miércoles, 11 de marzo de 2015

marzo 11, 2015
MADRID, España, 11 de marzo.- Del entusiasmo a la cautela han pasado los responsables de la búsqueda de los restos del padre de la novela. Dos días después del "impresionante" hallazgo en la cripta del convento de la Trinitarias Descalzas de tablones de un féretro tachonado con las iniciales 'M.C.', el forense Francisco Etxeberria apelaba a la cautela. "No podemos confirmar nada, ni que estemos ante el féretro de Miguel de Cervantes ni que algunos de los huesos que hemos hallado en el nicho sean suyos". Su llamamiento a la prudencia contrastaba con el entusiasmo del historiador Fernando de Prado, promotor de la búsqueda de los huesos del escritor y que no alberga dudas. "Los restos de Cervantes siguen ahí y sólo falta encontrarlos" aseguraba taxativo y risueño.


Ante la fachada del convento de las Trinitarias, en el corazón del barrio de las letras, ante más de medio centenar de informadores y rodeado por un enjambre de cámaras y micrófonos Etxeberria pidió calma, prudencia y tiempo. Confirmó el "impresionante" hallazgo de los restos "muy deteriorados" de un féretro de madera con las iniciales 'M.C.' conformadas con tachuelas. También que en el nicho, el primero que se calaba, había una amalgama de huesos humanos, escombros de todo tipo y vestigios de calzado y material textil.


Pero ninguna de las evidencias ni los análisis preliminares de los huesos "permiten decir que estemos ante los huesos de Cervantes o su féretro". En el nicho había huesos de un decena de personas, de adultos, mujeres y niños, pero ninguno se corresponde con un varón de 69 años, desdentado, con la mano izquierda atrofiada, con la columna vertebral torcida y quizá con restos de plomo procedentes de los arcabuzazos que Cervantes recibió en Lepanto tanto en el brazo como en el esternón.

Despacio

"Los trabajos de identificación acaban de empezar y avanzan despacio" asegura la arqueóloga Almudena García Rubio, responsable junto a Etxeberria del equipo de una treintena de especialistas. Para ella, el contenido del nicho es prueba de que a lo largo de los siglos se han producido remociones a amontonamiento de distintos enterramientos "lo que complicará notablemente la búsqueda". Habrá que seguir pues con la cala de los 35 nichos y siete enterramientos restantes de la cripta para ver si en alguno de ellos reposa la osamenta del creador de Don Quijote y Sancho, muerto el 23 de abril de 1616.

Fue el sábado cuando los técnicos destaparon el nicho número uno y dieron con los restos que dispararon una euforia que ahora se trata de aplacar. Se sitúa en la parte inferior izquierda de la cripta, pegado al suelo y muy castigado por la humedad. Juno a las maderas casi desintegradas del féretro había "arena, tejas, ladrillos, restos óseos también muy deteriorados, y ningún cráneo completo" confirmó Etxeberria que dirige la fase forense y osteológica de la investigación.

"No podemos verificar ni confirmar nada. Lo de las dos letras puede ser muy interesante, pero en el plano antropológico no hay ningún avance", reiteraba el forense. Aseguró Etxeberria que no habrá prueba de ADN y eludió comprometer un plazo concreto para ofrecer certezas sobre la presencia o ausencia de los restos del genial escritor en la cripta.

Una certeza que sí parece tener el historiador Fernando de Prado, impulsor de la búsqueda de los restos de Cervantes, cuya segunda fase tiene un coste de 50.000 euros. "La información que tenemos es coincidente y no hay ninguna duda de que los restos de Cervantes están ahí dentro y de que los vamos a encontrar", aventuraba. "Aunque las iniciales que se ha hallado en el féretro podrían ser muchas cosas, de Mario Conde a María Castaña -ironizaba- para mí ha sido un hallazgo ilusionante". "Estoy convencido de que los huesos está ahí y que no han salido de este recinto, de modo que los encontraremos" insistía.

A pesar de su entusiasmo, admite que los técnicos afrontan "un trabajo exhaustivo y profesional" cuyo resultado "no puede dejar lugar a ninguna duda". "Las iniciales son unas iniciales, una pista que puede significar algo o no. Está pendiente el contexto de lo que se encuentre. No se puede hacer un análisis sin tener todos los datos porque podría comprometer el resultado final. Ha habido muchos nervios por el hallazgo pero deben hablar los profesionales".

Explicó de Prado que en el siglo XVII era muy habitual tachonar con iniciales unos ataúdes que se solían decorar con crucifijos y otros ornamentos. "No tiene nada de raro y la costumbre se mantuvo viva casi hasta el XIX". (Miguel Lorenci / diariosur.es / Foto EFE)