viernes, 8 de julio de 2016

julio 08, 2016
RÍO DE JANEIRO, Brasil, 8 de junio.- Pueden parecer lágrimas de cocodrilo, pero el ex Presidente de la Cámara, Eduardo Cunha, ha llorado con ganas al anunciar su dimisión. El que ha sido el hombre más temido y más poderoso de Brasil ha caído bajo la embestida de los jueces brasileños, que han aportado innumerables pruebas sobre sus líos de corrupción. Dimite porque no le queda más remedio, porque el 5 de mayo fue alejado de su cargo de forma preventiva durante la investigación y porque el presidente interino Michel Temer ha pedido públicamente su cabeza.

El presidente de la Cámara de Diputados de Brasil, Eduardo Cunha, anunció entre lágrimas su renuncia a ese cargo y resaltó que "está pagando un alto precio" por haber iniciado el juicio político contra la mandataria separada de esa nación, Dilma Rousseff. (Reuters)

Cunha ha leído su discurso durante siete minutos, rodeado de sus aliados y sin poder contener el llanto. “Estoy pagando un precio alto por haber dado inicio al proceso de 'impeachment'. No tengo duda de que la principal causa de mi alejamiento reside en este proceso”, ha dicho el hombre que para muchos es el verdadero ‘Deus ex Machina’ que ha conseguido apartar a Dilma Rousseff del poder tras una histórica votación parlamentaria, el pasado 17 de abril.

Sin embargo, las investigaciones muestran que el líder parlamentario tenía una dudosa contabilidad paralela con numerosas cuentas en bancos suizos. Tanto él como su esposa y su hija esconderían en el país alpino unos nueve millones de reales (2,4 millones de euros). El Procurador General de la República, Rodrigo Janot, le acusa de corrupción pasiva, reciclaje de dinero y evasión de divisas.

Los casos de corrupción, muchos de ellos relacionados con el escándalo de Petrobras, brotan en su currículum como hongos. Según el ex vicepresidente de la Caixa Econômica Federal, Fábio Clero, Cunha recibió 52 millones de reales (14 millones de euros) de comisiones en varias operaciones, como la obra del ‘Porto Maravilha’ que pretende revitalizar la zona portuaria de Río de Janeiro. El 80% de las comisiones se quedaba en los bolsillo del ex presidente de la Cámara y el resto era repartido entre políticos, diputados y funcionarios públicos aliados.

Acostumbrado a lidiar con ríos de dinero, Cunha solía pagar gratificaciones en metálico a sus compinches. Su capacidad recaudatoria y su habilidad para crear cajas B deja al ex tesorero del PP Luis Bárcenas a un nivel de principiante. Los políticos y empresarios que están colaborando con la justicia brasileña para poder reducir sus penas cuentan que el todopoderoso presidente de la Cámara no dudaba en recurrir al chantaje para cobrar lo que se le había prometido.

Un elevando tren de vida

Su elevado tren de vida se refleja en los movimientos de sus tarjetas de crédito. Hoteles de cinco estrellas, los mejores restaurantes del mundo y tiendas caras y sofisticadas como Chanel y Ermenegildo Zegna: en París, Nueva York o Miami Cunha vivía a todo trapo, siempre acompañado de su mujer, la ex periodista Cláudia Cruz, también investigada por los jueces brasileños.

A pesar de las múltiples evidencias, Cunha siempre se ha declarado honesto. “Continuaré defendiendo mi inocencia, siempre he dicho la verdad. Reafirmo que no recibí ningún soborno de nadie”, ha afirmado hoy al renunciar a su cargo. “Hay que ver si realmente acaba en la cárcel”, se pregunta con escepticismo Maria, una joven empresaria de Río de Janeiro. “Por lo pronto, hoy me voy a celebrarlo. Es un notición”, añade.

En los bastidores de la política eran muchas las voces que presagiaban la caída del ideólogo del 'impeachment' una vez que hubiese cumplido su misión. La dimisión de Cunha crea un importante precedente en el agitado panorama político de Brasil. La exhaustiva investigación del Procurador General del Estado está dejando patente que la tradicional impunidad de los políticos brasileños podría haber llegado a su fin. “He optado por ceder a las presiones”, ha dicho hoy un emocionado Cunha al despedirse de la Cámara. Para algunos, son las pruebas judiciales lo que han llevado al ocaso de la eminencia gris de Brasil.

El propio presidente interino, Michel Temer, ha manifestado en varias ocasiones su interés en librarse de la sombra oscura de su antiguo aliado. Incluso hay quien dice que Cunha ha seguido mandando durante todo este tiempo desde el exilio político de su casa y que todas las decisiones del Gobierno provisional tenían que contar con su beneplácito. “Temer tendrá que arrodillarse delante de Cunha”, vaticinó Dilma Rousseff el 28 de mayo en una entrevista concedida al diario Folha de Sao Paulo. El desenlace de hoy podría marcar el principio del fin de una era para el país tropical, que se prepara a celebrar los primeros Juegos Olímpicos de América Latina. (Valeria Saccone / El Confidencial)