miércoles, 7 de febrero de 2018

febrero 07, 2018
BOGOTÁ, 7 de febrero de 2018.- La frontera entre Colombia y Venezuela nunca ha sido un lecho de rosas. Con poco más de 2.200 kilómetros de extensión, históricamente ha marcado puntos de encuentro y desencuentro entre los dos países. Una frontera viva que para miles de venezolanos marca hoy el borde entre la ilusión por una mejor vida y la lucha por no desfallecer, por la supervivencia.

Pero el éxodo de venezolanos, que se ha disparado en el último año, está desbordando a las autoridades colombianas, ante la necesidad de gestionar la llegada de cientos de miles de personas procedentes del país vecino, que huyen de la miseria, la escasez de alimentos y la falta de medicinas, además de la persecución política, que sufren bajo el régimen de Nicolás Maduro.

Venezolanos cruzan el puente Simón Bolívar, que separa San Antonio del Táchira y Cúcuta (Colombia). (AFP)

Ante la grave crisis humanitaria en que está derivando esta llegada masiva de venezolanos, con muchos de ellos durmiendo en parques y calles en condiciones deplorables, el alcalde de la ciudad fronteriza de Cúcuta, César Rojas, ha pedido al presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, que declare la emergencia social en la ciudad fronteriza.

Santos viajará precisamente este jueves a la frontera entre los dos países para verificar los avances en la gestión de la crisis y procurar la coordinación entre las distintas entidades, que suele ser una de las principales fallas en estas crisis: muchos tratando de hacer algo y todos logrando poco. Tal como avanzó el pasado lunes a gobernadores y alcaldes fronterizos con los que habló, pondrá el énfasis en un plan de atención que cubra especialmente los asuntos de salud (el año pasado se atendieron 24.727 urgencias frente a 1.475 en 2015), educación, atención a menores desprotegidos, mayores y familias en situación de vulnerabilidad.

Sin embargo, la presencia del mandatario y otras autoridades regionales o locales, así como la reciente del procurador, no será suficiente para resolver de una vez por todas la situación que se vive en la frontera, a la que se suma ser una zona de bajo desarrollo, históricamente desatendida por los gobiernos de turno.

La crisis humanitaria que sufre Venezuela se traslada con cifras alarmantes hasta la frontera colombiana –sin incluir a Brasil y Guyana, que tienen su propia ola de migrantes venezolanos–: en el último año han entrado a Colombia 750.000 venezolanos, de los cuales unos 340.000 permanecen con estatus migratorio irregular, lo que informalmente se denomina como «ilegales». Solo en el mes de enero de 2018 entraron en el país 47.095, según los datos oficiales.

Se estima que uno de cada tres venezolanos que llega se queda en el país. El resto va de paso hacia el sur, camino a Ecuador, Perú y hasta Argentina. Algunos hacen pie temporal y toman un respiro antes de encaminarse al norte, hacia Estados Unidos o, eventualmente, dar el salto a Europa. Pero estos son los menos, pues los venezolanos con recursos para hacer semejante esfuerzo ya hace tiempo que se marcharon de su país. (Poly Martínez / ABC)

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