miércoles, 7 de agosto de 2013

agosto 07, 2013
Pedro Echeverría V.

1. Los EEUU -por sus invasiones y asesinatos- cada día son más odiados en el mundo y en cientos de manifestaciones en las calles se grita contra ellos. Nunca en la historia ha habido gobiernos y empresas tan repudiadas, como al gran poder yanqui. Después de que advirtió el gobierno gringo -hace unos días a sus ciudadanos- acerca del peligro de viajar a Medio Oriente y el norte de África, ordenó el gobierno de Obama el cierre de más de 20 de sus embajadas y consulados en aquellos lugares; la medida fue imitada por otros países poderosos: Francia, Gran Bretaña y Alemania, y la policía (Interpol) lanzó –con gran temor y paranoia- una alerta mundial para prevenir sobre ataques terroristas contra objetivos occidentales. Si los EEUU o yanquis son los principales enemigos de los pueblos del mundo, es por las guerras e invasiones que encabezan,

2. La frase de “los enemigos de nuestros enemigos son nuestros amigos”, parece un juego de palabras pero es muy cierta en la política y en lo militar. Mao Tse-tung, dirigente del partido comunista chino, quien escribió quizá más de un millar de folletos o pequeñas libros dirigidos a sus militantes y al pueblo de China, usó esa idea como estrategia política en su folleto de 1937: “Sobre la contradicción”. Obvio, Mao no se refería a cualquier enemigo inventado sino aquel que es la contradicción principal en un análisis económico y político de clase en una sociedad. Por eso, para entender a los EEUU, de entrada siempre hay que preguntar: ¿Cuál es el enemigo principal de los yanquis si su objetivo es seguir dominando el mundo y cuál o cuáles son las principales fuerzas que se lo impiden o le están poniendo trabas? ¿Será Al Qaeda, China, los árabes?

3. Los mexicanos tenemos un enemigo histórico interno que son los empresarios explotadores y los malos gobiernos (que han sido todos); pero también tenemos un enemigo histórico externo que es el imperio norteamericano. Los grandes millonarios mexicanos no son nacionalistas, es decir, no les preocupa la situación del país y de su pueblo; ellos funcionan como socios o agentes yanquis con políticas que les dictan desde el gobierno de Washington o de lo bancos de Nueva York. Así que el enemigo interno es casi inexistente porque con “la globalización de la economía” los asuntos del país se manejan en las metrópolis yanquis. ¿Quién entonces es nuestro enemigo principal sino no es el imperio del Norte? ¿Quiénes son nuestros amigos y nuestros aliados en la lucha contra el dominio imperialista? Pues todos aquellos que estén luchando contra él.

4. ¿Si México, por el contrario, no busca dominar al mundo y sólo quiere construir una sociedad igualitaria que le permita que toda la población viva en paz, sin explotación, pobreza y miseria, cuáles son las fuerzas que se lo impiden? Podría demostrarse que antes de la segunda guerra, es decir, hasta fines de la década de los años 30, México conservó mucha independencia y autonomía, muchas posibilidades de bastarse en sus propias fuerzas para conquistar un desarrollo basado en la agricultura, en el trabajo de los indígenas y campesinos y con lento crecimiento de las ciudades y la vida urbana. Recuerdo algunos escritores norteamericanos que en los años treinta advirtieron sobre el camino negativo que México estaba tomando en su política económica siguiendo el modelo de los países desarrollados y abandonando las inversiones en el campo.

5. Entre los libros que más quiero está “México Profundo” de Bassols Batalla, escrito en 1987; aunque también tengo presente “La riqueza de la pobreza” de González Pedrero (1979) porque nos hablan de modelos políticos y económicos que cambiaron radicalmente el camino del país: el primero al plantear la confrontación en México de “dos proyectos civilizatorios”: el mesoamericano y el occidental; y el segundo al argumentar que México tiene que elegir –para ser un país viable- un modelo acorde con su historia, su idiosincrasia, sus recursos demográficos y naturales. A partir de 1945 México se integró totalmente –a partir de la ONU y de todos sus organismos- a un modelo de desarrollo que determinó su política y su economía; a partir de entonces ya no pudo haber vuelta atrás porque nos montamos en la competencia internacional capitalista.

6. El gobierno de Obama, a pesar de haber despertado muchas esperanzas por su origen negro y por sustituir al gobierno de Bush –totalmente guerrerista y repudiable- no resultó progresista o menos guerrerista, como muchos esperaban. Resultó más de lo mismo porque gobierno no es poder; Obama tiene el gobierno y el poder está en manos de la Reserva internacional, los grandes fabricantes de armas y los operadores del petróleo mundial. Obama ha sido sólo un instrumento, un muñeco que está obligado a hacer lo que le ordenan las grandes compañías transnacionales. Por ello los yanquis han seguido asesinando en Agnanistán, en Irak, provocan en Irán y se dedican a impulsar políticas de intervención en Egipto, Libia, Siria, Pakistán y Turquía. Ya no se dice hay que parar a Obama porque actúa como un simple títere. (4/VIII/13)