viernes, 5 de diciembre de 2014

diciembre 05, 2014
Pedro Echeverría V.

1. Ayer la conductora Carmen Aristegui logró que el valeroso luchador social Sandino Bucio “aceptara” que sí es él el que aparece en el vídeo policiaco; hoy La Jornada publica en primera plana la fotografía policiaca (encerrada en un círculo) como prueba ¿para que las fuerzas represivas vuelvan a detenerlo? Hay que decirles –si de verdad son órganos progresistas- que no jodan; que le dejen esa tarea al 99 por ciento de los medios de información basura que están al servicio del poder y la represión. Aristegui, La Jornada y Proceso hasta hoy han realizado una labor –en general- progresista que mucho ayudan a orientar la política de izquierda; pero jodiendo a la gente que arriesga vida y libertad en las calles luchando contra el sistema y ayudando al gobierno a apuntalar el ideal porfirista de “paz, orden y progreso”, no sirven.

2. Denunciar a los luchadores sociales de verdad ante un gobierno y órganos policiacos asesinos, es gravísimo. Esa actitud es la de Televisa, TV Azteca, Milenio y mil medios de información más cuyo trabajo es ese precisamente. Si La Jornada y Aristegui no son órganos al servicio del Estado y –por el contrario son analíticos y críticos- deben apoyar a los luchadores sociales que son los que están desnudando los fraudes, desfalcos, robos, asesinatos, del Estado capitalista. ¿O debemos gritar que no contamos ya con esos medios porque todos son iguales de corruptos y están al servicio del poder? Por lo menos había que exigirles que esos medios paguen su error autocriticándose y ofreciendo a Sandino Bucio los mejores espacios para publicar y declarar. No sé si me ha faltado comprender, pero esa ha sido mi opinión desde ayer por la mañana.

3. La defensa del luchador social libertario, Sandino Bucio contra sus enemigos y detractores, debe ser fundamental. No es el estudiante Bucio –a quien personalmente no conozco- es su lucha y sus estrategias de dar la batalla en las calles con el rostro tapado o no, la que tenemos los libertarios y todos los luchadores sociales la obligación de defender. Los aparatos de poder: desde el gobierno, los empresarios, los militares y los señoritos “intelectuales”, han puesto el grito al cielo contra los anarquistas que no respetan ningún poder. Se preguntan los poderosos alarmados: ¿cómo unos jóvenes –que deberían respetar todo lo que hemos construido con sacrificios- van a cuestionar el poder de la familia, los padres, gobiernos, partidos, curas, empresarios, profesores, medios de información y todo?

4. Gracias a los profesores y estudiantes de Guerrero, Oaxaca, Michoacán, DF -que con sus batallas contra el poder solidarizándose con los 43 normalistas desaparecidos- están enseñando en la República cómo se lucha en las calles, la gente está despertando. Los guerrerenses les han prendido fuego a todas las instituciones que han participado directamente o han colaborado para que muchos profesores, estudiantes, campesinos, mucha gente, sea asesinada y desaparecida en ese estado y el país. Oaxaca, Michoacán, DF, han quedado cortos. Que los “señoritos” o “señoritingos” ingresen a los partidos o al gobierno y ocupen los cargos que ambicionan, pero que no estén jodiendo –junto a la clase represora, con propaganda e ideología reaccionaria- a los luchadores sociales por cubrirse el rostro y encabezar las manifestaciones.

5. La revolución anticapitalista –tan necesaria y urgente en el mundo- está todavía muy lejos, pero estos ensayos de cientos de miles de manifestantes en las calles, nos están gritando que se acerca. Importa poco si Peña Nieto renuncia o no junto a su corrupto gabinete; lo importante es que lo que aprendamos de lucha en las calles no se olvide. Después de una renuncia del presidente lo primero que veremos en las calles es al ejército yanqui con sus tanques para garantizar otro gobierno incondicional. Si no aprendimos a luchar nos aplastarían sin oposición; pero, si al contrario, hemos aprendido, pelearemos por nuestro país para expulsar al invasor. Por ello lo más importante no es lo que haga la clase dominante, sino que el pueblo siempre esté a la altura de las circunstancias; y estar en esa altura es saber pelear para defenderse.

6. Así como en los sesenta y setenta del pasado siglo la clase dominante tenía miedo al comunismo porque luchaba y prometía expropiar las enormes riquezas acumuladas en una cuantas familias y repartirlas entre la población trabajadora; hoy una vez acomodados en el poder capitalista de la burguesía, muchos llamados socialistas y comunistas se sienten cómodos. Pero hoy los jóvenes, sintiéndose “hasta la madre” con la explotación, la miseria y el engaño de políticos y empresarios, han gritado ¡Basta! Se busca desprestigiar a los luchadores sociales más destacados; acusarlos de que están contra el poder y quieren destruir el capitalismo, por ello se construyen leyes para legalizar la represión contra ellos. Espero que mi visión acerca de Aristegui y La Jornada esté equivocada; pero eso es lo que veo. (2/XII/14)