jueves, 13 de marzo de 2014

marzo 13, 2014
MÉRIDA, Yucatán, 13 de marzo de 2014.- A continuación, reproducimos una entrevista publicada esta semana en el periódico Por Esto!, donde Roxana Peniche Aznar expone detalles adicionales sobre su incidente en el restaurante 100% Natural de esta ciudad y el posterior trato indolente que recibió por parte de la empresa:

Visita a 100% Natural terminó en un infierno para Roxana
Esa empresa, con la mano en la cintura, no se hizo responsable

La vida de Roxana Peniche Aznar, de 46 años de edad, así como la de su hijo y familia, quedó marcada el 24 de abril del 2013 luego de que una veladora del restaurante 100% Natural incendió su falda y, en cuestión de minutos, le provocó graves quemaduras en ambas piernas y glúteos.


Peniche Aznar relató a POR ESTO! los hechos ocurridos aquel día y lo difícil que ha sido para ella recuperarse física y emocionalmente a fin de retomar paulatinamente su vida.

El hecho dejó en evidencia varias irregularidades que involucran a autoridades de los tres niveles de gobierno y a organizaciones de la sociedad civil, como la Canirac: falta de capacitación a los empleados; ausencia de un seguro de responsabilidad civil por parte del restaurante; otorgamiento de permisos por parte de las autoridades estatales, municipales y federales para operar un negocio sin las medidas de protección civil; negligencia de colocar veladoras en el piso.

—“Me achicharré. Mi falda larga se redujo a un pedacito de tela y me quedé en chones; y ¿sabes qué hicieron los meseros? Me contemplaron. Y la empresa ya me dijo en una carta que ellos no son responsables y que por venir de la familia de la que vengo me ‘ayudarían’ con 200 mil pesos. Las cosas hay que llamarlas como son, a mí no me tienen que dar ayuda de nada, me tienen que indemnizar y mi propuesta fue de 1 millón de pesos, pero la rechazaron. El siniestro en mi seguro contabilizó 5 millones de pesos desde el 24 de abril al 4 de diciembre, que estuve internada, a mí no me tienen que dar ayuda”, dijo de forma contundente.

Hoy el restaurante 100% Natural enfrenta una demanda penal por el incidente. Esta franquicia, como si nada, acaba de abrir otra sucursal en Altabrisa.

Después de 8 meses internada en la Clínica Mérida, con 59 entradas a quirófano, ardores insoportables en las piernas, reconstrucción con células madre y de su propia piel, Peniche Aznar ha vuelto a caminar, ha retomado su trabajo, asiste a sus terapias y trata de recuperar su vida, así como la relación con su pequeño hijo de 11 años, que se vio interrumpida durante 8 meses por su tratamiento.

Su vida se transformó en 15 minutos, que fue lo que duró el incendio de su falda y piernas hasta que se subió al auto, que ella misma manejó hasta la Clínica Mérida para pedir ayuda.

El relato de Peniche Aznar refleja la vulnerabilidad a la que está expuesta la sociedad, ya que aquí no existe una cultura por los seguros de responsabilidad civil –con todo y que lo exige la ley— y tampoco hay sensibilidad y solidaridad por ayudar; es por ello que ella exigió a las autoridades pertinentes extinguir las “velitas” que hoy están en la gran mayoría de los restaurantes y que en realidad “cada quien haga su chamba”, porque estos comercios operan sin extinguidores, sin capacitación al personal y sin la presencia de protección civil.

“Hago un llamado a las autoridades porque, ¿cómo es posible que una franquicia como 100% Natural opere sin un seguro de responsabilidad civil?, ¿cómo es posible que Protección Civil del Ayuntamiento no haga las revisiones pertinentes?, ¿dónde está la Secretaría de Salud al dar las licencias?, ¿dónde está la Secretaría del Trabajo y Previsión Social si no hay capacitación a los empleados cuando trabajan con fuego en cocina? ¿Dónde están todos? Porque ya abrieron otro restaurante, ¿de qué se trata? Si se supone que acaba de instalar el Gobernador el Consejo Estatal de Protección Civil”, cuestionó enérgica.

Exhortó a la población a tener un seguro de gastos médicos, porque su “segurito” -como ella lo llamó- es el que hizo frente a los gastos de lo que ha requerido y que la propia Aseguradora, que es Axxa, calculó en 5 millones, la más grande del 2013 por accidente.

Qué pasó

-¿Qué fue lo que ocurrió Roxana?, preguntamos.

—Fue el 24 de abril del 2013, que yo venía con mi hermana mayor, mi sobrina, mi hijo de 10 años y mi sobrinieto del Centro Loyola, habíamos ido a la plática de Roldán Peniche que se canceló porque estaba enfermo y pues ya vestidos y alborotados decidimos ir a cenar; al pasar por el 100% Natural, decido bajarme para ver si hay algo para los chiquitos, porque es un restaurante más bien con cosas integrales y cuando me bajo y pido el menú, debajo de la mesa de servicio, que era pequeña y rectangular, había una antorcha, una citronela, una veladora, como le quieras llamar, pero negligentemente y sin señalamiento.

El restaurante está ubicado al Norte (frente a Sam´s Club) y el aire bate; eran las 8:15 ó las 8:20 de la noche y cuando me dan el menú viene la corriente de aire, gira el fuego, alcanza mi falda y se prende; empieza en mi tobillo y sube y se llevó todas las piernas; con las manos tenía que ayudarme a bajarme la falda y pido manteles (porque cuando hay fuego necesitas que te arropen), pero los manteles nunca llegaron; para entonces ya todos se habían bajado del auto y mi hijo con sus manitas trataba de apagar el fuego, y mi hermana en la desesperación pide agua y lo que llevaron los meseros fueron 2 botellas de agua de 350 mililitros que no servían, lo que yo necesitaba eran los manteles.

El fuego me alcanzó todas las piernas, la quemada de la pierna derecha fue circular, todo, hueso y pellejo, esta pierna que ven está reconstruida y está engrosada por la fisioterapia y los injertos y las células madre.

Logro bajarme la falda, que era larga de elástico, pero cuando trato de sacar el pie derecho, pega el tacón de la sandalia con la pierna izquierda y al quemarse se va el fuego a la otra pierna; el zapato me protegió los pies, pero se me quemaron piernas, muslos y glúteos, tuve más de 9 úlceras en glúteos. 

Los meseros, lamentablemente, además de que hay una responsabilidad civil, contemplaron el incendio; fue impresionante, porque un restaurante de cocina maneja fuego y no había extinguidor, pero si había y no lo saben usar me lo hubieran echado y no es para personas, me habrían quemado más; no sólo faltó capacitación, faltó todo sentido común, solidaridad humana, aquí fue contemplación del siniestro. No es posible.

La Secretaría del Trabajo y Previsión Social debería revisar que estén los extinguidores y que estén cada 15 metros y a 1.50 de altura, con manual de capacitación y bitácoras de mantenimiento y que no haya velas o antorchas decorativas, porque además ellos tienen el riesgo enorme de que tienen palapa.

Esto me ocurre en el fondo del restaurante, del lado izquierdo donde está la mesa de servicio. Había dos señoras, una de ellas me dio su chal que me puse a manera de pareo, porque me quedé en chones, me quedé con un pedacito de mi falda carbonizada. Y si así está el pedacito de la falda, cómo están mis piernas; salió el gerente con cubetas de agua helada y para mí no había tiempo qué perder, y ante la ineptitud y la falta de humanismo, de capacitación, de responsabilidad civil, humana, social, yo tenía que salir de ahí y poner a mi familia a salvo, porque sabía que podía llegarme a los órganos o a los genitales.

Del incendio a mi auto, transcurrieron 15 minutos, calculo.

La adrenalina impone, porque yo estaba con mi hijo y mi sobrinieto de 10 años los dos, mi hermana que no maneja y mi sobrina que estaba en shock, así que manejé yo sola del restaurante a la Clínica Mérida con mi pierna derecha temblando, en un auto automático, y tratando que la chalina me tapara de la pana del asiento, que sentía que me quemaba.

Ni siquiera llegué a Urgencias, entré al estacionamiento, tomé mi ticket, cerré el auto, saludé al guardia y llegué caminando a Urgencias, donde fui valorada e internada hasta el 3 de diciembre pasado.

Entregué a mi hijo y me entregué al hospital.

59 entradas a quirófano

Peniche Aznar ingresó 59 veces al quirófano durante los 8 meses que estuvo en el hospital y relató que no hay la infraestructura, ni la capacitación para atender a quemados, quienes requieren de mayor atención.

“Quemarse, Dios quiera que nadie se vuelva a quemar como yo, porque quemarse es quemarse muchas veces, es hervir y hervir, no es un dolor, es un ardor, ese ardor es insoportable, es muy diferente y no hay nada que te lo quite, ni los narcóticos, no hay nada que calme ese ardor, es insoportable. Me atendieron los cirujanos y de ahí vinieron en total 59 entradas a quirófano”, recordó.

De las 59 entradas a quirófano, 30 fueron por lavado mecánico, que son lavados a las zonas quemadas para evitar infecciones y que son muy dolorosas; las otras fueron curaciones y aplicación de injertos.

Peniche Aznar tuvo que ser alimentada por 4 catéteres en la yugular y recibir 26 medicamentos diarios, no pudo ponerse de pie hasta el mes de octubre y sus evacuaciones eran un martirio y un peligro, por el foco de infección; por eso tuvieron que practicarle la colostomía, es decir, retirar el intestino y ponerle una bolsita externa para las evacuaciones.

“Yo, como la mujer biónica, traigo células madre que se trajeron de Barcelona y funcionaron en 55 por ciento; el resto se debió tomar de mi propia piel, porque mis 7 hermanos querían donar, pero no es posible, sólo mi piel y me quitaron la parte posterior de mis muslos como si fuera maquinita de jamón, fue muy duro para mí”, dijo.

Ardor

Uno de los mayores riesgos de los quemados son las infecciones porque la piel está expuesta todo el tiempo; otros son los sangrados y el riñón, pero los ardores constantes son una gran molestia, muy diferente al dolor.

“Todo el tiempo tuve infecciones, estuve en peligro inminente todo el tiempo; por ejemplo, un día tuve una hipotermia, otro día me empezaba a asfixiar. Mi expediente en la Clínica de Mérida es el más grande que hay, todos aprendimos, porque no se sabía cómo iba a reaccionar, tampoco había cómo secar mis piernas, porque se generaba la aguaza, las elevaban para secar como la carne en el mercado, porque no hay en Mérida clínica de quemados; tuve 9 úlceras en glúteos, y hacer del baño era un martirio”, relató.

Explicó que las úlceras se presentan en las quemaduras muy grandes, que comparó con los huecos o baches de la calle en la ciudad y generan mucho ardor.

“Volvía locos a todos allá, porque era un ardor terrible y se solidarizaron conmigo, pero no había cómo calmarlo, pedí que ya no me pusieran narcóticos porque no ayudaban, me daban náuseas, migrañas. Recibí 23 transfusiones de sangre, ya no es la sangre de Roxana Peniche, es la sangre de Mérida, Yucatán, y esto causaba reacciones. Finalmente el doctor Gerardo Peón expuso un medicamento en la Clínica de Mérida, un producto que se llama Oasis, que es para los diabéticos, es la sumocosis del intestino del cerdo, es un implante como papel de piñatas y me lo pusieron en las úlceras y fue una maravilla, porque pasé a la paz, cada semana era un implante diferente hasta llegar a la capa de la piel que es el epitelio”, contó.

Destacó que uno de los grandes atributos para su recuperación fue la alimentación balanceada que llevaba antes del accidente y el ejercicio que realizaba, ya que sentada frente a nosotros y relatando el incidente, no parecía que sufrió tan terrible pérdida.

Y también tener acceso a la tecnología, como las medias hechas a mano en Barcelona, España, que funcionan como un corset, pero para las piernas; son elásticas, gruesas e impiden el movimiento, pero su función es alisar las cicatrices de las quemaduras e injertos, lo que permiten que la piel luzca lisa; cada media cuesta 6 mil pesos y ponerlas lleva 30 minutos y son muy apretadas y es doloroso aplicarlas, pero alivian comezón y ardor y es termostato.

Familia

“Mi familia no me dejó sola un solo momento, su cariño, su solidaridad, todo el tiempo, constituyó mucho para esto, todos estaban al pendiente. Un quemado requiere más atención. La Clínica se portó muy bien, pero un quemado requiere mucha atención”, dijo.

Roxana se paró hasta el mes de octubre, pero se rozaron las heridas y se levantaron 2 injertos, la piel se aja, se abre, por lo que fue hasta diciembre que lo logró en forma definitiva.

Una de las mayores pérdidas para Roxana Peniche en estos 8 meses ha sido la relación con su hijo, que hoy está retomando paulatinamente, ya que el pequeño debió vivir con sus tíos, visitaba a su madre en el hospital sólo los domingos y se procuró que no viera sus heridas.

“Yo soy el todo para mi hijo, mamá y papá, todo y tuvo que estar 8 meses en casa de mis diferentes hermanos y cambió todo, nosotros íbamos a los Scouts, campamentos, convivencias, fogatas, cinéfilos los dos; hoy es impensable una piscina o la playa, no es posible, no me puede dar el sol, se cambió todo, pero ya estamos con la ayuda profesional para irlo recuperando, ha sido muy difícil.

“Mi familia me ha apoyado y van por él a la escuela y sus actividades, pero para él ha sido muy fuerte. Bloqueó el accidente, es un daño moral muy fuerte, se transformó todo”, reiteró.

Relató que para ir al Carnaval de su hijo en la escuela debió seguir toda una logística para estar presente en el momento en que su hijo salió, pero algo que era tan normal, hoy implicó más, pero que no se lo quiso perder.

Actualmente Peniche Aznar se moviliza y ya trota 1 minuto cada tercer minuto en la caminadora y es persistente en su recuperación porque asiste diariamente dos horas diarias en la Clínica de Mérida, primero como paciente interna y luego como externa.

Las fisioterapias consisten en ultrasonido, láser, pelota, toalla especial y ejercicios a caminar de puntas, de talones, flexiones, rampa, escaleras, desplantes, 15 minutos en caminadora.

“Ha sido una gran recuperación”, dijo.

100% Natural

La empresa no se responsabilizó de nada por lo ocurrido. Todos los gastos en los que ha incurrido Peniche Aznar han sido cubiertos por su seguro de gastos médicos.

“Con uno de los socios se trató de llegar a un acuerdo y no fue posible, reconoció que la gente no estaba capacitada y que el accidente era mucho mayor de lo que él y sus socios esperaban; pero hasta hoy, cero responsabilidad.

“Mi siniestro, mi evento, hasta el 4 de diciembre costó 5 millones de pesos; yo leí que Modatelas reclama 5 millones, que son daños materiales y la propuesta de la empresa es darme un apoyo de 200 mil pesos. Me reuní con ellos en enero y no ofrecieron nada; luego les hice una propuesta de 1 millón de pesos de indemnización y me respondieron con una carta donde me dicen que ‘no se sienten responsables’”, dijo.

Recalcó que ha pagado el 30 por ciento del coaseguro y ha incurrido en gastos y padece el daño moral de lo ocurrido; es por ello que interpuso una demanda penal contra la empresa que está en curso.

“Ellos tienen responsabilidad civil en este caso, sí son responsables y he salido adelante por mi segurito de gastos médicos mayores que tengo desde hace 20 años con suma de seguro sin límite; desde el año pasado el sector asegurador restringió las sumas aseguradoras y tienen sus límites”, acotó.

Agregó que se le ha cuestionado por qué hasta ahora demanda, lo mismo que su relación con el sector asegurador, en el que lleva trabajando 17 años.

“En la carta me lo dijeron: que por ser de una familia reconocida me ofrecían un apoyo de 200 mil pesos, eso no se vale, a mí nadie me tiene que dar ningún apoyo, a las cosas hay que llamarlas por su nombre; esto es indemnización, hay daños físicos, económicos y moral, ¿cuánto vale haber estado separada de mi hijo?”, cuestionó.

¿Y las autoridades?

Roxana Peniche Aznar se ha enfrentado a la falta de infraestructura en la ciudad para la movilización y atención, ya que no hay rampas, las calles no son parejas, no hay cultura de respeto, ni solidaridad.

“No hay conciencia, hay que estar en los zapatos para dimensionarlo; es necesario concientizar a la gente, porque no hay rampas, ocupan los lugares especiales en estacionamientos; a los lectores de POR ESTO! les diría muchas cosas: que todos estamos expuestos a lo que yo viví y que es importante que nos solidaricemos, porque la ciudad no está preparada para nada de esto. En el cine no hay rampa para subir a los asientos.

“Otra cosa que pediría es que se pugne porque se acaben las velitas en restaurantes y que exista conciencia de responsabilidad civil, porque nadie está exento de la responsabilidad civil.

“Y un llamado a las autoridades, porque, ¿cómo es posible que una franquicia opere sin seguro de responsabilidad civil? Puse una denuncia en Protección Civil del Ayuntamiento, porque son los que dan los permisos a los restaurantes y ni siquiera tienen una rampa decente, son tableros de madera con huecos, pero, ¿dónde está la Secretaría de Salud, la Secretaría del Trabajo, dónde están todos porque ya abrieron otro restaurante?”, dijo.

Convocó a la población a tener un seguro y a que se una para exigir que los servidores públicos hagan su trabajo.

“Hay que estar en los zapatos para ver las deficiencias que tenemos”, concluyó. (Verónica Martínez para Por Esto!)