sábado, 24 de enero de 2015

enero 24, 2015
ROMA, Italia, 24 de enero.- Los aviones y los plátanos son radiactivos. Así como son o lo fueron lugares como Fukushima, Hiroshima y Chernóbil. Las radiaciones nucleares dan miedo y algunas puede ser muy perjudiciales, si no fatales. El periodista científico australiano Derek Muller ha emprendido un viaje por los lugares más radiactivos del mundo, y en un videorreportaje compara los valores de estos sitios con los naturales de la Tierra.


Este tipo de radiación, de hecho, para ser más precisos, ser llamada ionizante, está alrededor de nosotros en cada momento. Incluso comer un plátano nos expone a una cantidad mínima de radiación ionizante debido al potasio que contiene. La unidad es el Sievert y para tener un parangón basta considerar que si un hombre estuviera sujeto incluso por un corto período a un valor mayor que 2 Sieverts, moriría poco después.

Comparación de diferentes fuentes de radiación ionizante. El rectángulo más chico representa la cantidad de emisiones que recibimos de forma natural de la Tierra en un año, alrededor de 2,000 microsieverts, el equivalente a la radiación en 1 hora en el sótano del hospital de Pripyat, cerca de Chernobyl. Eb una tomografía axial computarizada de tórax un paciente se somete a 7,000 microsieverts, unos 3 años de radiación terrestre natural. Los habitantes de Fukushima reciben cerca de 10 mil microsieverts en el transcurso de su vida. El límite de radiación a la que pueda estar sometido un trabajador, de acuerdo con la ley estadounidense, es de 50,000 microsieverts al año. Los astronautas en la estación espacial en 6 meses reciben 80 mil microsieverts. Los pulmones de los fumadores reciben cerca de 160,000 microsieverts por año, debido al contenido de polonio en los cigarrillos.

 Las emisiones de radio producidas naturalmente cada hora desde la Tierra, a la que estamos todos sujetos, miden entre 0.1 y 0.2 microsieverts o 1 / 10.000,000 de 1 Sievert, cerca de la cantidad a la que estamos expuestos al comer un plátano. Con su contador Geiger, Muller midió los valores en algunos de los lugares que han experimentadoalta radiactividad: Fukushima, el desierto de Nuevo México donde se efectuó la prueba Trinity, de las primeras bombas nucleares, el estudio donde trabajaba Marie Curie, las minas de uranio en la República Checa -a veces con resultados inesperados. Por ejemplo, una hora frente al reactor número 4 de Chernóbil que explotó en 1986, equivalente a la cantidad de radiación a la que se somete durante un ortopanorámica, aproximadamente 5 microsieverts (50 plátanos); cifras que podrían ser mayores si las capas de la superficie del suelo, y por lo tanto más radiactivo, no hubiesen sido retiradas y enterradas en otro lugar, tal y como está ocurriendo en Fukushima.


Los que temen los efectos de la radiación quizá deberían evitar viajar en avión -explica a Repubblica Muller-. Nunca me imaginé que en los aviones estamos expuestos a valores hasta 30 veces mayores que en la Tierra debido a la ausencia de atmósfera que nos protege como un filtro. En cambio, la opinión generalizada de que los teléfonos móviles y hornos de microondas producen radiación ionizante no es cierta, como demuestran mis mediciones".

Niveles 15 veces superiores a los de la Tierra todavía están presentes en el estudio de la científica Marie Curie. Esta radiactividad, sin embargo, no es uniforme en todo el Instituto, sólo en la perilla de la puerta de su laboratorio: el punto que ella tocaba más a menudo cuando, después de los experimentos, todavía permanecía en estado radiogénico. Un lugar de pesadilla del reportaje es el sótano del hospital de Pripyat, adonde, inmediatamente después de la explosión de Chernóbil, fueron llevados los bomberos que combatieron el incendio. Aquí Muller tuvo que cubrirse totalmente con ropa especial y usar una máscara para respirar.

Las imágenes son apocalípticas, por todos lados ropa y zapatos esparcidos por el suelo, tan contaminados que después de 30 años el contador sigue sonando y detecta 1,500 microsieverts por hora, o sea, 2.000 veces la dosis de radiación terrestre en un año: "Estuve en ese sótano oscuro durante no más de cinco minutos -dice Muller- y ha sido el lugar más macabro:. se siente todavía en el aire la muerte de muchas personas en circunstancias terribles. Salido de allí también recorrí el resto de la ciudad fantasma -Muller continúa- y entré en el Teatro del Palacio de la Cultura. Fue una sala hermosa y refinada, me podía imaginar al público y los actores en el escenario. Ahora sólo hay destrucción y desolación.

"Encontrar elementos familiares pero tan destruidos y abandonados es lo que más me impresionó". Pero el elemento que a la mayoría la toma por sorpresa son las conclusiones del informe completo, que saldrá en la televisión en Europa, EE.UU. y Australia a finales de julio. Quien recibe las mayores dosis de radiación ionizante son los pulmones de los fumadores. Aunque no fue posible medirlas con el contador Geiger, Muller expone un estudio hecho años anteriores: "Debido a las altas concentraciones de polonio en los cigarrillos, una sola parte del cuerpo se expone a 160 microsieverts al año. Nunca había pensado en los cigarrillos en estos términos". (Elis Viettone / Repubblica)