viernes, 4 de diciembre de 2015

diciembre 04, 2015
RIAD, 4 de diciembre.- Más de 50 personas están condenadas a muerte en Arabia Saudita. La noticia está dando la vuelta al mundo, mientras que la comunidad internacional está tomando medidas para poner fin a las ejecuciones. Arabia Saudita, según los datos publicados por Amnistía Internacional, es el país con el mayor número de ejecuciones en el mundo, después de China e Irán.

Entre 1985 y junio de 2015, han sido 2,208 personas las que murieron. Y en los últimos meses las ejecuciones parecen haber aumentado, con un incremento del 47 por ciento correspondiente a 102 personas. 

El rey Salman. (Reuters)

"Es una nueva ola que constituye un hito sombrío sin precedentes de las autoridades saudíes." Las ejecuciones son realizadas por decapitación, excepto en algunos casos en los que se utiliza el pelotón de fusilamiento. Bajo ciertas circunstancias, las ejecuciones se llevan a cabo en público, con cabezas cortadas y cadáveres que se dejan expuestos. Recientemente, además, fueron contratados más verdugos para llevar a cabo nuevas ejecuciones.

Crímenes religiosos

El sistema jurídico del país se basa en la ley islámica, la Sharia, y sus jueces son religiosos ultraconservadores de la rama sunita wahabí. En su interpretación de la sharia, los crímenes incluyen la blasfemia y apostasía religiosa, el abandono de la fe islámica, que conlleva la pena de muerte como castigo. "Una respuesta tan violenta contra una forma legítima de opinión y de expresión tiene un efecto generalizado y aterrador en la sociedad saudí", dijo David Kaye, relator especial de la ONU sobre la libertad de expresión. En enero, el rey Salman sucedió a su hermano Abdullah, considerado más liberal. A partir de marzo la monarquía lanzó una campaña militar contra los rebeldes en Yemen, matando a miles de civiles.


Entre las personas que arriesgan sus vidas, está el poeta y artista palestino Ashraf Fayadh, de 35 años, condenado por apostasía. El joven fue detenido por la policía religiosa de Arabia Saudita en 2013, y luego volvió a ser detenido en 2014 y condenado a cuatro años de prisión y 80 latigazos. Esa sentencia fue conmutada por la pena de muerte por un tribunal de apelaciones el mes pasado. En el caso de Fayadh también se movilizó la ONU. "Esta sería una ejecución arbitraria y por lo tanto ilegal, porque se basa en pruebas no confiables", dijeron los expertos en derechos humanos de las Naciones Unidas.

Menores

Otro símbolo del oscurantismo saudita es Ali al-Nimr, disidente menor de edad cuando fue detenido por participar en manifestaciones contra el gobierno. Al-Nimr es nieto del jeque Nimr Baqir al-Nimr, un prominente clérigo chiíta en Arabia Saudita del Este, al-Nimr, a su vez condenado a muerte hace un año. Con él, también Dawud Hussein al-Marhoon y Abdullah al-Zaher Hasan. Todos detenidos en diferentes momentos en el año 2012, los tres menores de edad y condenados a muerte en 2014, al término de procesos groseramente irregulares, por diversos delitos relacionados con su participación en manifestaciones contra el gobierno. "Nuestros hijos no han matado ni han herido", escribieron las madres de los condenados en una carta.

Las madres de los condenados han hecho públicos sus temores al saber que sus hijos han sido sometidos a un examen médico “inesperado” en prisión, pues creen que es señal de su ejecución inminente. Desde que los trasladaron a la prisión de Al Hair, en Riad, a principios de octubre, cuatro de los cinco activistas están recluidos en régimen de aislamiento en un ala de la prisión que alberga a los condenados a muerte.

En su carta al rey, las mujeres piden que se anulen las condenas de sus hijos y se los someta a un nuevo juicio que sea público, cumpla las normas internacionales sobre juicios justos y cuente con la asistencia de observadores independientes.

varios periódicos saudíes afines a las autoridades han informado de que hasta 55 “terroristas de Al Qaeda y de Al Awamiyya” serán ejecutados “en los próximos días”. Al Awamiyya es una zona predominantemente chií de la Provincia Oriental de Arabia Saudí, donde se celebraron manifestaciones en 2011.

“Decapitar o ejecutar de cualquier otro modo a decenas de personas en un solo día supondrá un vertiginoso descenso a cotas de horror aún más bajas para Arabia Saudí, cuyas autoridades siguen mostrando un cinismo imperturbable e incluso abierto desafío cuando dirigentes y ciudadanos de todo el mundo cuestionan su sórdido historial de uso de la pena de muerte”, ha afirmado James Lynch. (Amnistía Internacional / europapress.es)