viernes, 3 de febrero de 2017

febrero 03, 2017
Pedro Echeverría V.

1. A principios del siglo veinte se registraron acciones en el mundo como el asesinato del Zar de Rusia, colocación de explosivos en instituciones de gobierno y todo ello se dijo que eran acciones de “anarquistas”. Ha pasado ya más de un siglo y los gobiernos, empresarios, medios de información, no han podido demostrar ninguna violencia anarquista o comunista porque ninguno de ellos ha sido violento. Si se ponen al frente de las manifestaciones o los bloqueos de los trabajadores es porque son los de mayor conciencia y lo hacen para defender a los manifestantes de la salvaje agresión de los aparatos represivos de la burguesía que bloquean con escudos, toletes,  gas lacrimógeno, caballos y perros, el paso libre de quienes protestan.

2. El pueblo protesta contra sus condiciones de miseria y explotación, nunca carga armas y jamás se organiza para violentar. Yo, durante más de 50 años he visto que los violentos son la policía, el ejército, la marina, los granaderos; siempre han sido ellos los que –por órdenes de4 sus superiores- violentan todo con sus bloqueos, sus retos y prohibiciones. Ante esas experiencias de décadas hoy los chavos que primero cargaban tomates o huevos podridos, ahora cargan piedras y palos para defenderse. ¿O no deben desobedecer o levantar la mano a contra la autoridad cuando esta se ensaña contra los luchadores sociales, golpeándolos con sus armas, pateándolos en el suelo y arrastrándolos como perros?


3. En la historia los medios de información realizan enormes campañas bien pagadas contra los valerosos jóvenes rebeldes acusándolos primero de socialistas, luego de comunistas, anarquistas y terroristas. Para mí, al contrario, los jóvenes socialistas, comunistas, izquierdistas, luchadores sociales, anarquistas que conozco, son los más bondadosos, solidarios y honestos del mundo siempre dispuestos a entregar sus vidas por las transformaciones sociales en beneficio de los trabajadores. Y no la entregan de palabra, las arriesgan en sus confrontaciones contra la represión, la corrupción y luchando en las calles contra la miseria y la explotación; ponen en juego su trabajo, sus ingresos, a su familia, su libertad, su vida.

4. ¿Quién les paga para luchar?, pregunta la gente tonta, ignorante, un tanto imbécil; nadie les paga, me consta; porque su conciencia social está arraigada, enraizada, por años y décadas de luchas sociales. Conozco a muchos que no van a un restaurant, no compran ningún cacahuate, para emplear lo poco que ganan en las necesidades de la lucha social, tales como cuotas, propaganda, transporte. No debe olvidarse que cualquier movimiento de masas contra el gobierno o el sistema de explotación de estudiantes, campesinos, obreros, empleados en las calles, siempre se buscará desprestigiarlo entrevistando en la TV a la gente más nefasta. Sin embargo, donde el pueblo ha despertado, no se deja engañar, menos manipular.

5. Los anarquistas (que han propagado la “Acción Directa) y los comunistas libertarios no están “contra todo”, sólo contra el sistema capitalista y todo lo que significa. Sus tres pilares son: a) lucha a muerte contra la explotación y la desigualdad, b) lucha a muerte contra el Estado y el centralismo autoritario, c) construcción de un sistema colectivo que sea autogobierno o autogestivo.  Muchos tontos se burlan pensando en que la autogestión es imposible porque como “el hombre es malo por naturaleza” buscará por todos los medios seguir dominando. Pero no se trata de individualismos o grupismo, sino de sociedades productivas, de consumo y distribución que se autoeducan para ser respetuosas y solidarias.

6. Pienso que el zapatismo, ante la imposibilidad de avanzar por el camino de la guerrilla y la lucha política abierta frente a un poderoso Estado capitalista que lo controla todo, adoptó el camino de la organización de los caracoles o los grupos de nuevo gobierno para demostrar que se puede construir un proyecto diferente al capitalismo. Han avanzado muchísimo en experiencia por ese camino, aunque se ha visto poco por el sistemático bloqueo de los medios; dependen aún en 90 por ciento del capitalismo que los rodea, pero es innegable que esas experiencias nos están sirviendo a los críticos y enemigos del capitalismo. También esa experiencia es Acción Directa porque no solo no pidieron permiso para organizarse, sino porque el Estado busca desbaratarlos para que no sigan “contaminando”.

7. Personalmente tuve en mi juventud una experiencia muy chingona de “Acción Directa” al organizar a unos 60 o 70 campesinos por unos cuatro años en Hocabá, Yucatán, mi pueblo originario. Ya trabajaba como profesor, pero se me ocurrió invitar a campesinos para escuchar discos de la Primera y Segunda Declaración de la Habana en 1962 y ello originó la creación de un círculo de seis o siete decenas de campesinos que se reunían conmigo dos o  tres veces por semana para hablar de socialismo, liberación, debate chino-soviético, trotskismo, avances y retrocesos de la revolución cubana, discrepancias del guevarismo. Imaginen a los campesinos –dos o tres iletrados- discutiendo estos temas durante cuatro años y leyendo folletos y revistas como Bohemia, Verde Olivo. En 1966 me fui al DF a residir y otros pasaron a ayudarlos. El grupo se desintegró. (3/II/17)

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