domingo, 9 de agosto de 2020

agosto 09, 2020
TEHERÁN, Irán, 9 de agosto de 2020.- El presidente afgano, Ashraf Ghani, ha decretado este domingo la excarcelación de cientos de criminales talibán. Es el último paso exigido por los Talibán -quienes lo habían acordado con los EEUU el pasado febrero- para arrancar un proceso de paz basado en un diálogo con representantes del Gobierno y de la sociedad civil. No fue una decisión fácil. La decisión llegó tras una recomendación emitida por la Loya Jirga, una asamblea consultiva que se reunió este fin de semana a las afueras de Kabul.

El encuentro tradicional, que reunió a cerca de 3.000 cabecillas tribales, líderes políticos y personas notables, tuvo momentos tensos. Durante el discurso presidencial, la diputada y activista feminista Belquis Roshan protestó en contra de liberar a los extremistas con una pancarta que rezaba: 'Redimir a los Talibán es traicionar a la nación'. Entre insultos de algunos de los asistentes, la mujer fue expulsada de la sala por las fuerzas de seguridad.

Una asamblea de la Loya Jirga.

Su indignación no es para menos. Salvo tímidas treguas, como la vivida recientemente durante tres días de la Fiesta del Sacrificio, los extremistas apenas han dejado de atentar contra las fuerzas de seguridad y los civiles, dejando un reguero de muertos y dolor. A la vorágine se sumó el Estado Islámico. Algunos observadores creen que actúa como subsidiario de los talibán para desviar las acusaciones en su contra. En consecuencia, parte de la sociedad civil rechaza dialogar con los responsables de tanto dolor.

Aunque incluso dentro del Gobierno hay voces contrarias al diálogo, Kabul está entre la espada y la pared. Sus violentos métodos frente a los talibán alimentan una guerra que solos no pueden vencer. Y las fuerzas internacionales ya le han dejado claro que su repliegue va a ser una realidad a medio plazo. El secretario de Defensa de la Casa Blanca, Mark Esper, ha dicho este sábado que para el próximo noviembre habrá "un número menor de 5.000" soldados estadounidenses en Afganistán.

Los planes de Washington, con los que Donald Trump quiere ganar una baza electoral, dejan a Kabul con pocas opciones más allá de continuar la hoja de ruta comenzada con las negociaciones EEUU-Talibán de Doha, completadas el pasado febrero con la firma de un pacto histórico: los Talibán, derrocados por una coalición internacional en 2001, se comprometían a mantener a raya a Al Qaeda y al IS, y a negociar la paz con el Gobierno afgano, a cambio de la retirada de tropas extranjeras del país.

Una de las condiciones para lanzar el diálogo entre los Talibán y una representación oficial afgana era la excarcelación de cerca de 5.000 prisioneros de los talibán quienes, a su vez, excarcelarían a un millar de fuerzas gubernamentales. Los segundos han cumplido; los primeros casi. Con 4.600 talibán ya fuera de prisión, muchos de los cuales han reengrosado las filas extremistas, quedaba por decidir el destino de los últimos 400. "Los más peligrosos", aseguró durante la Loya Jirga el Presidente, Ashraf Ghani.

"Reconocemos que la liberación de estos prisioneros es impopular. Pero esta difícil acción conducirá a un resultado importante buscado durante mucho tiempo por los afganos y los amigos de Afganistán: la reducción de la violencia y conversaciones directas, que darán como resultado un acuerdo de paz y el fin de la guerra", dijo el secretario de Estado de los EEUU, Mike Pompeo, en un comunicado coincidente con la asamblea.

Aunque las deliberaciones de la Loya Jirga no son vinculantes, su apoyo resulta crucial para que el Ejecutivo tire adelante ciertas resoluciones cruciales con suficiente cobertura política. "Para eliminar los obstáculos para el comienzo de las conversaciones de paz, para detener el baño de sangre y por el bien del pueblo, la Loya Jirga aprueba la liberación de 400 prisioneros, tal y como demandaban los Talibán", ha anunciado este domingo la asamblearia Atefa Tayeb.

Un proceso marcado por la incertidumbre

Según fuentes oficiales, cerca de 200 de los prisioneros que serán liberados han sido acusados de orquestar ataques contra sitios públicos, provocando la muerte de miles de civiles en los últimos años. Según datos de la Misión de Asistencia de la ONU para Afganistán, sólo en la primera mitad de este año 1.280 civiles han muerto en el país como consecuencia del conflicto armado, que cumplirá en breve 19 años. La mayoría de víctimas fueron resultado de choques entre fuerzas gubernamentales y talibán.

"Es una decisión amarga la de liberar a los 400 prisioneros talibán, pero lo hago para cumplir mi compromiso con la Loya Jirga. Ahora es cosa de los Talibán el aceptar la diversidad y el pluralismo y venir a la mesa. No queda ningún obstáculo. Soy consciente de los retos y de las incertidumbres también", ha dicho Ghani al anunciar la firma del decreto de excarcelaciones masivas. Según su predecesor, Hamid Karzai, el diálogo comenzará dos o tres días después de consumarse las liberaciones.

Lo siguiente, tal y como ha subrayado el Gobierno, está dominado por la incertidumbre. "Los Estados Unidos tienen intención de mantener a los Talibán comprometidos", ha insistido Mike Pompeo en su comunicado. Pero los extremistas, abanderados bajo su autoproclamado Emirato Islámico de Afganistán, siguen defendiendo principios contrarios a los derechos de la mujer, lo que preocupa a muchas afganas. Por otra parte, un pacto que estabilice el país, tras tantos años de guerra, se antoja vital. (Lluís Miquel Hurtado / El Mundo)

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