martes, 27 de febrero de 2018

febrero 27, 2018
Pedro Echeverría V.

1. Desde que nací en política en 1959 odié más al PAN que al PRI; aprendí que el PAN era la derecha empresarial recalcitrante y que el PRI –aunque siempre había estado en el poder- era el partido centrista menos enemigo de los trabajadores.  Así que al mismo tiempo que luchaba contra el gobierno, combatía contra el PAN por ser peor. Sin embargo, aunque esté tras el candidato presidencial Ricardo Anaya, los siempre funestísimos delincuentes de cuello blanco Cevallos y Salinas, tengo la convicción de que el PRI y su gobierno buscan debilitar al candidato del Frente para luego dedicar todas sus fuerzas para arrinconar a López Obrador. Y créanme que para el PRI-gobierno, que cuenta con todo lo necesario, eso es facilísimo.

2. Para el gobierno y el PRI, los asuntos políticos en México han sido siempre fáciles de resolver a su favor.  Si todo se resuelve con hacer subir a Meade y bajar a AMLO en las encuestas, esto se conversa en un buen restaurante. Si todo se soluciona comprando directamente votos o mediante regalos y promesas, eso es lo más fácil del mundo; si además hay que poner a trabajar intensamente a los medios de información (TV, radio, prensa), entonces basta con girar cheques de altas denominaciones. Y si además se debe terminar de llenar las bolsas de los funcionarios  integrantes del INE, eso es comida masticada. Lo único que podría frenar realmente al gobierno es el movimiento de masas, pero éste ha sido débil y controlado.

3. Solamente una vez, en 2006, pude ver una limpia victoria de López Obrador contra el presidente hablantín Vicente Fox cuando éste pretendió desaforarlo; sobre todo aplaudí cuando la presencia de Fox  en actos masivos era repudiada con insultos, pero sin usar piedras ni resorteras. Años antes y después sólo he contabilizado derrotas para los trabajadores. A veces pienso que Fox se echó atrás porque PAN y PRI lo mal asesoraron. La realidad es que cuando el PRI y el PAN se han confrontado en los últimos 25 años, todo lo han resuelto mediante lo que se llamó la “concertacesión”, o sea tener frente a los negociadores un tablero o juego de ajedrez para mover ágilmente las fichas de intercambio de cargos “la Presidencia, por dos secretarías, 20 diputados y 10 senadores”, etcétera.

4. La política de “concertacesiones” ha estado muy presente en el gobierno y los partidos porque los procesos electorales han sido siempre una farsa; de tal manera que cuando se entregan resultados casi nadie cree en ellos. Por ello los partidos y los políticos pueden negociar incluso movimientos en los demás estado de la república; esta posibilidad le ha dado mucha fuerza a las cúpulas dirigentes. ¿Cómo es eso de que en Yucatán 2018 la gubernatura y la alcaldía de Mérida son para el PAN y fue por eso  que el muy aventajado Ramírez Marín aceptó en paz no ser él el futuro gobernador? ¿A cambio de qué? Esas políticas concertacesionista son las que demostraban que las elecciones importaban un bledo a la clase política y a la autoridad electoral.

5. Hace 45 años un alto político, viejo y enfermo, me dijo que en 1957, cuando estuvo en lo más alto de su carrera,  el PRI seleccionó como candidato a diputado a Antonio Bustillos Carriillo, pero al recocer su error le retiró apoyo y se los dio al panista José Molina Castillo, quien obtuvo la diputación. ¡Así se hacían y  hacen las cosas¡ ¿Quién no recuerda aquella concertacesión  de 1993 entre Salinas, Cevallos y Castillo Peraza que obligó a la gobernadora Sauri a renunciar porque la alcaldía de Mérida fue otorgada al panista Correa Mena cargando su derrota Paredes Lara? ¿Y la más importante -la de 1988 entre PRI y PAN- que entregó la Presidencia a Salinas a cambio del total apoyo de Salinas al PAN?

6. Por esos arreglos tradicionales entre el PRI y el PAN, que vienen desde los años 40, a los pocos años de nacer el PAN, la política electoral desplomó su credibilidad. Por ello también –por miedo a los arreglos “en lo oscurito” entre PRI y PAN, la gran marcha de Ciudad Juárez –Ciudad de México encabezada por el gobernador Javier Corral contra maniobras del gobierno de Peña Nieto, no alcanzó los apoyos necesarios. Yo en este momento apoyaría al candidato presidencial del Frente Ricardo Anaya porque estoy seguro de que es víctima del PRI, pero temo equivocarme por toda la historia de enjuagues entre esos dos partidos. ¿Qué haremos en unas cuantas semanas cuando el PRI dedique todas sus fuerzas contra López Obrador? (27/II/18)

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