martes, 14 de julio de 2015

julio 14, 2015
Armando "Catón" Fuentes Aguirre


El doctor Cadena era de Coahuila. No sé cómo fue a dar a Sonora. Yo, que soy de Saltillo, no sé cómo vine a dar a Saltillo. La vida te da sorpresas aun antes de empezar. Y supongo que la muerte también da sorpresas, pero hasta ahora nadie ha vivido para contarlas. De ese viaje final ninguno ha regresado. Lo dijo Shakespeare, y ese señor siempre supo muy bien lo que decía. Sonora está muy lejos. No tan lejos como Australia, claro, pero tampoco tan cerca como, digamos, Monterrey. Eso de las distancias es muy relativo. Vistas bien las cosas, en este mundo todo está tras lomita. Quién sabe en el otro. Ya veremos. Mi tía Lola dice: "Con el avión ya no hay distancias". Igual decía mi tío Aurelio hace muchos años: "Con el autobús ya no hay distancias". Y es que él viajaba en carreta de bueyes, y tardaba días en llegar de cualquier lado a cualquier parte. Eso nos enseña que todo es relativo. Menos lo relativo, que es absoluto. En fin. El doctor Cadena, como dije, se avecindó en Hermosillo, y ahí se hizo de fama. Mereció la frase consagrada con la cual los médicos de aquellos tiempos eran consagrados: "Es una eminencia". Y sí: el doctor Cadena era en verdad una eminencia. Solía dar a sus pacientes, a más de la adecuada medicina, y sin costo extra, alguna sabia admonición muy aleccionadora. Se ha dicho siempre que los consejos que se piden los da Dios, y los que se dan sin que nadie los pida los da el diablo. El doctor Cadena daba consejos muy útiles y pertinentes, y quienes los recibían le quedaban muy agradecidos, pues sus recomendaciones, aunque no fueran estrictamente de carácter médico, eran de mucha utilidad para la vida. En cierta ocasión acudió a su consultorio un muchachillo adolescente que llegó caminando con las patas abiertas. Quiero decir que había adquirido una enfermedad venérea. Fue al zumbido, o sea a la zona de tolerancia, y tuvo trato de carnalidad con una mujer poco salubre que le contagió su mal. Eso pasaba con frecuencia; era casi como un bautizo de la juventud. Pido disculpas por la comparación. A lo mejor le falto al respeto al sacramento. Pero me dejé llevar por la costumbre de la época: no sé por qué los trances eróticos eran nombrados siempre con términos sacados de la religión. Cuando un compañero tenía su primera experiencia sexual, generalmente en un burdel, decíamos para describir lo sucedido: "Ya hizo la primera comunión". Irreverente la expresión, lo reconozco, pero muy expresiva. Volvamos a la historia. El pobre muchacho traía lo que se llamaba una purgación. Que ese nombre tan malsonante no asuste a nadie. En aquellos días las enfermedades venéreas no mataban, como antes y como ahora. La sífilis ayer, el sida hoy. Mortales ambos. ¡Qué feo! Yo pertenezco a una feliz generación: cuando la sífilis, nosotros todavía no; cuando el sida, nosotros ya no. Pudimos entonces darle vuelo a la hilacha sin temor a las consecuencias. Los peores males se curaban con unos cuantos millones de unidades de la penicilina descubierta por el taumaturgo doctor Fleming. Los hombres de mi camada debemos añadir esa bienaventuranza, la de la penicilina, a la canción que dice "Gracias a la vida, que me ha dado tanto...". Se presentó, pues, con mucha vergüenza el muchachillo con el doctor Cadena, pues era el médico de su familia, y le dijo que le dolía mucho "la pipí". No estaba ya en edad de decir "la pipí", pero de momento no encontró otro término. Examinó el doctor Cadena la parte dolorida y le preguntó a su apenado visitante si sabía por qué le pasaba eso. El mozalbete se puso colorado y respondió que no. Dijo el facultativo: "A veces esto sucede por tomar el chocolate demasiado caliente". "¡Es cierto, doctor! -exclamó el adolescente, feliz porque el doctor no había adivinado la verdadera causa de su problema-. ¡Ahora que me acuerdo, hace unos días me tomé una taza de chocolate casi hirviendo!". "Ahí estuvo el mal -dictaminó el doctor-. Voy a ponerte una inyección, y te daré también unas pastillas. Con eso te vas a curar. Pero una cosa te aconsejo: la próxima vez que tomes chocolate, tómatelo con condón". FIN.