PEPE REPETTO IN MEMORIAM
Sé que no lo soy, pero me siento culpable. También siento rabia. A toro pasado, cualquier torero es bueno con el capote y la muleta. Lo mismo ocurre con el periodismo sin alma.
O para el actor que decidió ser villano sobre el escenario de la vida, porque alguien tiene que hacer ese papel o porque de esa manera se está a la estatura del héroe. Lo malo es que te vas y queda abierto el telón para el aplauso fingido, porque la mayoría sólo sabe ver el brillo del héroe, del protagonista, sin valorar al antagonista.
Me siento culpable porque lo vi venir. Sabía que ocurriría. Signo, síntoma, consecuencia. No hace falta ser médico para saber que, si se presenta el signo y no se atiende, vendrá el síntoma. Y si no se interviene a tiempo, sobrevendrá la consecuencia.
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| Hoy (21-IX-19) se cumplen cinco meses de la partida de este mundo de Pepe (Jose Manuel Repetto Menéndez) |
Al igual que yo, muchos lo vieron venir, en este mal llamado gremio donde la actividad nos une, pero los egos y los compromisos nos llevan por rumbos distintos aunque físicamente nos veamos cercanos.
A José Repetto Menéndez lo conocí menos de 15 años atrás. Inquieto pero con principios claros para ejercer el periodismo. Lo traía en su ADN, decía y yo no dudo que así fuese. Traía conceptos de periodismo Menéndez a la más vieja Old School.
Sorpresa, era autodidacta. Sorpresa mayor: con una cámara y su bicicleta, luego una moto, Pepe Repetto creó una de las mayores colecciones de fotografías y desarrollo urbano de Mérida en el siglo XXI. La prueba está en una red llamada Panoramio, en tiempos en los que el Facebook aún no superaba al Metroflog y los constructores y arquitectos incursionaban en sus propios foros o thread.
Como todo joven era inquieto y si a esto se agrega una dosis de audacia, eso lo llevó a no ser muy querido.
En lo personal, también enfrenté sus desavenencias cuando sintió el rechazo, pues pensó que no lo quise contratar como reportero de Notisureste cuando tuve un socio y la oficina estaba cerca de su casa, en el Centro de Mérida, cerca del ADO.
La realidad es que los recursos eran pocos y en vez de priorizar en periodismo o en reinversión de capital para la productividad, buena parte de los ingresos se diluían en la diversión del socio.
Así lo hablamos varios años después, cuando ocasionalmente nos reuníamos a tomar el café y aunque no puedo decir que fuimos grandes amigos (tal vez él, fiel a su estilo, ni siquiera me llegó a considerar como tal), puedo decir que la tolerancia, el respeto, pero sobre todo la pasión por el periodismo, hizo enriquecedoras esas charlas y algunas consultas por Messenger.
Luego, en mi etapa de director de un periódico, Repetto ya había entendido que era un alma libre, que no debía estar sujeto a agenda y horario.
Sobre las pláticas más recientes, quiero decir que Pepe estaba muy preocupado por todo el gremio, incluso con los que tenía diferencias muy marcadas. Lo digo porque es al único que escuché investigar sobre la entrada en vigor de la Ley General de Comunicación Social y lo que esto representaba en una eventual afectación o ataque gubernamental a la Libertad de Expresión.
Decía que ante la creciente ola de portales o ‘pagineros’ de redes sociales, era necesario diferenciar a quienes de verdad ejercían y vivían por y para el periodismo, pues al ser periodistas reales, estaban expuestos a ser afectados por la nueva Ley.
Repetto vivió la vida a su manera y planeó su muerte varias veces.
Hoy ya no está más. Se desconoce qué pasará con su portal Libertad de Expresión Yucatán, de los pocos que en los momentos en los que Pepe estuvo en capacidad, dijo mucho y tocó muchos intereses, sin miedo a decir la verdad y sin temor a enfrentar las demandas legales, muchas de ellas con dolo jurídico para tratar de acallar su voz.
Dije que no lo soy, pero me siento culpable. Lo vi venir (era obvio el cuadro de depresión) y al igual que muchos otros, no hice nada.
Hoy a los 31 años, muy joven, murió un Periodista. (22-IV-19)
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