miércoles, 25 de enero de 2017

enero 25, 2017
José Repetto

Una de las promesas de campaña del hoy presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, fue construir un muro en la frontera con México y hoy, a menos de una semana de asumir el cargo, firmará una orden ejecutiva para dicho fin.


Ciertamente un país tiene derecho a proteger su territorio de amenazas exteriores tales como el terrorismo, tráfico de drogas y armas, otros tipos de contrabando y la entrada no deseada de migrantes indocumentados.

Los medios de EUA que favorecieron descaradamente a Hillary Clinton pintaron a Trump como xenófobo y racista a pesar de que su discurso se centró en el combate a la inmigración ilegal, tanto frenando la llegada de nuevos ilegales como deportando a los que ya están en su territorio.

En este punto cabe hacer énfasis en la distinción: estar contra cualquier tipo de migración es ser xenófobo, estar contra la migración ilegal es simplemente pedir que se aplique la ley.

Muchos ilegales llegan a una comunidad sin aprender el idioma, aceptan condiciones de trabajo por debajo de las que marca la ley, lo cual constituye competencia desleal, y constituyen una carga para el sistema educativo, de salud, etc.

Entrar a un país ilegalmente en automático vuelve a uno delincuente, y defender a quienes lo hacen es hacer apología del delito.

Bajo el gobierno de Obama, que ascendió al poder bajo el lema de "esperanza y cambio", se deportó a millones de indocumentados sin que prácticamente nadie lo señalara o criticara porque en el discurso, en las apariencias, era suave y políticamente correcto, mientras que Trump se limita a decir lo que su gente quiere oír.

El hoy presidente también ha reiterado en múltiples ocasiones que México pagará por el muro. En este punto es donde muchos se rasgan las vestiduras, revuelcan de rabia y comienzan a hablar de la dignidad nacional y que debemos darnos a respetar. 

Omiten mencionar que son las condiciones de desigualdad y falta de oportunidades las que han motivado a millones a probar suerte en el país vecino. El gobierno de México es el principal responsable y por tanto es más que razonable que se le pase la factura por no solucionar este problema. Es absurdo pedirle a otro país que nos ponga por encima de sus ciudadanos.

Si no darle la razón 100 por ciento a Trump y a quienes lo apoyan, podemos tomarnos unos minutos para dejar de asumirnos como las eternas víctimas inocentes del "hombre blanco" e intentar entender por qué piensan así, por qué para muchos la idea de un muro no nace del racismo, odio ni fanatismo, sino porque ven un problema en la llegada de migrantes ilegales y quieren que se respete la ley.

Trump, si aspira a reelegirse en 2020, tiene que presentar algunos resultados a sus electores. Ahí no es como México, donde Vicente Fox prometió solucionar el conflicto de Chiapas en 15 minutos, Felipe Calderón ser el presidente del empleo y Enrique Peña Nieto que bajaría la luz y la gasolina. Ninguno de ellos cumplió y no hubo manera de castigarlos en las urnas al no existir la reelección.