lunes, 10 de noviembre de 2014

noviembre 10, 2014
ANCHORAGE, Alaska, 10 de noviembre.- No traía buena cara. En un improvisado atril colocado en una de las salas VIP del aeropuerto de Anchorage, Alaska, el Presidente Enrique Peña expresó: "Es inaceptable que alguien pretenda utilizar esta tragedia para justificar su violencia. No se puede exigir justicia actuando con violencia".

Eran las 9 y media de la mañana del domingo, hora de Alaska. Mediodía de México. Tras ocho horas de vuelo, era la primera escala rumbo a Beijing (Pekín), donde el Presidente participará en la cumbre de líderes de APEC.


Las salas están vacías. En la pista apenas se divisan dos aviones azules de Korean Airlines y otro par de Alaska Airlines.


El Presidente lee una declaración en nueve minutos, tres de los cuales se destinan a Ayotzinapa.

Peña imposta. Habla de que México está en "duelo nacional" tras la información dicha el pasado viernes por el Procurador General, Jesús Murillo Karam, quien reveló que los 43 normalistas guerrerenses secuestrados en septiembre fueron asesinados e incinerados en un basurero municipal.

"Los mexicanos, hay que decirlo, estamos dolidos por lo ocurrido en Iguala; es un acto abominable y atroz que genera indignación y dolor. El Gobierno por igual acompaña a la sociedad mexicana en este sentimiento de duelo", dijo.

Con voz grave señaló que "Ayotzinapa es llamado a la justicia, es un llamado a la paz y a la unidad. No a la violencia ni a la confrontación".

Y partió a la condena de la violencia. No aludió en específico a los hechos del Palacio Nacional, cuya puerta central fue horadada por manifestantes que lanzaron una bomba molotov y golpearon con vallas la aduana de madera. Simplemente se infiere que su condena iba dirigida a la violenta noche del sábado.

"Los mexicanos decimos no a la violencia. Esta no es una expresión del Gobierno; este es un sentimiento genuino de la sociedad mexicana que dice no a la violencia. Decimos sí a la justicia, al orden, a la armonía, a la tranquilidad", dijo.

Insistió en que los hechos de Iguala deben motivar a la reflexión "para emprender un camino que permita mejorar aquellas instituciones del Estado mexicano que enfrentan debilidad".

Pidió hacerlo por la vía del "diálogo, del acuerdo, de la aportación de ideas, de una actitud constructiva y propositiva, no a través de la violencia".

A su lado estaba el Canciller José Antonio Meade, también con rostro duro. Faltaban 13 horas de vuelo. (Reforma / Excélsior)