miércoles, 22 de julio de 2015

julio 22, 2015
Paolo Rodari / La Repubblica

CIUDAD DEL VATICANO, 22 de julio.- Un recurso penitencial llamado "vía discretionis", que permita a los divorciados vueltos a casar acceder a los sacramentos de la Eucaristía y de la reconciliación. Esta es la propuesta que surgió durante un seminario internacional de tres días a puerta cerrada, convocado por el Consejo Pontificio para la Familia en vista del próximo Sínodo de los Obispos en octubre. Tres días de trabajo, en febrero y marzo de este año, cuyos resultados fueron publicados por la Libreria Editrice Vaticana en un grueso volumen titulado "Familia e Iglesia. Un vínculo indisoluble", bajo el cuidado de Andrea Bozzolo, Maurizio Chiodi, Giampaolo Dianin, Pierangelo Sequeri y Myriam Tinti. El seminario contó con la presencia de teólogos, moralistas, juristas eclesiásticos y laicos italianos y extranjeros que siempre se han dedicado al estudio del matrimonio y de la familia. Ningún obispo, sólo eruditos que han expresado puntos de vista heterogéneos y concretos, muchos en defensa de la indisolubilidad del matrimonio y, a raíz de las últimas audiencias generales de Francisco, de la importancia de la familia fundada en el matrimonio mismo. Pero también posiciones más abiertas, con la posibilidad de un camino que se destine a paliar, en la medida de lo posible, el sufrimiento de aquellos que han fallado. Todo en el sentido de lo que surgió de la sesión extraordinaria del Sínodo de octubre pasado, cuando Francisco, cerrando los trabajos, pidió encontrar soluciones concretas a tantas dificultades e innumerables retos a los que se enfrentan las familias."

Éste es el trabajo más avanzado hecho dentro del Vaticano sobre las heridas de la familia y sus soluciones. Por supuesto, el trabajo elaborado es puramente consultivo, no obliga a nada al Sínodo. Pero a pesar de esto, está la voluntad de mostrar, al menos por algunos teólogos, que a nivel pastoral poco puede permanecer como está. Un "nuevo comienzo" para los divorciados vueltos a casar puede ser posible, gracias a un camino penitencial que sea evaluado "caso por caso". Los teólogos escriben: "Se trata de una vía que sólo podrán recorrer aquellos que tienen fuertes motivaciones relacionadas con la fe y que no pueda mal interpretarse como una concesión frente a la indisolubilidad del matrimonio, sino que, por la misma seriedad de la ruta propuesta, podría convertirse en un fuerte énfasis en los valores en juego partiendo del valor de la indisolubilidad". 

La "via discretionis", que en sustancia combina los textos de los teólogos Xavier Lacroix (abre la eucaristía, pero no legitima un segundo matrimonio) y Paul de Clerck (supone el reconocimiento de un nuevo matrimonio, a la manera de la Iglesia Ortodoxa), sigue reglas precisas. Cada diócesis tendrá un sacerdote a cargo de seguir solamente estos casos. Si es necesario, este sacerdote estará auxiliado por un equipo de expertos. Así se verificarán las intenciones de la pareja; las razones que la llevaron a buscar la readmisión a la eucaristía. El sacerdote examinará primero el camino de la nulidad matrimonial, con el envío de la pareja al tribunal eclesiástico: a menudo, en los casos de separación, hay matrimonios que de hecho son nulos. Si la anulación no es viable, se llevará a la pareja a iniciar un proceso de penitencia. Éste no será breve y seguirá algunos pasos: "La comprensión de las razones que llevaron al fracaso del matrimonio; tomar conciencia de haber traicionado un mandato del Señor; llegar a la reconciliación con el pasado."

El camino "podría requerir la naturaleza pública de la penitencia para demostrar a la conciencia común de los cristianos cómo la reconciliación de la persona que ha fracasado en su matrimonio no significa ligereza por parte de la Iglesia en la interpretación del precepto evangélico, sino más bien el deseo de comprobar concretamente la verdadera obediencia al precepto mismo". Por último, la readmisión a los sacramentos "puede ser total o parcial." Para algunos, de hecho, el acceso a la eucaristía podría limitarse al precepto pascual.

Sobre el tema más controvertido, la validez a atribuir a las segundas nupcias, muchos teólogos han explicado que no es posible hablar de sacramento, porque el sacramento permanece único, pero se puede reconocer "el alto valor humano y espiritual de la nueva unión." Como escribe el cardenal Walter Kasper: Ahí donde hay una fe que actúa en el amor penitencia por el fracaso del primer matrimonio, un segundo matrimonio se convierte en parte de la dimensión espiritual de la vida eclesial.

Por supuesto, en octubre la última palabra será del Sínodo y finalmente del Papa. Mientras tanto, en el interior de los muros del Vaticano, existen y se contrastan nuevas soluciones, en búsqueda de una Iglesia de la acogida y la misericordia. (Traducción de Libertad de Expresión Yucatán)