jueves, 1 de febrero de 2018

febrero 01, 2018
WASHINGTON, 1 de febrero de 2018.- América no es un continente, sino un conjunto de valores. Y sobre ellos se extiende la amenazante sombra de China y Rusia, dos países que han expandido su influencia económica en la región pero que son ajenos a sus aspiraciones democráticas. Esta es la doctrina con la que el secretario de Estado, Rex Tillerson, emprende hoy su primera gira latinoamericana. El viaje, que le llevará por México, Argentina, Perú y Colombia, tendrá como protagonista un país que no visitará: Venezuela. El punto negro de la estabilidad continental. “No me molestaría que Nicolás Maduro se fuera a una playa cubana”, bromeó Tillerson.

El secretario de Estado brilló en Austin. En una conferencia en la Universidad de Texas, su alma máter, mostró la mejor cara de la Administración. Estuvo distendido, sonriente y respondió sin tapujos a las preguntas que le formuló la audiencia estudiantil. Antes leyó un discurso, de unos 40 minutos, que centró en tres puntos: economía, seguridad y democracia. Una triada sobre la que se ciernen la injerencia rusa y china. “América Latina no necesita de nuevos poderes imperiales que solo miran por su interés”, dijo.

El secretario de Estado de EE.UU., Rex Tillerson, quien acaba de llegar al Aeropuerto de la Ciudad de México. (Archivo AFP)

Economía. Tillerson defendió la idea de que América es un foco de prosperidad para Estados Unidos. Hay superávit comercial y una espesa red de intercambios económicos. En este contexto, la renegociación del Tratado de Libre Comercio supone la actualización de un acuerdo que entró en vigor en 1994. “Fue hecho antes de la era digital y de la expansión de China. Ahora necesita adaptarse a los nuevos tiempos para preservar la competitividad de la zona”, señaló el secretario del Estado. Antiguo directivo de la petrolera Exxon, Tillerson destacó las posibilidades energéticas del continente y del modelo de explotación estadounidense que han llevado a ser la primera potencia energética mundial.

Seguridad. Para el Departamento de Estados la economía y la seguridad van de la mano. A mayor prosperidad, menos delito. Bajo este enfoque, Tillerson puso el acento en el combate a las organizaciones criminales trasnacionales. Tanto por el tráfico de armas como de drogas o seres humanos. “No nos gusta reconocerlo, pero nosotros somos el principal mercado de drogas”, admitió el jefe de la diplomacia estadounidense. En este punto, anunció su deseo de fortalecer los lazos con México, atacando las fuentes de financiación de los cárteles, así como sus bases de producción y distribución, y lanzó una ligera advertencia a Colombia. “Es un fiel aliado, pero quedan retos por superar. Sigue siendo el mayor productor mundial de cocaína y el principal proveedor de Estados Unidos”, afirmó.

Democracia. El eje de la intervención de Tillerson fueron Venezuela y Cuba. Dejó claro que rechaza cualquier intervención militar contra Maduro, pero que el régimen debe volver a la Constitución y someterse a unas elecciones democráticas. A este objetivo se dirigen las sanciones adoptadas por Washington contra Caracas y que, según el secretario de Estado, han tratado de evitar el sufrimiento del pueblo venezolano. Sobre La Habana, señaló que el futuro de la relación está en manos del régimen castrista. Estados Unidos, recordó Tillerson, ya ha puesto en marcha un nuevo equilibrio basado en “apoyar al pueblo cubano, pero no al aparato militar”. “Cuba va a atravesar una transición de poder [en referencia a la próxima retirada de Raúl Castro de la jefatura del Estado] y tiene la oportunidad, tras décadas de régimen castrista, de adoptar una nueva dirección”, señaló el secretario de Estado. (Jan Martínez Ahrens / El País)

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