lunes, 3 de julio de 2017

julio 03, 2017
MÉRIDA, Yucatán, 3 de julio de 2017.- En sus últimos años, José Luis Cuevas, bajo la influencia de su segunda esposa, repudió a sus hijas.

Publicó Virginia Bautista en Excélsior el 14 de junio de 2013:

El pintor y dibujante José Luis Cuevas (1934) volvió ayer a atraer los flashes de los fotógrafos que “ya extrañaba tanto”. Lúcido, irónico, provocador, el artista se presentó en el museo que lleva su nombre para aclarar “las mentiras y calumnias de las que hemos sido objeto mi esposa y yo” y para hacer público que se siente traicionado por sus hijas Ximena, María José y Mariana y que no desea verlas.

Recuperado del cuadro de neumonía, infección de vías urinarias e insuficiencia renal aguda, que lo obligó a hospitalizarse el 24 de marzo pasado durante tres semanas, el escultor y grabador dijo que es el mismo de siempre. “No soy un villano ni una persona incapacitada para defenderme. Tengo la lucidez que siempre me ha caracterizado, perdonen el rasgo de inmodestia, pero así es”.

Su hija Ximena intentó reconciliarse con él, pero el artista dijo: "Quien insulta a mi esposa me insulta a mí". (@lomurguia)

Flanqueado por su segunda esposa, la pintora Beatriz del Carmen Bazán, la abogada Katia Mardueño, el doctor Alejandro Balbuena y el notario 96 del Distrito Federal Mauricio Martínez, quien permaneció entre el público, Cuevas detalló que el distanciamiento de sus hijas se originó cuando se volvió a casar, en 2001, un año después de la muerte de su primera esposa, Bertha Cuevas.

“Mi relación con ellas no ha existido. Nunca me visitaron siquiera. De vez en cuando hablaban por teléfono, pero con cierta agresividad, cosa que de ninguna manera tolero. Creo que detrás de todo esto está la ambición por el dinero, dinero que ya les entregué con las dos casas que les compré”, dijo tajante.

El creador de La Giganta protagoniza un nuevo episodio polémico en su vida a raíz de su hospitalización, ya que su hija, la videasta Ximena Cuevas, denunció a los medios de comunicación y penalmente que su padre no era bien atendido por su actual esposa, que estaba abandonado y que no les permitían verlo.

Las tres hermanas presentaron el pasado 10 de abril una denuncia penal ante la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal, contra “quien resulte responsable”, por el abandono y maltrato de su padre. La denuncia buscaba obtener también el “régimen de visitas” para asegurarse de que el creador sea atendido de los padecimientos que le aquejan.

El lunes pasado, informó la abogada Mardueño, el Juez de lo Familiar concedió que las hijas de Cuevas lo visiten una hora cada 15 días. “No las recibiría si se acercan, ni tampoco a mi hermano Alberto, por haber dicho que estaba mal atendido por los médicos. Lo digo categóricamente. Después de que salí del hospital no he tenido noticias de ellas directamente, sólo por la prensa. Es una vil calumnia que acusen a mi esposa de intento de homicidio; incluso yo podría llevar eso a los tribunales, pero no lo hago por el parentesco que existe”, añadió.

Fumando, a pesar de que doctor se lo prohibió, el llamado enfant terrible de la plástica mexicana destacó que se sentía bien de regresar al museo y que escogió el Salón de los Siameses para su encuentro con los medios porque “Beatriz del Carmen y yo siempre estamos juntos, nunca nos separamos”.

Ante las preguntas de por qué hablar de traición, odio y rencor y no de perdón hacia sus hijas, Cuevas dijo que eso parecía argumento de una película mexicana. Y, como tal, de pronto irrumpió en el recinto su hija Ximena y, ante una lluvia de clicks de los fotógrafos, subió al presidium, lo abrazó, lo besó y le dijo que lo amaba.

Cuevas, sorprendido, le aseguró que se sentía traicionado, que no las quería ver y que no las perdonaba. “¿De verdad, Arenque?”, objetó Ximena, que así llama a su padre de cariño, y le pidió que lo repitiera viéndola a los ojos. Él se lo repitió y le dijo que se fuera.

Al final, Ximena Cuevas indicó que no lo visitará, que respetará lo que decida. “Me duele profundamente. Pero me alegra verlo, porque ya es el Cuevas que conocemos. Yo le salvé la vida y está ahí. No voy a hacer nada. Lo voy a dejar vivir su vida. No voy a presentar más demandas. No voy a estar a la fuerza en ningún lado. Lo importante es que ya está caminando. Yo viviré mi propio duelo, pero él está vivo”.

Antes de despedirse, Cuevas aseguró que sigue pintando todo el día, aunque luego se contradijo y mencionó que el conflicto familiar lo había distraído. Salió caminando lentamente del salón.

Beatriz del Carmen agregó que ahora empezarán a preparar el homenaje para celebrar el 80 aniversario del pintor y que enfocará sus esfuerzos para consolidar el museo dedicado a su esposo, que posee dos mil obras de diversos artistas en su acervo, y que acaba de conseguir la promesa del jefe de Gobierno capitalino, Miguel Ángel Mancera, de regresarles el subsidio que ya le había retirado la secretaria de Cultura, Lucía García, que antes recibía de un millón 300 mil pesos.

El 10 de agosto de 2013 publicó Columba Vértiz de la Fuente en Proceso:

La hospitalización de José Luis Cuevas en marzo, puso al descubierto un conflicto de una década entre sus hijas Ximena, Mariana y María José y su segunda esposa, Beatriz del Carmen Bazán. La última semana de julio, la situación se ahondó por una contrademanda del artista, rompiendo definitivamente con ellas y su hermano mayor, Alberto. Todos los personajes fueron entrevistados por Proceso, salvo el pintor, quien designó a su mujer como portavoz.

El dibujante, pintor y escultor José Luis Cuevas (una de las principales figuras de la generación de la ruptura frente al muralismo mexicano) se encuentra ahora entre dimes y diretes familiares.

Acusaciones, reclamos, videos, demandas penales y civiles y comentarios severos, en fin, es lo que enmarca al autor de La giganta, a sus hijas Mariana, Ximena y María José, y a su segunda esposa, la pintora Beatriz del Carmen Bazán.

El clímax llegó cuando el 24 de marzo pasado hospitalizan al creador plástico por deshidratación, desnutrición, neumonía e intoxicación medicamentosa, según declararon las hijas del que fue niño terrible de la pintura mexicana , así como su hermano mayor Alberto, psiquiatra y psicoterapeuta.

El grabador estuvo tres semanas internado en Medica Sur, dos en terapia intensiva y una en terapia intermedia. Dejó el hospital el 12 de abril y sus familiares criticaron su salida “porque aún requería de supervisión constante por haber estado en terapia”.

Dos días antes, el 10 de abril, las hijas interpusieron una demanda ante la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal (PGJDF) “contra quien resulte responsable” por presuntos maltratos y abandono al creador, quien cuenta con 82 años (y no 79, según su hermano). La denuncia legal surgió porque Ximena lo encontró en su casa en estado “inhumano” por lo cual decidió internarlo.

Además, solicitaron obtener “el régimen de visitas” para ver a su papá, ya que su actual esposa no lo permite.

Ya en recuperación, en su casa de Fresno 17, San Ángel, Cuevas envió un video a los medios, donde declaró, entrevistado por dos personas sobre la confrontación entre sus familiares:

“Quien ha estado siempre al frente, tratando de atenderme y cuidarme ha sido mi esposa Carmen. Lo demás que se diga es falso.”

La controversia cada vez es más candente ya que el 12 de junio, en conferencia de prensa, Cuevas anunció que no quiere ver a sus hijas ni a su hermano, y no los perdonará, pues aseguró que sus declaraciones “son infundios”.

Ximena

Como la discusión sigue en su apogeo, Ximena, realizadora de documentales, es directa:

“¡Ha sido un infierno! A mi papá jamás lo hemos atacado. Él se defiende de nosotras porque le ofrecen una información rarísima.”

Rememora que desde que el inventor de la escultura de hierro El tamborilero de Alcázar se casó en 2001 con Bazán, no han podido verlo ni sus hermanas ni ella:

“Es un caso bien interesante de psicología. Este personaje tan fuerte públicamente, también es muy frágil. Cuando se murió mi mamá (Bertha Riestra), estaba apanicado, estaba muy muy frágil, y es cuando apareció Beatriz, y ella se volvió indispensable en todo.

“Me parece como un cuento que una mente tan brillante sea tomada y secuestrada por una mente ínfima.”

–Usted llevó a su padre al hospital el 24 de marzo pasado, ¿no?

–Yo, por instrucciones de mi tío Alberto.

Reitera entonces que en la casa lo encontró desmayado.

–¿Lo fue a visitar a su casa?

–Yo no tengo acceso a su casa, pero raramente en esos días sí me dejó entrar Beatriz. Yo vivo en Zihuatanejo, tengo un campamento de tortugas. Allá fui a casa de Carmen Parra, había una cena y una persona me comentó que había visto a mi papá muy angustiado y le había dicho que quería vernos, pero que su esposa no lo dejaba. Me salí de esa cena y le marqué, y contestó Beatriz, no me saludó, y le dije que me pasara a mi papá, y me lo puso en la bocina. Él no podía hablar. Fue una angustia. Le expresé: “¡Dime algo!”, y no podía. Y me regresé a la cena, llorando.

“Las personas de ahí eran del mundo del arte. Les comenté que mi papá no podía hablar. Volví a marcar y le di el teléfono a Germaine Gómez Haro y en ese momento se cortó la línea, y ya no me pude comunicar. Lo que siempre ha pasado desde hace diez años, se corta la línea o no escucha mi papá. No hay forma.”

Días después le volvió a llamar a Bazán:

“Le externé que estaba muy angustiada por mi papá. Ella me dijo que estaba bien, ‘que estaba viejito’. Si se ven los videos de hace dos meses mi papá no podía hablar, como uno de Conaculta que realizó el Sistema Nacional de Creadores.

“Sabía que no estaba bien y le pedí a Beatriz que me dejará ir a su casa, entonces fui y mi papá parecía un bebé. La hija de Beatriz le estaba dando de comer en la boca. Él no me reconocía del todo, hablaba poco, y le dije abrázame, y no tenía nada de fuerzas. Y Beatriz diciéndome que estaba bien, que no me preocupara (muestra las grabaciones). Ya era tarde y me fui.”

Pasaron unos días “y por whatsapp, desesperada, le manifestaba a Beatriz lo angustiada que me encontraba y que quería ver a mi papá”, pero argumentaba que ella tenía jaqueca y no la podía recibir. Finalmente logró comentarle que quería ir:

“Era un domingo. Pero existe un dato terrorífico, que el miércoles anterior que había ido a su casa, ella me dijo que mi tío Alberto estaba de acuerdo con las medicinas que mi papá tomaba. Al salir me comuniqué con él y me respondió: ‘No sé de lo que me estás hablando’. Le di los síntomas y me dijo: ‘Son las medicinas’.”

Aquel domingo Ximena fue a la casa acompañada de la actriz Marisol Gasé, integrante del grupo Las Reinas Chulas:

“Beatriz estaba muy dócil. Me dijo que no me preocupara, que mi papá estaba bien. Me preguntó si quería ver a mi papá y le dije que sí. Me llevó hacia su cuarto, y no estaba. Ella explicó que estaba en el baño y que ahí se quedaba de tres a cuatro horas. Beatriz se distrajo platicando con Marisol, y me metí al baño, y es donde encuentro a mi papá inconsciente, ¡horrible!…

“Le marqué a mi tío, yo en llanto, porque mi papá no reaccionaba. Mi tío me indicaba que le tomara el pulso y le mirara las pupilas, y yo estaba tan mal que no podía. En eso entró Beatriz con el teléfono en la mano, sin sorprenderse de que mi papá estaba inconsciente, y le dijo a mi papá que le hablaba mi tía Guadalupe, su hermana, que es monja. Yo tomé el teléfono y le dije: ‘Lupita; mi papá esta inconsciente, estoy con mi tío Alberto al teléfono, ahorita te marco.”

Cuando Ximena dijo que iba a pedir una ambulancia, según cuenta ella misma, Bazán empezó a llorar:

“No quería una ambulancia. La abracé y le expresé que yo me iba con mi papá y que se fuera con Marisol. Y le aseguré: ‘No te asustes, todo estará bien’. Mi tío me pidió que no moviera a mi papá, pero un trabajador de la casa lo puso en un sillón del cuarto y llegó la ambulancia. Y me fui con él. Le llamé a mi hermana María José para que fuera al hospital.

“A mi papá lo metieron en terapia intensiva. No se podía entrar a verlo. Yo llevé a Beatriz a su casa y en el camino le dije que todo iba a estar bien, pero al día siguiente se convirtió en otra persona. Acudió con el apoderado legal del Museo José Luis Cuevas. Yo hablaba con mi tía Lupita, y le explicaba que mi papá llegó con una intoxicación por medicamentos, y Beatriz me gritó: ‘¡No digas eso¡’. Yo vi una receta de mi papá que ella llevaba en su bolsa y los medicamentos eran una bomba mortal. Tengo foto.”

–Entonces, ¿les prohibió ver a su papá en el hospital?

–Sí, pero el derecho humano del enfermo es estar cerca de su familia. Fui con mi acta de nacimiento a relaciones públicas de Médica Sur, con una mujer increíble, y no hubo problema. Mi hermana Mariana se vino de Nueva York aunque su esposo padece cáncer. Logramos entrar con mi papá, y fue hermoso, entramos una por una.

–¿Estaba su esposa Beatriz?

–No, sólo entra una persona en terapia intensiva. Esto duró cuatro días porque Beatriz lo pasó a terapia intermedia, donde sólo se podía entrar con la presencia de ella. Lo tenemos grabado todo. Beatriz entraba al cuarto de mi papá llorando y gritando que nosotras le habíamos pegado y no la dejábamos entrar.

“¿Cómo le vamos a pegar mis hermanas y yo a Beatriz? Ganas no nos han faltado, pero no, de lo contrario estaríamos en la cárcel.”

La demanda

–Entonces, ustedes hacen una demanda el 10 de abril ante la Procuraduría del Distrito Federal, ¿por qué?

–En medio del horror, una amiga de Beatriz, de la Delegación Álvaro Obregón, nos fue a amenazar. A María José y a mí nos dijo: ‘¡A ustedes las voy a callar, pendejas!’. Dijo que era amiga del jefe de Gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera, y del presidente Enrique Peña Nieto. Entonces buscamos al abogado Rafael Heredia.

“Legalmente pedimos visitar a mi papá una vez por semana y levantamos un cargo por maltrato y abandono de mi papá. Cuando se casó mi papá con Beatriz, lo acepté, pero agredió a mi mamá porque sacó sus cenizas del Museo José Luis Cuevas.”

El 10 de junio se emitió la resolución del juez de que las hijas podrían ver al artista una hora cada 15 días, los domingos.

El 13 de junio el pintor dio la conferencia de prensa donde manifestó que no perdonaría a Mariana, Ximena y María José. Entonces Ximena ingresó a la sala del museo que lleva el nombre del artista y abrazó a su papá y lo beso.

–Ahí su papá le dijo que usted lo traicionó.

–Sí, me dijo: “Tú me has insultado, me has traicionado”. ¡Jamás!, ¿de dónde sacó eso? ¡Si lo amo! ¿Cuál es la historia que tiene?

Ximena dice respecto a la cinta que grabó Cuevas:

“Ahí, su abogada, Katya Mardueño, le expresa a mi papá que su hijas están diciendo que ellas son la únicas que lo cuidan. Es mentira, yo nunca he dicho que lo cuido, sino que lo quiero cuidar. Claro, cuando ella le dice sus hijas lo cuidan, le está cambiando la realidad. Él contesta muy enérgico: por supuesto que no. Es igualito a lo de Nellie Campobello.”

–¿Qué procede?

–Mi papá dijo que no nos quiere ver y ningún juez lo puede obligar, porque está lucido.

–Demandaron a Bazán. El abogado de ustedes, Rafael Heredia, manifestó que de la denuncia podría desprenderse incluso un intento de homicidio. Luego su papá, el 24 de julio pasado, acudió a la Procuraduría para declarar a favor de su esposa, negó que haya sido víctima de ella, e incluso destacó que ustedes quieren herencia.

–Son palabras de Beatriz. El dinero nunca tuvo un lugar protagónico en mi casa, no fueron nuestros valores, ni de mis papás.

A decir de Ximena, la primera acción violenta de la segunda esposa del artista fue de recién casados, porque puso candados en la casa donde murió Bertha, nació su hermana María José y ella creció, en Galeana 107.

“Yo iba a esa casa a regar el jardín”, expresa.

María José

También María José, cineasta como Ximena, se decide a hablar con este semanario:

“Mi papá llevaba mucho tiempo drogado, tenemos las pruebas de las recetas médicas, de las medicinas que le estaban dando.”

–Bazán dice que ustedes se llevaron las cenizas de su mamá Bertha, ¿es verdad?

–No. En el 2005, cuando Beatriz saca las cenizas de mi mamá del Museo José Luis Cuevas, me alejé por completo. Me lastimó que Carmelita, la secretaria de mi mamá de toda la vida, pidiera que pasáramos por las cenizas en el momento que Beatriz toma la dirección de ese recinto, que además es un trabajo de años de mi mamá. Yo creo que cualquier hija me puede entender.

“Le hablé a Beatriz, me argumentó que mi papá ya había declarado públicamente que ella era el amor de su vida y se puso a insultar a mi mamá. Me separé, no podía con eso. A partir de que Beatriz entró a la vida de mi papá lo empieza a manipular. Ha sido bien difícil tener una comunicación con él.”

–Bazán dice que ella influyó en Cuevas para que las heredara en vida,

–Sí heredamos. En 1996, mi papá y mi mamá, tengo las escrituras, me regalaron un departamento en la Condesa. En esto no tiene nada que ver Beatriz. La casa de Galeana 109 la puso a nombre de Beatriz. A ella la corre su esposo porque descubrió que andaba con mi papá. Ella entra de esa manera en la vida de Cuevas, con el discurso de, y a mí me lo dijo, “no puedo regresar a mi casa ni siquiera por mi libreta de teléfonos”. Entra a la casa con “perdí todo por ti”. Obviamente mi papá se hace responsable de ella. Pero Beatriz empaca todo lo que había en la casa de Galeana 109, hizo la mudanza, y yo no tengo ni una blusa de mi mamá.

–Beatriz dice también que les entregó obra de su papá…

–Mi mamá, quien ya sabía que iba a morir, nos convocó, a mí y mis hermanas, en el estudio de mi papá. Nos dijo que estaba muy angustiada porque justamente no sabía cómo protegernos. A mí me dio el departamento, y logró hacer tres carpetas, una para cada una, donde había enlistado obra gráfica, ni siquiera dibujos, para cada una en partes iguales.

“Todo fue seleccionado por Manuel Alegría, el museógrafo del museo. Fallece mi mamá y la única que se lleva su carpeta es Mariana, a París. Nosotras las dejamos en el estudio de mi papá, esto fue antes de que llegara Beatriz. Después, cuando vimos que iban a dejar la casa, le pedimos a Manuel Alegría que nos diera nuestras carpetas con la obra, y cuando me la entregan y empiezo a cotejar todo lo que estaba en las cajas, veo que me faltan muchas piezas. Le hablo a Alegría y me quejo de eso. Él me contesta que Beatriz abrió la cajas, la de Ximena y la mía, y escogió lo que se podía quedar.”

Así termina la conversación:

“Nos metimos en este torbellino, en este infierno, simplemente por querer ver a mi papá, y nada más. Y mientras mi papá no nos quiera ver, no se puede hacer nada. El que más está sufriendo es él, por la versión de que sus hijas son perversas. La verdad la tenemos nosotras, y yo duermo tranquila.”

(N. de Mari Tere Menéndez: Ignoro la situación actual, que se va a airear hoy y mañana, seguramente)

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