lunes, 17 de agosto de 2020

agosto 17, 2020
MOSCÚ, Rusia, 17 de agosto de 2020.- Aunque en los círculos de poder rusos consideran a Alexánder Lukashenko un «cadáver político», el dictador bielorruso no piensa claudicar. Cerró ayer filas con los suyos en un mitin junto a la sede del Gobierno, rechazó entregar el poder y repetir las elecciones y recurrió a la manida escenificación, tan socorrida para los déspotas, de presentar a Bielorrusia como una fortaleza asediada por terribles enemigos. Lukashenko agitó el fantasma de una supuesta intervención de la OTAN contra su país y, en un nuevo aspaviento de afectación alarmista, telefoneó otra vez al presidente Vladímir Putin para volverle a pedir ayuda.

Durante un mitin celebrado ayer en medio de descomunales medidas de seguridad en la plaza de la Independencia de Minsk, junto a la Casa del Gobierno, Lukashenko dijo que «ni muerto permitiré que alguien entregue nuestro país». Declaró que «repetir las elecciones como nos demandan Lituania, Letonia y, lamentablemente, nuestra querida Ucrania, supondría la muerte de Bielorrusia como Estado y como Nación, caeríamos en barrena».

Alexánder Lukashenko da un discurso en un mitin de sus partidarios cerca de la Casa de Gobierno en la Plaza de la Independencia, en Minsk. (Reuters)

En la plaza había unas 3.000 personas, muchas de ellas llegadas en autobuses especialmente fletados por las autoridades, según mostraban varios vídeos difundidos por la oposición en las redes sociales. «No os he llamado para que me defendáis, aunque también, sino para que defendamos nuestros país, su independencia, nuestras familias, esposas, hermanas e hijas», pronunció Lukashenko ante los presentes.

Afirmó también que «hay tanques y aviones a 15 minutos de vuelo de nuestras frontera. La tropas de la OTAN hacen rechinar las orugas de sus tanques junto a nuestra puerta». «Nos proponen un nuevo gobierno y lo han formado ya en el extranjero, dos incluso, y no se ponen de acuerdo cuál de ellos nos va a gobernar. Pero nosotros necesitamos el nuestro y nosotros lo formaremos», subrayó.

El politólogo ruso, Valeri Solovéi, cree que «Lukashenko ha perdido toda legitimidad. Da la sensación de que intentar hacer algo para retener el poder se presenta como inútil». Solovéi estima que el mitin de ayer «supone echar más leña al fuego y causar más irritación a la sociedad». A su juicio, lo que debería hacer es «abrirse a la población, pedir disculpas, iniciar un proceso de negociación con la oposición y alcanzar un compromiso». «Seguir haciendo lo que le aconsejan sus tecnólogos, posiblemente rusos, ha dejado de tener sentido», señaló, citado por la radio Eco de Moscú.

Tras su conversación telefónica del sábado con Putin, Lukashenko volvió a llamar ayer otra vez al jefe del Kremlin. En el comunicado de la Presidencia rusa difundido a través de su página web se afirma que «ambos líderes ratificaron su disposición a reaccionar conjuntamente ante el agravamiento de la situación en términos de amenazas externas de acuerdo con lo establecido en el Tratado de la Unión Estatal y, si fuera necesario, a través de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva» (ODKB en sus siglas en ruso).

Este tratado de carácter defensivo fue suscrito por Rusia, Bielorrusia, Armenia, Kazajstán, Kirguistán y Tayikistán. Putin y Lukashenko volvieron a hablar, según la nota, de la situación actual en Bielorrusia y «la presión que desde el exterior se está ejerciendo sobre la república». El sábado, tras la primera conversación telefónica de los dos mandatarios tras estallar la crisis, Lukashenko aseguró que Putin le prometió que, en caso de solicitarlo, «garantizará la seguridad de Bielorrusia». (Rafael M. Mañueco / ABC)

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