martes, 30 de diciembre de 2014

diciembre 30, 2014
Pedro Echeverría V.

1. La discusión acerca del capitalismo, el socialismo y el anarquismo –aunque ya se registraba con principios muy generales- se desató desde principios del siglo XIX, después de la Revolución Francesa y sus resultados. Primero los anarquistas proudhonianos, luego los marxistas y sus seguidores demostraron que el capitalismo (con su liberalismo “social” o de libre competencia) es un sistema socioeconómico totalmente injusto que sólo beneficia a una minoría de explotadores y, por ello debe ser combatido; más adelante marxistas y anarquistas, aunque combatieron juntos contra el capitalismo, tuvieron que confrontarse porque los primeros querían construir un Estado proletario transitorio y los anarquistas veían peligroso cualquier tipo de Estado.

2. El Estado capitalista es un gran poder creado por las clases dominantes, por los hombres más poderosos, por una minoría, para someter al pueblo formado por el 90 por ciento de la población. El Estado es el gobierno, el ejército, la marina, los tribunales, las cárceles, la burocracia, la ideología trasmitida por los medios de información, incluso las escuelas. Los socialistas de Marx conocen bien al Estado capitalista y piensan que un Estado proletario, socialista, sería todo lo contrario porque estaría al servicio de la mayoría, del pueblo. Los anarquistas piensan que –cualquiera que sea el Estado sólo beneficiaría a una minoría que en nombre del partido, del gobierno, del pueblo, de los más capaces, sería el mismo aparato de dominación.

3. El capitalismo ha demostrado en sus más de 500 años de vida que ha sido muy benéfico para las clases minoritarias dominantes; por lo contrario, tanto en los miles de años del esclavismo y el feudalismo, así como en los que van del capitalismo la inmensa mayoría de la población (el 90 por ciento) ha sufrido pobreza, miseria y hambre. Eso lo sabemos un puñado de gentes, pero la mayoría de la población no se da cuenta porque la iglesia, los medios de información, la escuela, han logrado que la sociedad en general no se dé cuenta de esa realidad. Pareciera que la gente en lugar de pensar, de reflexionar acerca de su realidad, sólo repite lo que los medios e instituciones quieren que diga. Por ello el capitalismo lleva más de medio milenio de vida.

4. Que debemos destruir el capitalismo y enterrarlo para siempre es obvio y evidente; ¿pero con qué lo sustituimos? Desde Marx, Engels, Lenin, Trotski, Stalin, Mao, Castro, el marxismo en general, se ha concluido que los trabajadores deben hacer una revolución contra el Estado capitalista explotador para construir una sociedad socialista con un gobierno y un Estado de los trabajadores. El problema, por mil y una broncas, fue que a pesar de que no les faltó a los dirigentes voluntad y sacrificios, ni en Rusia, en el bloque oriental, ni en China, Cuba o Nicaragua, se pudo construir nada parecido al socialismo, si entendemos por éste la abolición del trabajo asalariado, la permanente desaparición del Estado y la sociedad autogestiva.

5. Los anarquistas: Proudhon, Bakunin, Kropotkin, Malatesta, Fabri, estuvieron siempre contra el Estado. Los dos primeros coincidieron con Marx, le tuvieron mucho respeto por su obra teórica, pero jamás dejaron de polemizar con él y oponerse a sus concepciones que consideraban estatistas. Los anarquistas pensaron siempre –con la experiencia de la Primera Internacional con Marx, luego con la Revolución rusa de Lenin, Trotski, Stalin, que las organizaciones y dirigentes fijos y “prestigiados” de un partido “proletario” se convierten luego en gobierno y Estado, para luego convertirse en burocracia dominante. Por ello los anarquistas son antipartido, antigobierno y antiEstado; luchan por un movimiento de masas que se autogobierne.

6. ¿Con qué sustituir el capitalismo? Los anarquistas no proponen un nuevo gobierno o un nuevo Estado; centralmente buscan el desarrollo de la conciencia de las masas en la permanente lucha social y, en eso proceso ir construyendo el “poder” o la “fuerza popular” que se haga cargo de la administración de las cosas. La Constitución capitalista o burguesa comenzaría a ser sustituida por los mismos trabajadores. ¿Acaso las fábricas, los bancos, las tierras, las escuelas, no pueden ser administradas y dirigidas por los mismos trabajadores, campesinos y estudiantes con concepciones colectivistas y muy lejos de la opresión capitalista? Obvio, estas batallas tienen que ser mundiales y nacionales, así como antimperialistas y toda la fuerza del pueblo.

7. El anarquista Ricardo Flores Magón en 1911, es decir, hace más de 100 años, ya ponía un poco como ejemplo que “todos tendrían que producir de acuerdo a su capacidad, colocar el producto de su trabajo en depósito para que todos se abastecieran allí de lo que necesitan”. Era claro para él que todos tenían la obligación de trabajar, que nadie se quedaría sin comer, que no habría ninguna burocracia parasitaria, ni partido, ni Estado que mande. Si bien el ejemplo es elemental en un México agrario de unos 12 millones de habitantes, es muy claro que puede haber una autoadministración de las cosas. México y el mundo se han súper desarrollado tecnológicamente, pero paralelamente los trabajadores de cada sector lo han hecho y no necesitan propietarios o directores. (28/XII/14)