sábado, 10 de agosto de 2013

agosto 10, 2013
MÉXICO, 10 de agosto.- Desde la perspectiva cultural, religiosa y filosófica existen diversas consideraciones para declarar la muerte de un individuo, pero para la ciencia médica está muy claro que la vida del ser humano culmina cuando cesa la actividad cardiaca y respiratoria, y no se reportan señales de reflejos en el sistema nervioso.

A lo largo de la historia, la muerte siempre ha sido vista con miedo tanto por quienes creen que constituye el final de la existencia como por aquellos que temen a la incertidumbre de un "más allá".

A pesar de los esfuerzos científicos y tecnológicos, el ser humano no encuentra aún un  procedimiento que revierta la muerte de una persona después de varias horas de que su corazón haya dejado de latir, ¿o sí?

Sam Parnia, investigador y médico de la Universidad de Medicina Stony Brook de Nueva York, ha causado controversia con sus aseveraciones sobre que, en el futuro, la muerte podría ser una condición reversible 12 o hasta 24 horas después de que una persona haya fallecido.

Aunque existen casos en los que el fin de la vida puede ser impedida a través de reanimación y otras técnicas, los estándares científicos coinciden en que deben ser aplicadas inmediatamente después de que el paciente ha colapsado además de que estos procedimientos tienen una tasa pequeña de éxito.

Parnia, especialista en el campo de la resucitación, considera que los médicos podrían tener mayor éxito al “revertir” la muerte en los próximos 20 años si se trabaja con drogas inyectables que desaceleren el proceso de la muerte celular tanto en el cerebro como en diversos órganos del cuerpo, así como capacitar a profesionales que se especialicen en el campo de la reanimación.

En una entrevista que concedió a la revista alemana Der Spiegel, Parnia explicó que para poder comprender su teoría es necesario observar a la muerte como un proceso y no un momento fijo: “desde una perspectiva celular, (la muerte) es un proceso que ocurre a diferentes velocidades en los diferentes tejidos del cuerpo una vez que el corazón se detiene”.

Médicamente es posible reanimar a una persona con uno o varios procedimientos de emergencia cuando ha dejado de respirar y su corazón no palpita, el más común es conocido como Reanimación CardioPulmonar (RCP).

“La reanimación es un proceso muy amplio y es una cadena de procedimientos básicos para salvar la vida de un paciente, en la que se combina la asistencia respiratoria y compresiones cardiacas. Éstas se aplican a todo tipo de pacientes, desde un niño hasta  un anciano, aunque existen limitaciones dependiendo si el paciente presenta algún tipo de trauma, una lesión, un atropellamiento, pero esto no representa una contraindicación”, explicó en entrevista con Excélsior la doctora Alba Brenda Daniel Guerrero.

La también académica de Integración de Ciencias Médicas en la Universidad Nacional Autónoma de México, afirmó que de acuerdo con normas internacionales como la de American Heart Association este tipo de auxilio debe de aplicarse 20 minutos después de que el paro cardiorrespiratorio se ha detectado. 

“Cualquier paciente que no tenga estos signos debe recibir inmediatamente RCP, una vez que iniciamos maniobras tenemos hasta 20 minutos para declarar la muerte o queda en nuestra consideración seguir dando maniobras”.

De acuerdo con Daniel Guerrero resulta difícil aplicar estas técnicas por más tiempo debido a que es poca la probabilidad de sobrevivencia además de que durante los primeros cinco minutos de pérdida de conciencia el flujo sanguíneo en el cerebro disminuye, lo que provoca daños cerebrales que son irreversibles.

Sin embargo, para Sam Parnia promotor de resucitar a ciertos pacientes después de varias horas de muertos, consideró que llevando a cabo un procedimiento correcto puede tomar horas antes de que las células cerebrales mueran: “el periodo realmente peligroso para el cerebro es después de reiniciar el corazón y cuando la persona vuelve a la vida. Una de las razones de esto es que cuando se reinicia el flujo de sangre al cerebro, el cual no ha recibido sangre por algún tiempo, el propio oxigeno se vuelve tóxico”.

Para minimizar ese daño Parnia propone planes de resucitación integrales que incluyen iniciar las compresiones cardiacas inmediatas, primero a mano y luego con máquinas, para después enfriar el cuerpo de una persona de 37 a 32 grados, lo que provoca la reducción de niveles de oxigenación en el cerebro y la generación de químicos como peróxido de hidrógeno en el cerebro.

El especialista en reanimación destacó que su pronunciamiento no resulta una técnica desconocida o nueva en el campo de la medicina, sino todo lo contario, pero  quela implementación de estos avances médicos en las instituciones de salud no son adoptadas frecuentemente. 

“La realidad es que  preservar el cerebro requiere de expertos neurológicos, como si no fuera ya muy complicado. También puede requerir de expertos en el manejo del ventilador, junto con expertos cardiacos. Ningún médico se espera que sea especialista en tres áreas diferentes, cada uno hace lo que mejor puede hacer desde su perspectiva”, afirmó Parnia.

La formación de especialistas en reanimación con base en los estándares del siglo 21 podría desempeñar un papel protagónico en el tratamiento de muchas condiciones e incluso esto representaría una forma exitosa de evitar la muerte de personas jóvenes aparentemente sanas que de pronto son atacadas por paros cardiacos.

El especialista, cuyas afirmaciones ya fueron nombradas el “Efecto Lázaro”, fue cuidadoso en remarcar que no se refiere a salvar la vida de todas las personas, como aquellas que sufren de enfermedades que no son tratables como cáncer o infecciones por patógenos resistentes, pero sí a las que sufren ataques de corazón o pérdida de sangre.

En opinión del doctor Eduardo Acosta Arreguín, académico de la Facultad de Medicina en la Universidad Nacional Autónoma de México, la información que divulga Parnia es bien conocida por los profesionales de la medicina, la novedad consiste en  poder reanimar a una persona después de 12 o 24 horas de fallecida.

“Como médicos tenemos la tendencia y responsabilidad de usar la evidencia fuerte, los datos duros que sustentan los cursos estandarizados de reanimación que se modifican cada dos o cinco años, más allá de eso es difícil pronunciarse al respecto de estas investigaciones”, consideró para este rotativo Acosta Arreguín. (María Fernanda Navarro para Proceso)

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