sábado, 5 de septiembre de 2015

septiembre 05, 2015
Pedro Echeverría V.

1. Ningún centro de estudios, menos una universidad –donde en lugar de construir conocimientos de manera libre y reflexiva, se memoriza y se repite lecciones- puede servir más que para obedecer al poder. Los alumnos y profesionistas de una universidad –que se mantiene con el presupuesto que hace el pueblo con su trabajo- no pueden vivir como universitarios aislados e individualistas, sino como servidores sociales que devuelven a la población lo que ella invierte en ellos. Lo que se puede demostrar, por lo menos desde 1982 (dos años antes de iniciar su insignificante autonomía) es que la Universidad de Yucatán –al mantenerla como a otras aislada de los problemas socioeconómicos del país- funciona como una pequeña universidad privada aislada del mundo.

2. Fui alumno de esta universidad tres años, investigador dos años en el CIR Noguchi , profesor visitante y más 17 años profesor en las facultades de Antropología y Arquitectura, sindicalista y activista. Además escribí un libro: La Universidad de Yucatán (Interpretación histórico-Crítica) publicado en 1994. Después de 12 años de trabajar para el CCH-UNAM, mi experiencia es totalmente diferente y contraria a la que han difundido los rectores y demás altas autoridades de la UNAM y la UADY. Mientras en el CCH partíamos del pensamiento de Paolo Freire, Ivan Illich, A.S. Neill, el Libro Rojo de la Escuela, con el objetivo de que los estudiantes aprendan a pensar y decidir por cuenta propia y a construir sus conocimientos de manera crítica y comunitaria, en las otras escuelas se enseña a memorizar para presentar exámenes.

3. La universidad, como bien ha dicho el filósofo Leopoldo Zea, no solo forma profesionistas, científicos y técnicos, sino también hace manifiesto el sentido que tiene. En un instituto tecnológico se enseña cómo hacer bien esto o lo otro, pero la Universidad muestra el sentido de éste hacer, el por qué y para qué. Es la conciencia de este qué y para qué lo que hace que el universitario comprenda y asuma la responsabilidad del conocimiento adquirido y la relación social”. ¿No es acaso muy grave que los profesionistas salgan conociendo técnicamente su profesión (médico, ingeniero, abogado) y no conozcan el contexto socioeconómico de los problemas que determinan a sus clientes? Quizá por ello en vez de licenciaturas se trata de otorgar títulos de técnicos en curación, en levantar puentes y en memorizar leyes.

4. Una universidad no es para memorizar, recitar conocimientos, competir y ganar concursos. Una universidad es para pensar, razonar, crear ideas que ayuden a desenvolver o revolucionar a la comunidad. Casi todos los rectores de la UNAM fueron del PRI, así como los de la UADY: desde 1968 Barros Sierra venía de una secretaría de Estado; Soberón, Sarukan y Carpizo inmediatamente se incrustaron en secretarías de Estado y De la Fuente venía de la secretaría de Salud. ¿A qué llaman “Autonomía”? En Yucatán, desde el primer rector en 1922, Eduardo Urzaiz, formaba parte del gobierno, pero fue a partir de Álvaro Mimenza (el creador de la autonomía) que los siguientes rectores: Pazos, Godoy y Dájer, han tomado como simple escalón la rectoría para seguir haciendo negocios con la protección de los gobernadores.

5. En la UNAM el único que se salva en los tiempos recientes es Pablo González Casanova (rector 1970-72) –creador del CCH- que a los dos años fue obligado a renunciar. Lo importante es que él en lugar de integrarse al gobierno para hacer negocios se ha dedicado a cumplir con el papel de universitario profundizando en investigación y creando a su alrededor un fuerte equipo de investigadores. Hoy entre todos los rectores es el único que ha estado integrado a los movimientos sociales de crítica y reflexión. En Yucatán ni esperanzas en que alguna vez un universitario realice un trabajo sin cobrar dinero extra. Parece que aquí –como en todo México. No hay llenadera. ¿Cuál es ejemplo de universitario y de autonomía a seguir?

6. Los rectores de la universidad –después de muchas décadas de reclamos y manifestaciones no se ha podido romper- son designados por una veintena de notables llamada “Junta de Gobierno de la UNAM”. En la UADY los rectores son designados infaliblemente por el rector saliente en funciones. Formalmente se reúnen en el “Consejo Universitario” unos 20 directores de escuela y facultades nombrados por el rector, igual número de consejeros maestros nombrados por el director e igual número de consejeros alumnos seleccionados a conveniencia. Los 60, 70 u 80 –según el número de facultades o escuelas se reúnen en absoluto silencio –sin ninguna discusión o protesta- para depositar su voto según la consigna que reciben. Así ha sido desde hace 70 años.

7. La autonomía universitaria siempre ha sido un discurso profundamente vacío porque los gobiernos intervienen directamente en la selección de los rectores y de los grupos de poder en las universidades. Además de mantenerlas con el presupuesto público tienen instituciones como la ANUIES y la SEP que determinan planes, programas, asignaturas y reglamentaciones que obligatoriamente deben seguirse. Allí en los años 1972 a 1987 en las rectorías de mis amigos Rosalío Wences y Enrique González Ruiz –ambos con título burgués de “doctor” y luchadores sociales- los gobiernos de Echeverría, López Portillo y De la Madrid, le cortaron todo el presupuesto a la “Universidad Pueblo” porque rompía con el modelo de universidad capitalista y abría totalmente sus puertas a todos los estudiantes. (4/IX/15)