jueves, 13 de julio de 2017

julio 13, 2017
HONG KONG, 13 de julio de 2017.- Héroe para la comunidad internacional, villano para su propio Gobierno y un gran desconocido -censura mediante- para la mayoría de sus conciudadanos, el disidente político chino y premio Nobel de la Paz de 2010, Liu Xiaobo, ha muerto a los 61 años de edad víctima de un cáncer de hígado que desarrolló hace poco en prisión, la última condena en una vida dedicada a la lucha por la libertad y los derechos humanos en China.

Era un desenlace que sus próximos esperaban. No sólo porque los médicos que le trataban ya habían advertido a familiares y amigos que se mentalizaran para lo peor, sino por lo tardío que empezó a recibir tratamiento, concretamente el 26 de junio. Desde esta fecha su estado de salud se fue degradando rápidamente y durante los últimos días ya sólo recibía paliativos para el dolor, según sus allegados.
Liu Xiaobo (1955-2017).(La Repubblica)

De nada han servido las reclamaciones de la comunidad internacional, en especial de la canciller alemana Angela Merkel, que reclamó “un gesto humanitario”, y de sus amigos para que Pekín le permitiera viajar al extranjero para tratar su enfermedad. Ni siquiera las recientes declaraciones de eminente oncólogos extranjeros fueron tenidas en cuenta. Aunque ya era demasiado tarde, las autoridades comunistas se mantuvieron inflexibles.

Muchos de sus amigos y críticos con el régimen comunista consideran que su muerte ha sido deliberada. Opinan que las autoridades son responsables por no haber diagnosticado a tiempo la enfermedad o haberla escondido al prisionero. “Yo creo que han obrado de forma deliberada” dijo hace unos días Bao Tong, el más estrecho colaborador del difunto primer ministro Zhao Zhiyang, que intentó evitar la masacre de Tiananmen de 1989 y le costó ser defenestrado y vivir en arresto domiciliario hasta su muerte en el 2005.

Según los jueces, su crimen de entonces fue publicar escritos críticos con el Partido Comunista chino (PCCh) y ser uno de los principales ideológos de la Carta 08, un manifiesto que en 2008 pedía reformas democráticas para el país como la separación de poderes o la instauración de un sistema democrático.

Su castigo, dictado el 25 de diciembre de 2009, 11 años de cárcel por "subversión", una pena severa para una de las voces que más incordiaba a las autoridades chinas.

Liu Xiaobo nació en diciembre de 1955 en Changchun, capital de la provincia de Jilin, en el seno de una familia de intelectuales. Tras finalizar la secundaria, y con el país inmerso en el caos que supuso la Revolución Cultural de Mao, fue enviado a trabajar al campo y posteriormente a una empresa de construcción.

En 1977, cuando las aguas revolucionarias se calmaron, Liu estudió literatura china en la Universidad de Jilin, un centro donde creó, junto a otros compañeros, el grupo de poetas 'Los corazones inocentes'.

Cinco años más tarde, comenzó sus estudios de posgrado de literatura en la Universidad Normal de Pekín, donde más tarde ocuparía una plaza de profesor y lograría un doctorado.

En 1984, se casó con Tao Li, con quien tuvo un hijo, Liu Tao, una año más tarde.El inicio de su activismo político tiene una fecha marcada a fuego: 1989. En abril de ese año, Liu dejó su plaza como profesor visitante en la Universidad de Columbia (EEUU) y regresó a China para unirse a los manifestantes que reclamaban más democracia en la plaza de Tiananmen.

Poco a poco, su enérgica figura se convirtió en un referente entre los allí congregados y, junto a otros líderes juveniles, fue capaz de negociar un acuerdo para evacuar a muchos de los estudiantes poco antes de que las tropas chinas entraran a sangre y fuego provocando una masacre.

"Un disidente profesional"Acusado de "cabecilla" y "mano negra" del movimiento, fue arrestado el 6 de junio por "contrarrevolucionario", por lo que pasó los siguientes 20 meses en la cárcel. A su salida, con la prohibición de dar clases y ocupar puestos académicos, se dedicó a trabajar como escritor independiente y a continuar en la lucha por las libertades.

"Solía ser un intelectual público en la universidad y ahora soy un disidente profesional. Prefiero ser otra cosa, pero ellos eligieron por mí", le dijo en una ocasión a la hoy periodista Ilaria Maria Sala, según explicó ella misma recientemente en 'Quarz'.

En esa época, además de comenzar su relación amorosa con la que sería su segunda mujer, la poetisa, fotógrafa y pintora, Liu Xia, siguió teniendo problemas con unas autoridades que le vigilaban muy de cerca. Si entre mayo de 1995 y enero de 1996 fue detenido sin cargos formales por sus escritos, pocos meses después era condenado a tres años de internamiento en un campo de reeducación por sus ensayos críticos con el Gobierno.

Pero fue en 2008, con los ojos de todo el mundo puestos en una China que acogía los Juegos Olímpicos y que sufrió un devastador terremoto en Sichuan (70.000 muertos), cuando el PCCh consideró que Liu se había pasado de la raya con su participación en la Carta 08 y le condenó a más de una década de cárcel.

En 2010, el sueño de Pekín de lograr un premio Nobel se tornó en pesadilla cuando Liu fue reconocido con el Nobel de la Paz por "su larga y pacífica lucha por los derechos fundamentales en China".

Las autoridades respondieron iracundas a esta "muestra arrogante de ideología occidental" y prohibieron a Liu acudir a la ceremonia de entrega de los galardones en Oslo. Su ausencia, simbolizada con una silla vacía, dejó una de las imágenes más icónicas de la historia de estos premios.

Desde entonces, la presión sobre él y su familia no ha hecho sino aumentar -con su mujer sometida a arresto domiciliario sin cargos durante siete años-, mientras que la presión internacional para pedir su liberación ha menguado dado el creciente poder económico y político chino.

Cuando aún le faltaban tres años para cumplir con su pena, a principios de junio se anunció su puesta en libertad por razones humanitarias tras serle detectado un cáncer de hígado terminal.

Pese a la presión ejercida para que le permitieran viajar al extranjero junto a su mujer, las autoridades chinas se negaron en redondo aduciendo que su caso es un "asunto interno" y que no iba a recibir mejores cuidados de los que ya tenía. (Ismael Arana / El Mundo)

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