jueves, 20 de julio de 2017

julio 20, 2017
Pedro Echeverría V.

1. Nunca, jamás, los trabajadores deben enfrentarse, pelear, contra otros trabajadores. Sólo sucede en el capitalismo salvaje cuando los grandes empresarios, políticos y magnates de los negocios –por intereses de poder- los enfrentan en las guerras y en las huelgas. Todos los trabajadores del mundo –para no morir de hambre junto a su familia- buscan donde haya trabajo e ingresos. Los trabajadores sólo tienen un enemigo: los explotadores, los opresores, los que les impiden vivir en paz y altos políticos que no gobiernan para ellos. Si los trabajadores identifican bien a sus enemigos y luchan contra él, ganarán todas sus batallas.

2. No sé si con ese grito “fuera, que se vayan los fuereños”, de trabajadores y pescadores de la villa de Dzilam González y del puerto de Dzilam Bravo, poblaciones del estado de Yucatán (La Jornada Maya) se reafirme el llamado “separatismo” con el que se ha identificado a Yucatán durante más de 150 años. Sin embargo no deja de ser una manifestación importante de inconformidad por las condiciones de falta de empleo, de miseria, de abandono, en que viven los campesinos yucatecos por parte de pésimos gobiernos dedicados casi exclusivamente a atender el turismo, los grandes negocios empresariales y comerciales, así como a ver sus asuntos personales.

3. Duele porque injustamente se la ha metido en la cabeza de los yucatecos que hasta la década de los sesenta eran felices con su chocolatito y su pan; pero al mismo ritmo en que familias de otros estados, particularmente jóvenes de la ciudad de México (los fuereños, los huaches y los chilangos) comenzaron a llegar, las cosas en el estado se descompusieron. Habría que decirle a los paisanos que las decenas de miles de yucatecos que hemos vivido en otros estados, particularmente en el DF, hemos recibido tratos muy amables en esos lugares. Pero lo más importante es que piensen y se den cuenta quiénes son los culpables de la miseria y el hambre.

4. Yucatán es una de las 32 entidades de la República y se tiene libertad para vivir donde la gente se pueda acomodar. No se puede culpar a otros trabajadores diciendo que los “delincuentes furtivos ya acabaron con todo: con el caracol, el pulpo, el pepino de mar, cuando se conocen las causas; además se complica más el asunto porque exigen que se vallan las personas que han venido de otras localidades del mismo estado y para ello piden la revisión de su credencial del INE. Creo que por la miseria del pueblo se ha acrecentado el descontento; pero éste debe tener muy claro quiénes son los principales culpables de su miseria y falta de empleo.

5. Leo por la prensa diaria que Yucatán es el estado con menos delincuencia y menos desempleo. Pienso que realmente –por cuestiones históricas y formación del carácter- es el estado más pacífico; pero “con menor desempleo” no me consta porque nunca me quedó claro lo que pasó con las 80 mil familias que dependían del henequén, las que fueron a trabajar a Cancún y a los EEUU. Pero tampoco sé cuál es el salario de los empleados del comercio ni de otros trabajadores muy bien escondidos por los empresarios, el IMSS y las instituciones del trabajo. Creo que es tiempo que el pueblo sea informado con datos reales y no inflados a propósito.

6. Estoy seguro que “la sangre no llegará al río”; que los yucatecos –aunque el desempleo y sus ingresos lleguen al extremo del hambre- como siempre debe ser, serán respetuosos con otros trabajadores igual de explotados y miserables que ellos. Pero esos mismos yucatecos que ahora protestan deben saber que la culpa de todo lo que nos sucede a los trabajadores de México, es el sistema de desigualdad que sufrimos desde hace siglos. Deben saber que hay que lograr la unidad entre todos los trabajadores de Dzilam, del estado, del país, para enfrentar a los que se aprovechan de nuestro trabajo buscando acumular gigantescas riquezas y altos cargos políticos. (20/VII/17)

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