lunes, 24 de junio de 2013

junio 24, 2013
ECATEPEC, Estado de México, 24 de junio.- Una bala en la cabeza, negligencia, falta de dinero e ignorancia le han cambiado la vida a Israel. Él era policía municipal de Ecatepec y mientras se encontraba trabajando recibió un tiro de arma de fuego que lo llevó al borde de la muerte. Ahora su familia lucha por sacarlo adelante. Desde el día del incidente Israel ya no puede valerse por sí mismo, las secuelas del disparo hicieron que el joven uniformado volviera a nacer, pues ahora depende de todos lo que lo rodean.

Israel Carmona Pedraza, de 32 años, trabajaba como policía de Tránsito en la Dirección de Seguridad Ciudadana y Vial en el ayuntamiento de Ecatepec. El 9 de abril de 2012 circulaba por la avenida Circunvalación, en la colonia Jardines de Casa Nueva, cuando se percató que dos sujetos asaltaban la refaccionaria González.


Al bajar de su patrulla y darse cuenta que iba armado, inmediatamente los dos ladrones se acercaron a él para enfrentarlo, por lo que Israel intentó desenfundar rápidamente su pistola; sin embargo, sus movimientos ya eran vigilados por un tercer sujeto, quien le disparó en la cabeza.

Una ambulancia llegó instantes después para auxiliarlo, al encontrarlo aún con vida inmediatamente lo trasladó al Instituto de Seguridad del Estado de México y Municipios (ISEMyM) localizado en la avenida 30-30, pero por falta de especialistas un helicóptero lo llevó a la misma institución de la ciudad de Toluca.

Ahí el diagnóstico fue tajante. Los médicos dijeron a Guadalupe, su esposa, que sólo tendrían que esperar muerte cerebral o un paro respiratorio, ya nada podían hacer por él. Una bala calibre .45 milímetros se había alojado en la parte izquierda del cerebro, el cual había quedado partido y con secuelas irreversibles.

Guadalupe no se conformó con esa idea y, ante la falta de intervención médica, decidió llevarlo a una clínica privada, donde lograron sacarle la bala. Para ello tuvo que conseguir casi 80 mil pesos, que hasta le fecha aún debe.

Israel logró vivir, pero la falta de recursos económicos hizo que después de 21 días su familia tuviera que sacarlo del nosocomio particular y llevarlo nuevamente al ISEMyM de Ecatepec, lugar en el que su salud volvió a recaer.

Al llegar, personal del hospital lo situó en un área poco adecuada para su recuperación, pues junto a él había personas con diferentes enfermedades, incluso infecciones en la piel. Israel estaba recientemente operado, por lo que sus parientes solicitaron una habitación más segura, pero ya era demasiado tarde.

En el poco tiempo que estuvo en un área común, al policía se le alojó una bacteria en el cerebro llamada seudomona y una en la boca denominada cándida. Por ello su familia interpuso una queja ante la Comisión de Derechos Humanos del Estado de México, misma que hasta la fecha sigue investigando los hechos.

El avance en Israel era nulo, su situación empeoraba cada vez más. Fue así que su esposa, madre y hermanos decidieron sacarlo de ese hospital y rehabilitarlo en su propia casa. Además, la institución jamás dio un diagnóstico que para ellos fuera certero, sólo dijeron que Israel tenía secuelas del disparo. No veía, no podía hablar y la parte derecha de su cuerpo había quedado inmóvil.

Cuando Israel llegó finalmente a su casa, Guadalupe quiso acercarse a las autoridades municipales para ver qué podían hacer por su pareja. “Mi esposo dio su vida en el trabajo, era justo que le ayudaran”, comenta.

Sin embargo, hasta la fecha no ha habido respuesta del ayuntamiento. La familia del uniformado no ha recibido un apoyo que le permita lidiar con los costos y padecimientos de Israel.

Lo único que Guadalupe pide es que le den una pensión para solventar los gastos médicos de su esposo y la manutención de sus tres hijos. Ella asegura que por falta de tiempo no ha solicitado asesoría legal para que alguien le diga cuáles son las cosas a las que tiene derecho, ya que el incidente fue por motivos laborales.

Entre las terapias de Israel, que son en un centro de rehabilitación en Tlalpan, la atención a los tres niños y el tiempo que invierte para conseguir dinero, Guadalupe ya está desesperada.

Y aunque Israel escucha muy poco, las palabras de su esposa lo hacen que varias lágrimas rueden sobre sus mejillas. Recostado en una cama el hombre logra exclamar algunas palabras. A pesar de que la falta de memoria lo hace repetir constantemente sus frases, él a diario pregunta a su familia si ya le dieron su pensión. Pronto, le responden.

Guadalupe también acudió a la dirección de Protección Civil para solicitar que una ambulancia del gobierno municipal lleve al policía a la rehabilitación. Pero dicho apoyo tampoco se le ha proporcionado. Ella corre con todos los gastos.

Israel Carmona Pedraza, adscrito al quinto sector de la policía municipal, sólo recibe cuatro mil 400 pesos quincenales, mismos que su pareja tiene que repartir a los diferentes prestamistas a los que ha recurrido desde el día del incidente.

Para vivir, vende zapatos y recibe dinero de vez en cuando de sus familiares. Entre medicamentos y los costos de rehabilitación ya no encuentra una salida.

“Ya no sé qué hacer, nadie me auxilia. Para ir al ayuntamiento necesito mucho tiempo y rogarles prácticamente. Mi esposo dio su vida y es injusto que no quieran ayudarnos. No tengo abogados pues no tengo cómo pagarlos. Estoy desesperada”.

Sus hijos también se han visto afectados. Jazmín, de 12 años, Tania, de 8, e Israel, de 6, han llevado parte de la carga por lo que le sucedió a su papá.

La más grande de ellos, hace manualidades para vender y así poder contribuir en los gastos de la casa. Los otros dos pequeños hacen lo que pueden. Al menos tratan de cuidar a su papá y hacerle compañía.

Y aunque son hijos de un funcionario, ellos no saben de becas, apoyos escolares, terapia psicológica, nada. (El Universal)

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