sábado, 11 de abril de 2015

abril 11, 2015
PANAMÁ, 11 de abril.-  Los presidentes de Estados Unidos, Barack Obama, y de Cuba, Raúl Castro, acordaron el sábado trabajar con rapidez para normalizar las relaciones y reabrir embajadas, en una reunión histórica entre los viejos enemigos de la Guerra Fría que abre una nueva era, un nuevo futuro en las relaciones interamericanas que se vio simbólicamente sellado con un apretón de manos.

En el marco de la Cumbre de las Américas, Barack Obama y Raúl Castro conversaron con cordialidad y se mostraron optimistas en lograr una nueva relación pese a las profundas diferencias ideológicas. El encuentro bilateral fue el de mayor rango en cinco décadas y fue sellado con un apretón de manos.

"No estamos en el negocio de cambiar regímenes. Estamos aquí para cerciorarnos de que el pueblo cubano tenga la libertad de moldear su propio futuro y hacer que la sociedad civil participe", aclaró Obama en rueda de prensa tras la reunión, en la que aseguró que Castro y él pudieron hablar "honestamente".



"Que esto quede bien claro: Cuba no es una amenaza para Estados Unidos", agregó, desechando la tradicional retórica de que el gobierno marxista-leninista de la isla -ubicada a 145 kilómetros de territorio estadounidense- era un peligro para la estabilidad del país más poderoso del planeta.


El líder norteamericano insistió en que su país seguirá hablando en defensa de la democracia y los derechos humanos, pero reconoció que La Habana hará lo propio con las políticas estadounidenses que quiera criticar, lo que no debe ser obstáculo para avanzar hacia una nueva convivencia.

"Nuestras tareas inmediatas incluyen normalizar relaciones diplomáticas y finalmente abrir embajadas", dijo Obama, quien posteriormente especificó que las inquietudes al respecto provienen principalmente del lado cubano.

Los líderes se sentaron uno cerca del otro y aunque no se miraban al hablar, intercambiaron algunas sonrisas ante la presencia de funcionarios de ambos países que asistieron a la charla, celebrada apenas cuatro meses después de que sorprendieron al mundo al anunciar su intención de pasar página.

"No hay que hacerse ilusiones, tenemos muchas diferencias", sostuvo el mandatario cubano, destacando que hay que tener paciencia después de la difícil relación que han mantenido los países desde el triunfo de la revolución cubana en 1959.

"Puede ser que se nos convenza de algunas cosas, pero de otras no", aseguró.

Primer paso de un largo camino

A pesar del ambiente distendido, el encuentro fue apenas un primer paso hacia la normalización de las relaciones, un plan que incluye exigencias clave de Cuba como ser retirada de la lista de países que patrocinan el terrorismo y que se levante un viejo embargo económico sobre la isla.

Obama está de acuerdo en acabar con el embargo, que impide a Cuba hacer negocios con Estados Unidos pero también complica el comercio con otras partes del mundo. Pero es el Congreso dominado por los republicanos el que debe anular la medida.

"Aprecio como un paso positivo la reciente declaración (de Obama) de que decidirá rápidamente sobre la presencia de Cuba en una lista de países patrocinadores del terrorismo en la que nunca debió estar", dijo Castro en la plenaria.

Obama dijo que tomará la decisión en los próximos días.

Después de un encendido recuento histórico sobre la injerencia política y militar histórica de Estados Unidos en la región, el octogenario líder cubano celebró los esfuerzos de Obama por enmendar los lazos bilaterales.

"Le pido disculpas porque el presidente Obama no tiene ninguna responsabilidad en nada de esto", dijo en un prolongado discurso en el que elogió la "honestidad" y los orígenes humildes del presidente estadounidense.

Obama destacó el inicio de una nueva era en las relaciones de Estados Unidos con Latinoamérica y pidió dejar atrás la historia de la Guerra Fría, luego de que el presidente de Ecuador, Rafael Correa, acusara a Washington de respaldar dictadores y dominar económicamente a la región por décadas.

"No estoy interesado en tener batallas que empezaron antes de que yo naciera", dijo el mandatario norteamericano su discurso frente a líderes latinoamericanos de izquierda como el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, con quien Washington mantiene tensas relaciones.

Respeto sin confianza

La expectativa por la cumbre era muy alta porque por primera vez todos los países de la Organización de Estados Americanos (OEA) acudieron a la cita continental de la que Cuba estuvo marginada a instancias de Estados Unidos después de haber instaurado un gobierno comunista en 1962.

Pero la esperanza de concretar el centenario sueño de una región unida e integrada sigue en entredicho por la creciente tensión entre Venezuela y Estados Unidos.

Maduro exige a Washington que derogue un controvertido decreto que califica a su país como una amenaza para la seguridad estadounidense, un reclamo que fue fervientemente apoyado por Castro y otros líderes latinoamericanos.

"Es un decreto irracional, desproporcionado, yo no me creo este cuento (...) de que fue una declaración, solamente", dijo Maduro en su discurso en la Cumbre.

Los presidentes de ambos países mantuvieron una reunión privada el sábado en la que Obama le aseguró a Maduro que no busca amenazar su país.

"Obama indicó nuestro firme apoyo a un diálogo pacífico entre las partes dentro de Venezuela. Reiteró que nuestro interés no es amenazar a Venezuela, sino apoyar la democracia, estabilidad y prosperidad en Venezuela y la región", dijo Bernadette Meehan, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional.

La Casa Blanca insiste en que la medida es un requisito para imponer sanciones sobre siete funcionarios venezolanos acusados de violar los derechos humanos en las violentas protestas que sacudieron a la nación caribeña el año pasado. Obama incluso suavizó en los últimos días el significado de su decisión. (Enrique Andrés Pretel y Anahí Rama / Reuters / La Nación / El País)