a la paz y a la libertad.

5. Un amigo mío, luchador social honesto, muy conocido y destacado me decía que los jóvenes con el rostro tapado eran “infiltrados”; le dije que la policía, el ejército, el FBI nunca en la historia han dejado de infiltrar los movimientos; que el gobierno, los empresarios, el mismo Lombardo Toledano siempre dijo que los dirigentes de 1968 eran agentes de la CIA y el FBI. ¿Qué resultó? Que sí estaban infiltrados y el gobierno conocía todos sus movimientos, pero otros cientos de líderes y dirigentes impulsaron el histórico movimiento e hicieron cambiar todo. Hoy se puede hablar de un antes y un después de 1968. Policías hay hasta en el retrete, pero los jóvenes de “cara tapada” que encabezan las marchas son lo más valioso de todo el contingente porque no van de “paseíllo”, van a hacer conciencia y a demostrar a la gente que sí se puede.

6. Los jóvenes de los partidos en el poder o cercanos a él –aunque jodidos- no marchan; prefieren ser disciplinados y esperar su turno para seguir las consignas de sus dirigentes. ¿Cómo estos mismo gobiernos y partidos –que se la pasan dilapidando los miles de millones de presupuesto público- no van a condenar de “violentos” a los jóvenes que dicen que “este país ya valió madres” porque el gobierno en vez de resolver problemas los agrava? El futuro de las movilizaciones es su radicalización y –si continúan los gobiernos (nacional y de los estados) reprimiendo y asesinando como hasta hoy- no está lejana la guerra civil prolongada. Las magníficas batallas del pueblo de Guerrero –de los campesinos, los estudiantes, los maestros, los universitarios- contra sus gobernantes asesinos parecen estar demostrando el camino.

7. Y que conste que las guerras –como enseñan todas las historias del mundo- no las hacen los pueblos, porque ellos solamente han exigido que los dejen trabajar y vivir en paz. Lo único que han hecho las poblaciones es defenderse de las represiones que los victiman por defender sus derechos y las de sus familias como trabajadores. Lo que han hecho los pueblos –cuando no les han dejado otro camino- es rebelarse y hacer revoluciones sociales profundas para cambiar su política y su economía. Muchas de esas rebeliones han sido ensayos inconclusos por falta de la fuerza necesaria, pero son empujones que tendrán que repetirse. En esos ensayos estamos frente una clase social minoritaria explotadora que destruye para conservar sus intereses.

8. El gobierno, para evitar las protestas y las marchas, tiene que quitarle los enormes propiedades y riquezas a los ricos para entregarles tierras, instrumentos, animales, créditos a los campesinos para que puedan vivir; obligar a los multimillonarios a crear por lo menos un millón de empleos al año bien remunerados; hacer que los salarios mínimos sean suficientes para que las familias puedan vivir de ellos; asegurar que todos los jóvenes tengan escuela gratuita y que cuando terminen obtengan un trabajo digno, y que los profesores sean plenamente atendidos en sus demandas. Pero esto es una tonta ilusión, una vacilada que no se puede dar en el capitalismo mexicano o de algún lugar. Pero con suerte calme a los campesinos, a los trabajadores, a los estudiantes y maestros que están en la calle. (1/XII/14)