domingo, 24 de noviembre de 2013

noviembre 24, 2013
Los primeros flamboyanes que florecieron en Mérida fueron los que sembró en Azcorra don Manuel Cirerol en 1876. Las semillas las trajo de La Habana don Félix Martín Espinosa.

Aunque no ha faltado escritor vernáculo que nos describa el idilio de una princesa maya y un guerrero itzá al pie de un flamboyán florido, este precioso árbol es originario del África Oriental, de donde lo llevaron los franceses a las pequeñas Antillas; de allí pasó a Cuba, y de Cuba a Yucatán. Por eso abunda sobre todo en los alrededores de Mérida y en las fincas cercanas y, hasta hace poco, no existía en ningún otro Estado de la República. Al contemplar su roja floración destacándose rabiosamente sobre el verde de las frondas, el poeta Javier Santamaría exclamaba entusiasmado: "¡No cabe duda, Dios es pintor!"

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