sábado, 14 de septiembre de 2013

septiembre 14, 2013
BRASIL, 14 de septiembre.- La presidenta Dilma Rousseff pudo haber tomado este viernes la decisión de renunciar a su viaje oficial a los Estados Unidos programado para el 13 octubre, al no haber, de parte del presidente Barack Obama, las debidas explicaciones con motivo de los actos de espionaje llevados a cabo por la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) en Brasil.


La decisión la habría tomado Rousseff, según informa el diario Folha de Sâo Paulo en su edición web, después de una reunión con su consejo político en la Granja del Torto, una de las residencias oficiales de la Presidencia de la República en Brasilia. En dicha reunión participaron, entre otros, el expresidente Lula da Silva; el presidente del Partido de los Trabajadores (PT), Ruy Falcâo; Francklin Martins, exministro del Gobierno de Lula y hoy asesor especial para las Comunicaciones; y el jefe de imagen de la presidenta, Joâo Santana.

Antes de dar a Washington la noticia oficial de la anulación de la visita, que debería ser la única del presidente Obama en lo que queda del año, Rousseff se encontrará con el ministro de Asuntos Exteriores de Brasil, Luiz Alberto Figuereido, que ha estado en Washington en los últimos días para reunirse con representantes del Gobierno de Obama. Todo hace parecer que la respuesta a las exigencias puestas por el Ejecutivo brasileño para que pudiera realizarse la visita oficial de la presidenta Rousseff, han sido no sólo insuficientes sino inaceptables.

Las exigencias de Brasil habían sido muchas y concretas: la respuesta debía ser dada “por Obama y por escrito”; debía haber tenido lugar la misma semana en que Rousseff puso aquella condición. Obama debía explicar por qué Brasil y la misma presidenta, además de la multinacional Petrobras, habían sido espiados y pedir disculpas.

Rousseff se encontró durante 40 minutos con el presidente Obama en Rusia durante la última reunión del G20. El mandatario estadounidense le dijo que se tomaba la responsabilidad “personalmente” y le prometió que analizaría el caso y daría explicaciones. Al informar sobre aquella conversación, Rousseff advirtió que no se trataba de que Obama “ofreciese disculpas", sino que debería aclarar lo que la NSA espió y por qué. Además recordó que se lo dijo en inglés, “everything”, que, explicó en televisión: “significa todo”.

Desde entonces hubo también el encuentro del canciller Figuereido en Washington y aunque aún no ha relatado a la presidenta brasileña formalmente el resultado de sus encuentros con los representantes del Gobierno de Obama, las noticias que han llegado ya han sido, al parecer, descorazonadoras. Tanto es así, que en la reunión de ayer de la presidenta con su consejo político, todos estuvieron de acuerdo en que Obama hasta ahora no sólo no ha pedido disculpas, sino que tampoco ha ofrecido explicaciones convincentes y hasta dio a entender que mantendría la práctica de espiar a Brasil, según informa Folha.

Al parecer, una de las explicaciones es que ese trabajo de espionaje sobre Brasil sirve también para proteger al país. El clima en la reunión entre los asesores de Rousseff fue tan tajante que uno de los presentes llegó a decir que en este punto lo único que podría impedir que la presidenta abortase el viaje sería “que Obama viniese a Brasil a pedir disculpas, o algo equivalente”.

El expresidente Lula, que participó en la reunión, ya se había preguntado enfáticamente “qué crímenes había cometido Rousseff” para que los Estados Unidos se vieran constreñidos a espiarla a ella y a sus asesores.

En el mundo político existe, sin embargo, una cierta preocupación de que el caso pueda tener repercusiones negativas en las relaciones bilaterales entre ambos países, llamados no solo a entenderse sino a colaborar, no únicamente en sus importantes relaciones comerciales sino también por las consecuencias que podría acarrear una ruptura diplomática con Estados Unidos que, con la Administración Obama, ofreció esperanzas de un mayor interés con la región latinoamericana del que Brasil no deja de ser uno de los ejes fundamentales. (Juan Arias para El País)

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