sábado, 27 de febrero de 2016

febrero 27, 2016
José Repetto

Su servicio es pésimo y su comida peor

Café Chocolate. Hay que reconocer que el lugar es muy tranquilo y su patio tiene un agradable ambiente de casona del Centro Histórico. Los frappés son deliciosos. La comida, sin embargo, sabe bastante mal y el tiempo de espera por orden es bastante largo. El sabor es tan desagradable como los cuadros pornográficos, muchos de ellos grotescos, en la zona interior del local. Dos factores que dejan un mal sabor de boca en todos los sentidos imaginables. En pocas palabras: excelente café, pésimo restaurante. En Facebook, un cliente se quejó de que el trato por inbox y llamada es pésimo.

Fotografía reciente de Café Chocolate.

La Pigua. Hace algún tiempo fui a La Pigua con mi familia. El servicio era muy lento. Larga espera para al final recibir platillos caros con raciones miserables. Meseros que sonreían como bufones cada vez que se les preguntaba algo y que, tras mal atendernos, osaron preguntar por qué les dimos poca propina.

Foto de archivo de La Pigua.

Swing Pasta. No sé si sea justo considerar a un local dentro de una mini plaza un restaurante, pero así se describe este lugar. El servicio es bastante lento y los platillos simplemente mediocres, cosas que cualquier persona podría hacer en casa. Una realidad muy alejada de la experiencia que promete su cursi publicidad. En su sección de comentarios en Facebook, un cliente se quejó de que al llegar le dijeron que "tendría que salirse" a las 11.

Fachada del mini restaurante Swing Pasta publicada originalmente en su página oficial.

La Jarana. Me ganó la curiosidad y visité este restaurante cuando acababan de abrir y jamás regresé, salvo la ocasional rueda de prensa, y creo con eso todo está dicho. No le llega ni a los talones a Los Almendros o La Chaya Maya. Aparte cabe mencionar el hecho de que invade la vía pública con sus mesas, práctica abusiva que sólo se le permite a un puñado o dos de restauranteros privilegiados en el Centro Histórico.

Vista interior de La Jarana, tomada de sus redes sociales.

La Flor de Santiago. Alguna vez considerada uno de los cafés clásicos de Mérida, lo único que conserva de esos viejos tiempos es la fachada, los muebles y los cuadros. La nueva administración arruinó el concepto al poner música en vivo a todo volumen y negarse intransigentemente a bajarle, lo cual hace imposible ir a platicar en paz. Tal vez si suficiente gente se levanta y se va cuando empiece el ruido la música los dueños entiendan el mensaje.

Foto de archivo de La Flor de Santiago, años antes de que decidiera convertirse en una versión muy chafa y sin clientes de "La Negrita".

La Casa de Todos. Este lugar ha sido cateado por fuerzas policíacas en múltiples ocasiones debido a que, presuntamente, ahí se congregan personas involucradas en la venta de sustancias ilegales. En sus épocas más "intensas", los alrededores fueron un polo de riñas callejeras, asaltos y cristalazos. Fuera de eso, ni su comida ni los espectáculos que ofrece destacan en forma alguna, en especial tras el fallecimiento de Tony Hildalgo, que era de las pocas presentaciones decentes de dicho lugar. Se ostenta como un espacio de "lucha social" como lo evidencia la propaganda en su puerta e interior.

Vista reciente de la fachada de La Casa de Todos.

100% Natural. El trato que este restaurante dio a una de sus clientes, negándose a responsabilizarse por las heridas que sufrió en abril de 2013 debido a que alguien tuvo la ocurrencia de dejar una antorcha decorativa en el suelo, no debe ser olvidado. Un establecimiento que pone la integridad física y la vida de sus clientes en riesgo y carece del valor cívico para hacerse responsable por su error no sólo es un mal negocio, sino también un peligro para los consumidores, por lo cual este tipo de situaciones no deben caer en el olvido.

100% Natural dice preocuparse por la salud de las mujeres, como lo muestra esta imagen con motivo del mes de sensibilización sobre el cáncer de mama, sin embargo prefirió enfrentar escándalo y desprestigio a responsabilizarse por las lesiones que, por negligencia del establecimiento, sufrió una de sus clientes.

Éstos son, al parecer de un servidor, 7 de los peores restaurantes y café en Mérida, aunque sin duda hay más, muchos más, con servicio, alimento y ambientes mejorables.