sábado, 19 de agosto de 2017

agosto 19, 2017
BOSTON, Massachusetts, 19 de agosto de 2017.- Boston no fue Charlottesville. Esta vez no hubo muertos ni nazis armados en las calles. Sí hubo al menos 20 arrestos y varias escaramuzas, pero la violencia no se adueñó de la ciudad. Miles de personas gritaron contra el racismo y sólo unos pocos participaron en el evento que dio origen a la polémica: una concentración con algunos oradores de extrema derecha a favor de la libertad de expresión.

En una serie de tuits, Donald Trump denunció a los activistas violentos, elogió al alcalde de Boston y a la policía y aplaudió a quienes se manifestaron "contra el racismo y el odio".

I want to applaud the many protestors in Boston who are speaking out against bigotry and hate. Our country will soon come together as one!

— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) August 19, 2017


El evento a favor de la libertad de expresión se celebró en un histórico templete del Boston Common, el parque que se sitúa el centro de la ciudad. La policía acordonó el recinto con vallas para separar a los oradores de los manifestantes, que gritaban consignas en contra el racismo y de Donald Trump. La policía restringió el evento a un grupo muy pequeño de personas y no permitió acceder a los periodistas, que no pudieron escuchar a ningún orador.

“Quiero que abran la valla para poder entrar”, dijo Janet Desmond, una seguidora mayor de Trump de Charlestown (Massachusetts) que fue rodeada por los manifestantes y no pudo acceder. “Es una situación aterradora. Sólo quiero entrar y elogiar al presidente por lo que está intentando hacer”.

El acto terminó una hora antes de lo previsto y sus protagonistas abandonaron el parque en camiones y escoltados por la policía.

Un alcalde incrédulo

El día había empezado en torno a las 10 en el distrito de Roxbury, en el extremo sur de la ciudad. Allí se reunieron miles de personas convocadas por varios políticos afroamericanos y arropados por rabinos, pastores y líderes religiosos, decididos a expresar su rechazo al racismo. Muchos fueron con niños y algunos estrecharon la mano de Marty Walsh, el alcalde de Boston, que se acercó para expresar su rechazo a los extremistas que intentaban llevar la violencia a la ciudad.


“No puedo creer lo que está ocurriendo en este país”, dijo Walsh a una vecina de Boston antes de la manifestación.

Los vecinos de Boston avanzaron desde el sur hacia el Boston Common por vecindarios de inmigrantes dominicanos, indios y africanos y pasaron por delante de dos murales del líder negro Frederick Douglass, que dio alguno de los discursos más conocidos en la ciudad.

“Éste no es un problema de un grupo, no es un problema de los afroamericanos”, dijo la dominicana Ana Victoria Lamarche, que llevaba una pancarta a favor de la inmigración. “Aquí se está organizando un grupo muy peligroso, asesino, neonazi y su objetivo es hacernos desaparecer a todos. Éste es un país de inmigrantes donde nosotros tenemos los mismos derechos que tienen ellos y nosotros estamos decididos a pelear por lo que nos pertenece”.

Unos metros por delante de la marcha, avanzaba el estudiante José Martínez, envuelto en una bandera republicana española que cuenta su historia familiar. Nieto de españoles que huyeron de la Guerra Civil e hijo de venezolanos que huyeron del chavismo, Martínez estaba aquí a protestar contra el racismo pero se salió de la marcha al ver que algunos de sus promotores coreaban eslóganes comunistas.

“Este país no lo puede destruir un poder externo pero sí puede suicidarse por los fascistas o los comunistas”, dijo Martínez. “Yo no veo hoy aquí una amenaza contra la libertad de expresión de nadie. Si usted va al parque, verá nazis y confederados protegidos por la policía. Mis padres y mis abuelos huyeron del fascismo y del comunismo y por eso en esta bandera he tachado una esvástica y una hoz y un martillo. Si se termina la democracia aquí en EEUU, ¿dónde voy a huir yo?”.

Alguna escaramuza

El evento contra el que protestaban quienes avanzaban desde Roxbury estaba organizado desde hace meses y su promotor era John Medlar, un joven libertario de 23 años que quería celebrar un acto con oradores de distintas ideologías. Pero los sucesos de Charlottesville y la presencia en el cartel de algunos oradores de extrema derecha convirtió el evento en un momento importante para la ciudad.
La marcha contra el racismo llegó al Boston Common cuando ya había terminado el evento a favor de la libertad de expresión. Pero miles de manifestantes llevaban horas rodeando el templete acordonado por la policía y gritando contra los pocos oradores que pudieron entrar. (Univision / Boston Globe)

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