sábado, 6 de febrero de 2016

febrero 06, 2016
CIUDAD DE MÉXICO, 6 de febrero.- Una compleja maquinación eclesiástica y política, protagonizada por la Arquidiócesis de México y el gobierno del Estado de México, se urdió detrás de la historia rosa y pública del enlace religioso entre Enrique Peña Nieto y Angélica Rivera para anular en el 2009 la boda entre la actriz de Televisa y el productor de telenovelas, José Alberto El Güero Castro, realizada cinco años atrás en la Iglesia de Fátima, en la colonia Roma.

En esta trama, el cardenal Norberto Rivera decidió castigar al sacerdote José Luis Salinas Aranda, enjuiciado por el Tribunal Eclesiástico de la Arquidiócesis de México por haber “simulado” un enlace matrimonial entre Rivera y Castro en una playa de Acapulco, ignorando la validez de la boda auténtica, efectuada en la Ciudad de México, tal como consta en el acta original del 2 de diciembre de 2004.

Norberto en la Catedral Metropolitana. (Foto: Miguel Dimayuga / Proceso)

La Rota Romana, máximo tribunal eclesiástico con sede en El Vaticano, revirtió desde el 20 de noviembre de 2012 el juicio en contra del cura Salinas Aranda considerando que fue víctima de un “craso simulacro de justicia”, según consta en el documento original y en las dos traducciones del latín al español a las que tuvieron acceso Proceso y Aristegui Noticias.

El ponente de la resolución de la Rota Romana, monseñor Gerardo Mc Kay y los otros dos integrantes del tribunal, consideraron que el juicio contra el sacerdote fue “construido confusamente” porque el acusado nunca fue citado judicialmente por el Tribunal de la Arquidiócesis, nunca fue nombrado un abogado para su defensa y no se comprobó que el sacerdote hubiera intervenido como ministro de una boda falsa entre Rivera y Castro.

La condena contra el padre Salinas Aranda nunca fue enmendada por el Tribunal de la Arquidiócesis de México ni el cardenal Norberto Rivera lo restituyó en su ministerio. El cura falleció el 7 de octubre de 2015, después de una larga batalla contra el cáncer y contra la jerarquía eclesiástica de la Ciudad de México, controlada por el cardenal Rivera.

Dos años antes de morir, Salinas Aranda guardó toda la historia documental de su caso, incluyendo una extensa carta al Papa Francisco, enviada el 5 de septiembre de 2013, para exponerle lo que calificó como “un calvario por el que fui injustamente sometido” por el cardenal Norberto Rivera, pero también por los intereses políticos y mediáticos que rodearon el noviazgo y la boda entre Angélica Rivera y Enrique Peña Nieto, perfilado desde ese momento “como el candidato más fuerte hacia la Presidencia y quien actualmente es, desde hace menos de un año, el Presidente de la República”.