viernes, 29 de junio de 2018

junio 29, 2018
Mariana Gómez del Campo / El Heraldo

Tenemos frente a nosotros uno de los procesos electorales más importantes de las últimas décadas, los ciudadanos elegirán no sólo al nuevo presidente de la República, sino que renovarán el Congreso de la Unión, es decir, 628 legisladores serán electos.

Este día representa el fin de una era en la historia de nuestro país pues anuncia el fin del gobierno más corrupto e ineficiente en años. Un gobierno que pese a contar con la buena voluntad de la oposición, echó por la borda la oportunidad de sacar a México adelante con las reformas que urgían a nuestro país.

En cambio, Peña Nieto le apostó a la impunidad movilizando a las instituciones del gobierno para cuidar las espaldas a sus cercanos y nunca dio señales de voluntad política para combatir el cáncer de nuestra nación: la corrupción. Hoy somos motivo de vergüenza internacional pues junto a Venezuela, un país destrozado institucionalmente y con una crisis humanitaria sólo comparable con la de un país en guerra, somos los dos únicos países donde el Caso Odebrecht, el monumento a la corrupción en todo el continente, no tiene un sólo personaje en prisión.

El PRI llegaba a las urnas en 2012 bajo la premisa de que ellos “sí sabían gobernar”; los seis años que vivimos demuestran que no sólo no supieron sino que no fueron capaces de responder a una sociedad que les dio la oportunidad de regresar al poder. Por ello, están a días de enfrentar la peor derrota electoral en 89 años de su existencia como partido, posiblemente sus bancadas asemejen en tamaño a las del PT.

Es un momento trascendental, elegiremos entre dos modelos que aseguran cambio. Uno, el de López Obrador, un político que si bien ha dedicado años recorriendo el país y que tiene un diagnóstico de las deficiencias del país, sigue sin explicar de qué ha vivido y cómo ha sostenido 18 años de campaña permanente. Hoy se encuentra en la incómoda situación de haber sumado en sus filas a personajes impresentables como Nestora Salgado de quien la CNDH ha resuelto que, pese a todos los huecos legales de los que se ha valido para justificar sus actos, sigue señalando que hubieron violaciones graves ,contra los derechos humanos de decenas de personas.

Por otro lado, tenemos una opción con la mira puesta en el futuro: Ricardo Anaya y el Frente. Es importante señalar que la coalición que lo apoya no es sólo electoral, sino que hay un proyecto común suscrito por los partidos que durante este sexenio impulsaron las reformas de la sociedad civil como la de una Fiscalía autónoma para darle plena independencia a la procuración de justicia; y ahora proponen un Sistema Nacional Integrado de Seguridad Social, más inversión y menos deuda, crecimiento con estabilidad y desarrollo social y humano desde la infancia. Hoy el mensaje es claro: tenemos que apostarle al voto útil, tenemos que transmitirle a vecinos y amigos que en nuestras manos está el poder de cerrarle la puerta al candidato más rechazado que es López Obrador. (29-VI-18)

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