domingo, 4 de mayo de 2014

mayo 04, 2014
JMRM

Aunque promovida y comentada como la película sobre "Marcial Maciel y sus pederastas", Obediencia Perfecta aborda un tema mucho más profundo que la historia aislada de un sacerdote degenerado, sus cómplices, su orden corrupta y la protección que recibió de sus superiores en El Vaticano.

La cinta ficcionalizó algunos hechos, posiblemente para evitar ser víctima de las represalias jurídicas que vivieron los productores de Presunto Culpable en manos del podrido y vengativo sistema de "justicia" del Distrito Federal. Ángel de la Cruz es el nombre que recibe el personaje basado en el pederasta Maciel y los "Cruzados de Cristo" el de la polémica y desprestigiada Legión de Cristo.

El tema central de la cinta, como indica su título, es la obediencia.

Cabe aclarar que no se trata de una obediencia con el fin de que el sujeto (en este caso, un joven seminarista) sea una persona más sabia o virtuosa, sino con el propósito de someterla al capricho de la autoridad (el degenerado Maciel). Esta exigencia no es exclusiva de la Legión, ni siquiera del Catolicismo o la religión. Es un "valor" milenario impuesto por aquellos que mandan.

Se nos enseña, desde la más tierna infancia, que obedecer es bueno y virtuoso, pero no realmente porque sea lo mejor para nosotros, sino porque es lo que sirve a los intereses los poderosos, tanto a su ego como a sus arcas. Aparte de la amenaza (si no obedeces serás ejecutado / irás al infierno / acabarás en la cárcel / te repudiará la sociedad / no saldrás al recreo / tendrás que quedarte después de clases / etc.), se nos adoctrina para aceptar la idea, en sí irracional, de que hacer todo lo que nos exija la autoridad sin cuestionar es siempre bueno.

Este principio sirve al personaje basado en Maciel para abusar de los jóvenes seminaristas bajo el "cuidado" de su orden religiosa de las formas más grotescas: Desnudándolos ante sus compañeros, golpeándolos, haciéndolos llorar, pidiéndoles que les ayude a "aliviar sus dolores" estimulándolo sexualmente y, finalmente,  emborrachándolos y violándolos.

Ángel de la Cruz y sus subalternos hacen énfasis a los jóvenes recién llegados en que el peor pecado que un seminarista puede cometer es "hablar mal de un superior", de esta manera garantizando su impunidad. Quien haya sido regañado y castigado por hablar mal de un maestro o despedido por criticar a su jefe entenderá ese sistema a la perfección.

Juan Manuel Bernal interpretó al padre Ángel de los Santos, personaje que encarna la pederastia, drogadicción y despotismo de Marcial Maciel Degollado.

Uno de los jóvenes, tras ser víctima de abusos en manos del "amado padre", como le decían al fundador de la orden, llama a su madre para contarle los hechos. Ella se niega a creerlo y está convencida de que su propio hijo está mintiendo, porque los sacerdotes son autoridad y la autoridad jamás se equivoca, mucho menos cuando ésta viene de Dios.

El protagonista de la película acaba no sólo acostumbrándose al abuso, sino extrañándolo cuando éste termina. Él alcanzó la "obediencia perfecta".

Podríamos pensar que este problema es exclusivo de órdenes corruptas y putrefactas como la Legión de Cristo o de ambientes muy estrictos como escuelas de monjas o militarizadas, o bien que es un vestigio de la Edad Media, cada vez más remoto, pero algo tan simple como la existencia del trastorno de negativismo desafiante en el manual de psiquiatría (si no obedeces, estás loco) prueba que es una triste realidad que está muy lejos de ser erradicada.

¿Cuántos casos como el de Maciel quedarán en el silencio porque quienes saben al respecto "no quieren problemas" o temen pasar incomodidades por exponer la verdad? ¿cuántos abusos y ultrajes en seminarios, escuelas de monjas y sacerdotes, parroquias de pueblo, escuelas militarizadas y demás ambientes que se prestan al autoritarismo y la violación de los derechos del individuo se seguirán dando día a día porque "a la autoridad se le obedece y respeta, y punto"?