martes, 13 de enero de 2015

enero 13, 2015
Gilberto Avilez Tax

Camino bordeado de flores de tajonal. Fotografía de José Ic Xec.

De las flores de tajonal, esas de color amarillo que bordean los caminos de los pueblos de Yucatán, las abejitas meliponas, "culinas", extraen el mejor néctar para hacer ese llanto dulce de los dioses antiguos que imantan los viejos caminos de la Península.

La miel de tajonal, decía mi abuelo, es la mejor de todas; esa miel meliflua con la que embarramos la yuca, con la que los milperos endulzan el pozol, y los chiquitos gordos las "barras" de pan.

No existe la palabra tajonal en el diccionario de los monárquicos, pero en Yucatán todos sabemos que, cuando el tajonal florece, los caminos de los pueblos se bañan como soles resplandecientes.