martes, 21 de junio de 2016

junio 21, 2016
RIO DE JANEIRO, Brasil, 21 de junio.- Los jóvenes con graves problemas de conducta tienen diferencias significativas en la estructura de sus cerebros en comparación con otros de buen comportamiento en una de las indicaciones más claras que sus actitudes rebeldes también pueden tener sus raíces en los cambios en el desarrollo de órganos en la infancia o ya en la adolescencia. La conclusión es de un estudio que utilizó resonancia magnética para examinar los cerebros de los dos grupos de adolescentes y adultos jóvenes reclutados en dos ciudades en el Reino Unido y publicado en el último número de la revista "Journal of Child Psychology and Psychiatry." (ver detalles)

De acuerdo con investigadores de las universidades de Cambridge y Southampton, en colaboración con científicos de la Universidad Tor Vergata de Roma, Italia, la estructura de varias regiones del cerebro en los adolescentes varones diagnosticados con trastornos de la conducta -caracterizados por frecuentes problemas de comportamiento tales como la agresión, destructividad, la mentira, el robo y, en el caso de los mayores, también la posesión y uso de armas y largas noches fuera- tiene patrones en el espesor del córtex, la parte más externa del órgano y responsable de sus funciones más sofisticadas, diferente en los de buen comportamiento. Y estos patrones varían también entre los propios jóvenes con mala conducta, dependiendo de si el mal comportamiento comenzó en la infancia o sólo desde la adolescencia.

Kurt Cobain, líder de la banda Nirvana y símbolo de la rebeldía a inicios de los años 90. (Redferns)

- Ya había evidencia de diferencias en los cerebros de personas con graves problemas de conducta, pero a menudo eran simplistas y sólo se centraban en regiones tales como la amígdala, que se sabe que es importante en el comportamiento emocional -cuenta Luca Passamonti, del Departamento de Investigación de Neurociencia Clínica de la Universidad de Cambridge y director del estudio. -"Sin embargo, los trastornos de la conducta son un problema complejo, y por lo tanto esperábamos que los cambios (en el cerebro) fueran más complejos e implicaran otras regiones".

En el estudio, los científicos reclutaron en la región de Cambridge a 58 adolescentes y adultos jóvenes con problemas de conducta, que dividieron en dos grupos -los que habían demostrado un comportamiento antisocial en la infancia y los que sólo vinieron a presentar mal comportamiento en la adolescencia-, así como otros 25 con una historia de buena conducta, que sirvió como grupo de control. Todos tenían entre 16 y 21 años y al ser estudiados mediante imágenes de resonancia magnética, los científicos descubrieron que aquellos que ya eran problemáticos en la infancia tenían un notablemente mayor número de correlaciones en el espesor del córtex, es decir, similitudes en su desarrollo, entre las 34 "regiones de interés" medidas, que los jóvenes "normales".

Paradójicamente, sin embargo, los jóvenes que sólo comenzaron a tener actitudes antisociales en la adolescencia mostraron muchas menos de estas correlaciones en sus cerebros, o sea, un patrón de desarrollo de las diferentes regiones del córtex cerebral más desequilibrado que los adolescentes de buena conducta. Intrigados por estas marcadas diferencias en los patrones de las estructuras del cerebro entre los jóvenes, los investigadores decidieron replicar las imágenes por resonancia magnética en un segundo grupo de 37 adolescentes con problemas y otros 32 "normales" de entre 13 y 18 años, de la región de Southampton, encontrando los mismos patrones en el desarrollo del órgano.

Los científicos creen que, en el caso de los rebeldes precoces, la mayor covarianza en el espesor de la corteza en varias regiones del cerebro sea reflejo de una aceleración en la maduración de áreas que se deberían desarrollar más tarde o áreas de maduración retardada que tendrían que haberse desarrollado antes. En el caso de los jóvenes que se comenzaron a comportar mal en la adolescencia, el desequilibrio más grande sería el resultado de problemas en los procesos típicos del desarrollo cerebral, como en la llamada "poda neuronal", una importante reorganización de las sinapsis y los circuitos cerebrales que ocurre en esta etapa de la vida.

Las diferencias observadas entre los adolescentes sanos y aquellos con ambas formas de trastornos de la conducta muestran que la mayor parte del cerebro está involucrada, pero más particularmente las regiones frontales y temporales -añade Graeme Fairchild, profesor del Departamento de  Psicología en la Universidad de Southampton y co-autor del estudio. -"Esto nos da una muy fuerte evidencia de que los problemas de conducta son un trastorno psiquiátrico real, y no, como algunos expertos insisten, simplemente una forma exagerada de rebelión juvenil".

El examen no puede predecir el mal comportamiento

También de acuerdo con los investigadores, aunque sus hallazgos sugieren la importancia del papel del cerebro para explicar los comportamientos antisociales, no está claro cómo aparecen estas diferencias estructurales. Por lo tanto, se necesitan más estudios para tratar de aclarar, por ejemplo, si son el resultado de una interacción de la constitución genética del individuo con el medio ambiente, o si la exposición a una gran cantidad de adversidad temprana en la vida es suficiente para desencadenar este proceso.

-"Nunca tuve dudas de que condiciones como la enfermedad de Alzheimer eran enfermedades del cerebro debido a que el examen de imágenes permite ver claramente la forma en que destruye las células del cerebro" -recuerda Nicola Toschi, profesor de la Universidad Tor Vergata de Roma. -"Pero hasta ahora no habíamos podido ver cuán claras y amplias son las diferencias estructurales en los cerebros de los jóvenes con trastornos de conducta".

Además, los científicos señalan que la resonancia magnética no puede ser utilizada como predictor de que el joven pueda tener problemas de comportamiento, ya que se desconoce si éste conduce a un cambio en el desarrollo del cerebro o si son las diferencias en la maduración de los órganos las que provocan la mala conducta. Los investigadores, sin embargo, esperan que el descubrimiento ayudará en el tratamiento de adolescentes rebeldes para permitir el monitoreo de la eficacia de las intervenciones.

-"Ahora que tenemos una manera de hacer imágenes de todo el cerebro y contamos con un "mapa" de los trastornos de la conducta, es posible en el futuro ver si los cambios que hemos observado en este estudio son reversibles con la intervención temprana y terapias psicológicas" - destaca Ian Goodyer, profesor del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Cambridge y el otro co-autor del estudio. (Cesar Baima / O Globo)