jueves, 19 de abril de 2018

abril 19, 2018
TEL AVIV, 19 de abril de 2018.- Un enorme y luminoso Maguen David (Estrella de David) confeccionado con minidrones, fuegos artificiales y vuelos de exhibición han tomado los cielos de Israel en la celebración de su 70 aniversario. Proclamada el 14 de mayo de 1948, la independencia ha sido celebrada en Israel de acuerdo al calendario judío.

Nada mejor que esta semana para constatar sus enormes contrastes. Si el miércoles los israelíes acudieron a los 52 cementerios militares y a los actos en recuerdo de los 23.646 soldados y 3134 civiles muertos en guerras y atentados en una jornada marcada por la sirena que paralizó el país durante dos minutos de recogimiento, al anochecer empezaron los festejos. En escasos minutos, pasaron del dolor de Yom HaZikaron (Día del Recuerdo) a la alegría de Yom Hatsmaut (Día de Independencia).
Exhibición aérea de aniversario. (Reuters)
La ceremonia central en el Monte Herzl (en nombre del fundador de sionismo moderno) repasó la historia del pueblo judío desde los patriarcas, la salida de la esclavitud en Egipto a la Tierra Prometida hasta las Startups del siglo XXI pasando por las cámaras de gas de Auschwitz, la declaración de independencia de David Ben Gurion y el inmediato ataque de los ejércitos árabes o las cinco Copas de Europa del Maccabi Tel Aviv.

"El pasado es la llave del futuro. El pueblo judío rechazó desaparecer. Mantuvo su fidelidad a Sion, soñó con volver a Jerusalén (....) Cuando Ben Gurion proclamó la independencia no se vino atrás incluso sabiendo que suponía una dura guerra con aquellos que intentaron evitar nuestra resurrección (nacional)", afirma el primer ministro, Benjamin Netanyahu, destacando la conversión en una potencia mundial en campos como agricultura, tecnología y emprendimiento.

De la jefa de Gobierno Golda Meir a una de las favoritas de Eurovisión, Netta Barzilai, la ceremonia hizo un recorrido visual de 70 años en los que la población se ha multiplicado por 11. De los 806.000 en 1948 a 8.842.00 (74,5% judíos, 20,9% árabes y el resto de otras minorías).

El jefe del ejército, Gadi Eizencot, acudió este jueves a la sede presidencial en Jerusalén para la condecoración tradicional de 120 soldados. En esta ocasión, bajo una enorme tensión. El ejército y el Mosad están en alerta ante las amenazas lanzadas desde Teherán sobre una "respuesta dolorosa" al ataque israelí contra efectivos y drones de la Guardia Revolucionaria iraní (siete muertos) en una base en Siria. La pregunta no es si Irán cumplirá su palabra sino cuándo y dónde.

"Decenas de miles de soldados están en guardia para detectar las amenazas enemigas, defender el país y mantenerse preparados para evitar las amenazas y hacer pagar un alto precio a los que desean hacernos daño", avisa Eizencot.

Un país muy moderno de un pueblo muy antiguo. Un país muy pequeño (de tamaño inferior a Galicia) con ingentes exámenes, desafíos, miedos, luces, sombras y la gran asignatura pendiente: lograr la paz con los palestinos y los países árabes tras haberlo hecho con Egipto (1979) y Jordania (1994).

Unidos en la celebración del 70 aniversario y en tiempos de guerra, los israelíes están divididos en el conflicto con los palestinos y la pregunta: "¿Qué hacer con los territorios ocupados en la guerra del 67?". Los últimos sondeos muestran que la mayoría sigue apoyando la solución de dos Estados (Israel y Palestina) pero al mismo tiempo no cree que sea factible hoy en día.

En la derecha sostienen que la creación de un Estado palestino y la evacuación de colonias supondrían un "premio al terrorismo y un suicidio para Israel". En la izquierda apuntan que "la ocupación con todas las injusticias que provoca un control militar sobre otro pueblo es nociva para los palestinos pero también para los israelíes".

Así piensa David Grossman. Tal y como ya nos dijo, el escritor advierte antes de recibir el Premio Israel otorgado por el Gobierno: "La solución al complejo problema de las relaciones entre israelíes y palestinos puede resumirse en una breve fórmula: si los palestinos no tienen un hogar, los israelíes tampoco lo tendrán. Y viceversa. Si Israel no es un hogar, tampoco lo será Palestina".

El undécimo país más feliz del mundo según el último índice es también el país que no tiene fronteras definitivas, en permanente conflicto con los palestinos y se fortifica con armas y tecnologías en el caótico y violento Oriente Próximo. (Sal Emergui / El Mundo)

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