jueves, 12 de junio de 2014

junio 12, 2014
Juan Acuesta Rodríguez

Muchos de los lectores, al ver el título de esta nota, se preguntarán qué hace un servidor escribiendo de futbol. Un servidor jugó futbol desde Infantil hasta Primera Fuerza, por lo que, obvio, sé de este deporte, además de que practiqué muchas más disciplinas deportivas.

Viendo el partido inaugural del Mundial, entre Brasil y Croacia, me pude percatar de que el futbol que presentó Brasil no es el futbol de toque de magia al que estamos acostumbrados. Es un futbol de fuerza, de velocidad y de individualidades. Croacia demostró un futbol de conjunto, con trazos largos y aéreo propio del futbol europeo. El resultado de 3-1 no muestra en realidad lo que fue el partido, puesto que si lo analizamos detenidamente, el primer gol fue un autogol de Brasil. Un gol que le cayó como cubeta de agua helada a la verdeamarela y que enmudeció a toda la batucada carioca que se encontraba en el estadio, así como a todos los medios de comunicación.
El regalo a Brasil (penal). (AP / dpa)

Por otro lado, el penal, un penal que no existió y que el árbitro japonés, Nishimura, bajo la presión del país sede, del público en las gradas y del mismo equipo brasileño se lo tragó completito. Hábilmente el jugador brasileño aflojó el cuerpo y se dejó caer. Penal que la ejecución de Neymar fue potente pero ante el portero Pletikosa, con manos de cristal, muy bien la pudo haber desviado. Un portero que se demostró deficiente ante los tiros de media distancia.

El mismo Neymar, con un potente tiro a más de 30 metros de distancia, anotó otro gol ante un poste considerado portero, puesto que el tiro sí era fuerte pero no imparable.

Un tercer gol anotado por Oscar, otro tiro raso, un punterazo que de igual manera el poste que tiene Croacia como cancerbero se vio imposibilitado de detener.
Autogol de Marcelo. (Getty Images)

Considero que con un arquero con mejores facultades pudo haber hecho un mejor papel por la Selección de Croacia.

El resultado 3 a 1 que, analizándolo fríamente, debió ser 0 a 0, puesto que ninguno de los dos, más aún Brasil, demostró ese futbol de encanto, ese futbol de poder, de magia, al que estamos acostumbrados.

No con esto quiero levantar campanas al vuelo porque los dos serán rivales del seleccionado mexicano. En su momento, estos dos equipos seguramente harán los ajustes pertinentes para sus otros encuentros. Lo que sí demostraron es un futbol de fuerza y velocidad por ambas partes.
Manos de arepa. Un portero no sustentable. (Reuters)

También quedó muy clara la necesidad de que los equipos que participen en este Mundial tienen que estar muy bien hidratados, pues el índice de humedad es muy alto y el desgaste por parte de los jugadores es muy grande, ya que hasta los propios de Brasil tenían que rehidratarse.

A México mañana le espera un duro sinodal. Los africanos son altos, fuertes y veloces. Los mexicanos son de un futbol de toque lento y cadencioso. Tienen que cuidar mantener el balón en sus pies el mayor tiempo posible. Cuidar los contragolpes y el futbol aéreo, el cual domina perfectamente Camerún, y que puede ser letal para la selección nacional. Deberán ejercer muchas variantes por los extremos, por el centro, tiros de media distancia y llevar siempre el balón y los pases al ras del pasto y que se puedan incorporar sin descuidar la defensa alguno de sus laterales para jugadas de gol.

Mucho dependerá este resultado para poder pensar en avanzar más en esta contienda mundialista.  

Es cuanto.