jueves, 1 de febrero de 2018

febrero 01, 2018
MADRID, 1 de febrero de 2018.- Elisabeth Revol se encuentra ingresada en el Hôpitaux du Pays du Mont-Blanc en Salanches, recuperándose de las graves congelaciones que arrastra desde el trágico final de su expedición con Tomek Mackiewicz al Nanga Parbat invernal. Tiene afectadas ambas manos y el pie izquierdo, y todavía necesitará unos diez días más de tratamiento en la institución hospitalaria.
Elisabeth Revol en el hospital en Francia. Es la primera mujer en lograr el ascenso al Nanga Parbat sin sherpa y sin oxígeno.

En su habitación del hospital, ha concedido una entrevista a AFP, que fue publicada ayer en la página web de esta agencia de noticias francesa. En ella, Elisabeth Revol narra en primera persona todo lo ocurrido desde la cumbre hasta que fue rescatada y evacuada, pasando por su separación de Tomek Mackiewicz. Repasamos a continuación los pasajes más destacados.

El 25 de enero era el día marcado en rojo en el calendario para intentar alcanzar la cumbre. Elisabeth Revol asegura que “nos sentíamos bien en ese momento”, justo antes de afrontar “el tramo complicado” de la pirámide somital. Iban con retraso y hacia las 17:15 horas y todavía con algunos metros por delante les asaltaron las dudas sobre si darse la vuelta. Continuaron adelante y 45 minutos más tarde, a eso de las 18:00 horas, coronaban los 8.125 metros.

Primeros problemas de Tomek Mackiewicz

En la misma cima, Tomek Mackiewicz le dijo a Elisabeth Revol que tenía problemas. “Allí Tomek me dijo ‘no veo nada’. Él no había utilizado máscara porque había un pequeño velo durante el día y al caer la noche, tenía una oftalmía. No nos tomamos ni un segundo en la cima. Fue una huída hacia abajo”.

Iniciaron el descenso con Tomek apoyándose en el hombro de Elisabeth, de noche y por un terreno complicado. “En un momento dado, él no podía respirar, se quitó la protección que llevaba delante de la boca y se comenzó a congelar. Su nariz se volvió blanca y después las manos, los pies...”

Se metieron en una grieta para refugiarse del viento, ya que Tomek Mackiewicz no tenía fuerzas para llegar hasta el campamento. Al despuntar el día, Elisabeth Revol dice que “había sangre que fluía constantemente de su boca”, claro signo de edema.

Alerta y separación de Tomek

“Alerté a todo el mundo, porque Tomek no podía descender por su cuenta”, explica Elisabeth Revol, que narra cómo se planteó el rescate: “Me dijeron: si tú desciendes a 6.000 m, te podemos recuperar y podemos recuperar a Tomek a 7.200 m. Y así fue como se hizo. No fue una decisión que yo tomara, sino que me fue impuesta”.

Así pues, le dijo a Tomek Mackiewicz que los helicópteros llegarían aquella misma tarde, que ella tenía que descender y que lo irían a recoger. Envió las coordenadas GPS de su posición, protegió a su compañero lo mejor que pudo e inició el descenso “sin coger nada, ni tienda, ni saco, nada... porque los helicópteros iban a llegar esa tarde”. Pero no llegaron.

Segunda noche a la intemperie

Tomek seguía en la grieta a 7.200 m, mientras Elisabeth había bajado hasta los 6.800 m. “Sabía que iba a salir de esa, estaba en mi agujero, temblando de frío pero no estaba en una posición desesperada. Temía más por Tomek, que estaba mucho más debilitado”. Allí, sufrió una alucinación: “venían a traerme té caliente y, como agradecimiento, tenía que darles un zapato”. Se lo sacó y tuvo el pie fuera durante cinco horas en las que sufrió congelaciones.

Los helicópteros no llegan

Al día siguiente, Elisabeth Revol decidió no moverse, para “mantener el calor” a la espera del helicóptero. Más tarde, escucha el sonido de un helicóptero sobre el glaciar, “pero era demasiado tarde y se había levantado viento”. Entendió entonces que el aparato no llegaría hasta ella y, ante el riesgo de una tercera noche al raso, cambió de idea y retomó el descenso. “Empezaba a ser una cuestión de supervivencia”, apunta.

Elisabeth Revol no recibió el sms que le informaba que Denis Urubko y Adam Bielecki iban hacia ella. “Calma, guantes húmedos, frío vivo, dolor”, son algunos de los recuerdos de esas horas de descenso nocturno. A las 3:30 horas llegaba al C2 (6.300 m). Se emociona cuando recuerda que “vi dos frontales en medio de la noche. Me puse a gritar y me dije que eso era bueno”.

Poco más tarde, Denis Urubko y Adam Bielecki –con quien había planeado subir al Everest en un proyecto que no fructificó– daban con ella. “Fue una gran emoción”.

Recuperarse y visitar a los hijos de Tomek

Preguntada sobre sus próximos planes, Elisabeth Revol señala que ahora va día a día, con el objetivo de recuperarse al máximo para evitar eventuales amputaciones y para poder “ir a ver a los niños de Tomek”. Más adelante, volverá a las montañas: “las necesito, son tan bellas”. (Desnivel)

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