jueves, 8 de junio de 2017

junio 08, 2017
Pedro Echeverría V.

1. En la izquierda siempre tenemos la razón en nuestras luchas, pero no contamos con la fuerza del pueblo; somos, como diría Marx, “clase en sí, pero no para sí”; es decir, somos una gran mayoría explotada y miserable con una conciencia profundamente penetrada por el capitalismo: amor a la propiedad privada, al dinero, al individualismo, a la competencia, a los méritos. Esa conciencia egoísta es en 99 por ciento heredada de padres a hijos y reconfirmada por la familia, la iglesia, la escuela, en el trabajo, en las relaciones sociales. Lo veo en los niños que al nacer les enseñan “lo que es bueno” en la sociedad capitalista y les prohíben o alejan “lo que es malo”, según las costumbres impuestas por el capitalismo.

2. ¿Recuerdan aquel locutor de Televisa que llegó a ser un hombre más poderoso que la Secretaría de Educación en este país que entonces tenía de 80 a 100 millones de habitantes? Comenzaba su programa televisivo a las 10 de la noche y todos esperaban las “verdades” que diría o lo que llegara a anunciar. Al otro día el chisme caliente: “lo dijo Jacobo (Zabludovsky) anoche y es la verdad”. Dijo; a) Que el gobierno, por el cariño a México, sólo se dedica a servir al pueblo; b) Que el gobierno de los EEUU, al ser nuestro vecino, siempre está preocupado por nuestro país; c) Que los empresarios siempre son justos al crear empleos y pagar buenos salarios; d) Que la salud y la educación han sido siempre del interés máximo del gobierno.

3. En la izquierda siempre nos dedicábamos a mentarle la madre a la TV para desahogarnos, pero Televisa era vista y escuchada por el 90 por ciento de la población de México y parte de América Latina. Mientras nos revolcábamos con nuestro coraje, Televisa y demás medios de información, seguían vomitando esos noticiarios basura. En tanto escribíamos pequeños artículos que nadie quería publicar, Televisa se veía en todo México y parte del mundo. Me preguntaba: ¿Cómo carajos vamos a competir con nuestros pequeños círculos de obreros de 10 compañeros cuando televisa le llegaba a 100 millones? Y en todas las manifestaciones en las calles lanzábamos nuestro coraje, mientras en los medios de información se veían las novelas y los noticiarios.

4. Pienso que, aunque el francés Althusser o la chilena Harneker con su estructuralismo no me convencieron, tuvieron razón al afirmar que “la ideología dominante en una sociedad es la ideología de la clase dominante”, es decir, el 99 por ciento de la población piensa, practica y aplica el pensamiento, la ideología de la clase más poderosa. Yo fui profesor de 1960 a 2002 en todos los niveles y, aunque siempre luché en las calles y plazas contra todas las normas establecidas, el 99.9 de mis alumnos siguieron las reglas y las normas capitalistas. Por ello puedo reafirmar –como lo he pensado más de 50 años- que en las escuelas públicas y privadas no se hacen revolucionarios y los pocos pensadores que salen de allí son producto del autodidactismo.

5. Por ello reitero: La política no es un asunto de razón sino de fuerza. La fuerza de la clase dominante no es sólo por controlar el ejército, la policía, los tribunales, los jueces, las leyes, las cárceles, sino esencialmente por el control ideológico que se aprovecha de las costumbres y las tradiciones. Alguien ha escrito que nosotros somos “natura y cultura”, que todo en nuestro pensamiento es aprendizaje, imitación, conveniencia, adaptación. Si no somos “ultras”, radicales, para echar por la borda, en la práctica cotidiana el pensamiento capitalismo, seguiremos haciendo teatro, en la farsa por transformar y luchar contra un sistema que se niega a morir. Por ello, como diría Cioran: Necesitamos un pensamiento que sea capaz de transformar el universo. (8/VI/17)