lunes, 28 de septiembre de 2015

septiembre 28, 2015
Armando "Catón" Fuentes Aguirre

Actitud absolutista. No entendí el chiste que descorre hoy el telón de esta columnejilla. Personas de buen criterio me aseguran que es uno de los más rojos de los que han aparecido aquí en todo lo que va del año. Dicen que en los registros de la sicalipsis está marcado con cuatro equis. Si mis cuatro lectores lo leen será bajo su propio riesgo. He aquí el cuento. Una hermosa mujer manifestó: “Me he casado tres veces, y sin embargo sigo siendo virgen. Mi primer marido era ginecólogo. Lo único que hacía era verlo. Mi segundo esposo era psiquiatra. Lo único que hacía era hablar de él. Y mi tercer marido era un gourmet”. (No le entendí). Usurino Matatías, sujeto avaro y cicatero, llevó de mala gana a su mujer al teatro. Compró, claro, dos asientos en el último piso. La señora se inclinaba sobre el barandal para tratar de ver mejor a los artistas, que desde aquella altura se miraban como hormigas. Le advirtió Matatías lleno de inquietud: “No te vayas a caer, Sufricia. Las localidades de abajo son más caras”. Atrás de cada hombre de éxito hay una esposa sorprendida y una suegra frustrada. Don Algón, salaz ejecutivo, cumplía años en la misma fecha que Rosibel, su bella secretaria. Ese día le regaló un precioso abrigo de visón. Cuando le estaba ayudando a ponérselo le preguntó, travieso: “Y mi regalo, linda, ¿dónde está?”. Respondió con sugestiva sonrisa la muchacha: “Precisamente lo está usted envolviendo, jefe”. La maestra del colegio de niñas fue despedida. Como padecía de bizquera sus pupilas eran incontrolables. El maduro playboy dijo con tono reflexivo: “Mi vida ha sido de vino, mujeres y canto. Ahora veo cuán equivocado estaba. ¿Pa’ qué chingaos sirve el canto?”. Uglicia era más fea que la situación del país. Una amiga trató de consolarla: “No es que seas fea, Ugli. Lo que pasa es que te equivocaste de planeta”. En el catre de la cárcel de aquel pueblo del Salvaje Oeste la frondosa mujer le dijo al sheriff: “Tendremos que dejar de vernos aquí, Pat. Mi marido está empezando a preguntarse por qué me arrestas todas las noches por ladrona de ganado”. 


Con el regreso del PRI al poder se instauró de nueva cuenta un presidencialismo autoritario que daña gravemente a México y pone a ese partido en riesgo de perder otra vez su hegemonía. Muestra evidente de esa actitud absolutista es el nombramiento de Arturo Escobar como subsecretario de Gobernación. Es criticable la tozudez con que el régimen lo mantiene en ese cargo a pesar del repudio general a la persona de ese señor y a su designación. Pienso que el prigobierno está asustado por el descrédito que sufre y por el escaso índice de aprobación de la gestión presidencial. Ante tan ominosas evidencias la administración -es un decir- se allega la complicidad de un partido mercenario, el Verde, y le paga sus servicios con favores como el del cargo conferido a Escobar. La protesta por el encumbramiento del desprestigiado personaje es general, pero Peña Nieto repite aquello de “Ni los veo ni los oigo”, y mantiene al turbio señor en su lugar. Con actitudes como ésa da un nuevo golpe de azada en la tarea -ésa sí muy bien cumplida- de cavar ante el 2018 la tumba del régimen y su partido. ¡Brrr! Esa sombría predicción, columnista mentecato, me provocó un espasmo en el píloro. Tus palabras fueron para mí como una dosis de oropimente cuyos efectos tóxicos me suspendieron las tres potencias del alma: memoria, entendimiento y voluntad. Espero que no me hayan afectado también las potencias del cuerpo, especialmente de la más corporal de todas, porque entonces sí quedaré para el arrastre. Sirva el relato de alguna de tus fútiles historietillas para sedar mi conturbado espíritu. Haz esa narración y luego desaparece como sombra, como humo, como nada. Si desapareces como nada será mucho mejor. El recién casado llegó a su casa antes de tiempo y sorprendió a su mujercita en el lecho conyugal con un predicador germano a quien ella, en arrebato de libídine, llamaba con ardimiento: “¡Hans! ¡Hans!”. El joven esposo preguntó iracundo: “¿Qué significa esto, Flordelisia?”. Replicó ella: “Mi vida: ¿ya no recuerdas que antes de casarnos te dije que tenía un pastor alemán?”. FIN.