miércoles, 13 de agosto de 2014

agosto 13, 2014
Carlos Loret de Mola Álvarez / 13-VIII-14

El diagnóstico oficial sobre el caos que se generó en las autopistas del país por el cambio de la tarjeta de peaje IAVE salpica al grupo empresarial del hombre más rico del mundo.

La historia denuncia ocultamiento de información, bloqueos tramposos a aspirantes a competidores, intenciones de retener un virtual monopolio a toda costa, de no perder un negocio de 30 millones de dólares… aunque los usuarios se amuelen. Nada que no se haya visto hacer antes al Grupo Carso en otros sectores de su aplastante influencia económica. 


Esta es la ruta:


Carso, de Carlos Slim, es dueño de la mitad de la empresa I+D, que controla el telepeaje en la inmensa mayoría de las autopistas del país a través de las famosas tarjetas IAVE. La otra mitad es de BBVA-Bancomer, que ha sabido mantenerse al margen del escándalo.

Durante los once años que así dominó el telepeaje en el país, I+D no invirtió para modernizar sus lectores de tarjetas, mantuvo tecnología obsoleta, convenció al gobierno de no regularlo, de ir extendiendo su contrato aunque fallaran sus sistemas, aunque los tags de los usuarios a veces servían pero a veces no, etcétera.

Al llegar el gobierno de Enrique Peña Nieto, con Gerardo Ruiz Esparza como secretario de Comunicaciones y Transportes, se decidió renovar el contrato para mejorar tales condiciones. Grupo Carso no quiso participar: quería todo el pastel, y a la antigüita.

Ante ello, concursaron la operación del pago electrónico en la red carretera. Entre seis participantes, ganó el consorcio Telepeaje Dinámico, cuyos integrantes más visibles son el empresario Arturo Alcántara, dueño de VivaAerobus, y los españoles de Azvi. I+D debía hacer la entrega y Telepeaje Dinámico arrancar el nuevo proyecto.

Pero aquello fracasó estrepitosamente en la fecha programada, el 1 de agosto, y las molestias a los usuarios fueron noticia nacional.

Según el mismo diagnóstico oficial de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, el caos generado tuvo diversas responsabilidades:

El gobierno falló en permitir que el viejo operador y el nuevo operador prolongaran sus negociaciones de entrega-recepción hasta empalmarse con la implementación de la nueva tecnología.

Telepeaje Dinámico falló en subestimar el tamaño del animal que estaba por recibir y la importancia de los vehículos particulares —y no sólo los de carga— en el flujo carretero.

I+D, con Grupo Carso al frente, ocultó información al nuevo operador, retrasó las negociaciones innecesariamente, peleando por centavitos, trató de quebrar al nuevo esquema para mantener su negocio, fue descortés en el proceso de entrega-recepción y sembró la semilla del caos.

(Uno de mis trabajos es en Televisa, empresa que mantiene una disputa pública con Carso. Estoy a favor de que quienes opinen sobre temas que involucren a las empresas para las que trabajan o de las que reciben dinero, transparenten sus posibles conflictos de interés. Lástima que muchos los siguen ocultando).

SACIAMORBOS

Cualquier similitud con los celulares seguro es coincidencia.