Allá por el año de 1857, siendo candidato al Gobierno de Yucatán, solía D. Pantaleón Barrera dar largos paseos a caballo en compañía de su amigo y correligionario D. Martín Francisco Peraza.
Silenciosos y preocupados con la campaña política, volvían ambos amigos una tarde de su excursión por el camino carretero de Izamal. Casi saliendo de Tixpéual, cruzó la calzada un gran conejo. -"¡Hermoso conejo!"-dijo don Panta... y siguieron caminando; pero cuando ya llegaban a las goteras de Mérida, don Martín Francisco dijo a su vez: "Para un alcaparrado".
-"¿Un alcaparrado?"- preguntó don Pantaleón.
-"Sí, hombre, el que pudiera hacerse con aquel conejo que vimos"-contestó don Martín.
Silenciosos y preocupados con la campaña política, volvían ambos amigos una tarde de su excursión por el camino carretero de Izamal. Casi saliendo de Tixpéual, cruzó la calzada un gran conejo. -"¡Hermoso conejo!"-dijo don Panta... y siguieron caminando; pero cuando ya llegaban a las goteras de Mérida, don Martín Francisco dijo a su vez: "Para un alcaparrado".
-"¿Un alcaparrado?"- preguntó don Pantaleón.
-"Sí, hombre, el que pudiera hacerse con aquel conejo que vimos"-contestó don Martín.
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