sábado, 1 de julio de 2017

julio 01, 2017
LONDRES, 1 de julio de 2017.- Este 1º de julio se cumplen 20 años desde que Reino Unido le devolvió Hong Kong a China. Pero en el territorio no todo son celebraciones.

"Yo no me siento particularmente conectado con China", le dice a la BBC Lai Chun-yin, quien también tiene 20 años.

"Amo Hong Kong y me siento hongkonés. Mi generación no tiene una buena impresión de China", explica.

Como todos los habitantes de esta Región Administrativa Especial de la República Popular China, el veinteañero ha crecido bajo un sistema político y económico muy diferente del que conocen sus compatriotas del continente.

Y, como de costumbre, el aniversario de la entrega ha reavivado las preocupaciones sobre el futuro de las concesiones negociadas con los británicos para garantizar la devolución del territorio que estos arrebataron por la fuerza hace más de 150 años.

Efectivamente, la anexión británica de la isla de Hong Kong se produjo al final de la Primera Guerra del Opio, en 1842, y es uno de los primeros ejemplos de lo que luego pasó a conocerse como "la Diplomacia de las cañoneras".

La nueva jefa del ejecutivo hongkonés, Carrie Lam, juró el cargo el sábado ante el presidente chino, Xi Jinping, en un ambiente tenso, coincidiendo con el vigésimo aniversario de la retrocesión de la ciudad a China por parte de Londres. (AFP)

Para esa época, Reino Unido importaba casi todo su té de China, pero no conseguía que los habitantes del país asiático se interesaran en ninguna de las exportaciones británicas.

Hasta que la Compañía Británica de las Indias Orientales encontró un producto con el que equilibrar la desigual balanza comercial: el opio.

La droga fue rápidamente prohibida por las autoridades chinas, por lo que los británicos recurrieron a contrabandistas.

Y cuando el emperador Daoguang se quejó de que este tráfico ilegal estaba causando millones de adictos, sus protestas simplemente fueron ignoradas.

En 1839, sin embargo, las autoridades chinas confiscaron unos 20.000 cofres con opio.

Y Londres respondió enviando un pequeño ejército que en pocos años derrotó completamente a las fuerzas chinas y obligó a Pekín a firmar una paz humillante.

Entre las condiciones impuestas por el Tratado de Nanking figuraban el pago de 21 millones de dólares de plata en reparaciones y la apertura de varios de los puertos del país a todas las naves mercantes.

Y, sobre todo, la cesión a perpetuidad de la isla de Hong Kong, a la que los británicos luego le sumarían la vecina península de Kowloon en 1860.

Esta nueva concesión también fue arrancada por la fuerza, al final de la Segunda Guerra del Opio, con la que Reino Unido también obligó a China a permitir el comercio de la droga.

Y el actual territorio de Hong Kong quedó conformado en 1898, cuando China accedió al alquiler gratuito de los llamados Nuevos Territorios -y 235 islas aledañas- por un período de 99 años, que se vencía en 1997.

"Un país, dos sistemas"

Según la historiadora Diana Preston, el delegado británico que negoció la última cesión, Claude McDonald, eligió un período de 99 años porque pensaba que era "casi lo mismo que para siempre".

Pero la cada vez mayor importancia de los Nuevos Territorios -que conforman el 86% del territorio de Hong Kong y albergan a más de la mitad de la población- terminó volviendo impracticable la división de la colonia.

Y con una China cada vez más poderosa y decidida a revertir unos tratados que consideraba injustos, las conversaciones sobre una posible renovación del alquiler terminaron convirtiéndose en negociaciones sobre la devolución de todo Hong Kong.

Para 1982, cuando iniciaron las negociaciones, el territorio se había sin embargo convertido en uno de los principales centros financieros y comerciales del mundo.

Y su sistema político tampoco podía ser más diferente que el modelo comunista de la República Popular China, en donde impera un sistema de partido único desde 1949.
En reconocimiento de esas diferencias, China accedió a gobernar Hong Kong bajo el principio de "un país, dos sistemas", comprometiéndose a que el territorio disfrutaría de un "alto nivel de autonomía, excepto en defensa y relaciones exteriores" por los siguientes 50 años.

Así, en la práctica, esta Región Administrativa Especial tiene su propio sistema legal, múltiples partidos políticos y derechos que incluyen la libertad de expresión y reunión.

Y la miniconstitución que consagra estos derechos, conocida como Ley Básica, establece claramente que "el objetivo final" es que el líder del territorio sea electo "por sufragio universal" y "de acuerdo con los procedimientos democráticos".

Un asunto de democracia

El derecho a elegir directamente al jefe ejecutivo -el cargo que con la devolución vino a sustituir al gobernador que antes era nombrado por Londres- ha sido objeto de una lucha de años en la vieja colonia.

Pero, hasta el momento, este todavía es electo por un comité de 1.200 miembros, en su mayoría considerados simpatizantes de Pekín.

Además, sólo la mitad de los miembros del Consejo Legislativo -el equivalente al parlamento local- son electos directamente, con la otra mitad siendo nombrados por grupos profesionales o intereses especiales.

Y cuando en 2014 el gobierno chino dijo que iba a permitir la elección directa del jefe ejecutivo, pero solo de entre una lista de candidatos debidamente pre-aprobados por Pekín, Hong Kong vivió protestas masivas.

Además, muchos otros habitantes del territorio también ven con preocupación cómo China interviene cada vez más en otros aspectos de la política hongkonesa, por lo general en contra de su tradición más liberal.

Aunque tampoco faltan quienes quieren que el Partido Comunista de China tenga mayor influencia en los asuntos de la Región Administrativa Especial.

Y estas divisiones se hacen particularmente evidentes durante el aniversario de la devolución, especialmente en la medida que se acerca 2047.

Efectivamente, a partir de esa fecha, China ya no estará obligada a mantener la autonomía acordada con Reino Unido para el traspaso.

Algunos creen que Hong Kong debería buscar la independencia, pero China no está dispuesta a considerar esa opción.

Lo que significa que las posibilidades incluyen desde una extensión del estatus especial a la pérdida completa de autonomía.

Y con una nueva generación cada vez más politizada, la mayoría de los observadores predicen una dura batalla política por el futuro de Hong Kong. (BBC)

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