Fernando León Jacomino / La Jiribilla / Resumen Latinoamericano
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LA HABANA.- Si hay un periodista extranjero conocido y querido en Cuba es Ignacio Ramonet. Instalado en la preferencia de nuestros lectores gracias a la agudeza y el rigor de su entrevista Cien horas con Fidel, distribuida aquí en diferentes formatos y traducida a varios idiomas, Ramonet es además un experto en temas de comunicación social y uno de los autores que con más objetividad ha evaluado el fenómeno global de internet y su creciente penetración en nuestros países. Animados por conocer su opinión sobre diferentes temas de actualidad, aprovechamos su más reciente visita para sostener la conversación que ahora ofrecemos en exclusiva a nuestros lectores.
¿A qué se debe la incapacidad de la izquierda para seducir y mostrar su mejor cara al mundo e incluso a sus simpatizantes potenciales?
–Hace tres o cuatro años, en el marco de la Feria del Libro, Fidel se reunió con un grupo de intelectuales internacionales y cubanos. Después de escuchar diferentes intervenciones, entre ellas una mía, dijo: “Muy bien, ustedes han hecho el balance de la perversidad –para decirlo en otras palabras– del adversario, pero ¿cómo hacemos para que nuestra verdad circule? Esa es un poco la pregunta que tú me planteas, y que es mucho más difícil de contestar de lo que parece. Por ejemplo, la izquierda en general y la izquierda gobernante tienen una ética con respecto al discurso, en la que el razonamiento y la verdad son más importantes que la seducción. Esencialmente, en el discurso de la seducción, se trata de vender más una postura que un producto. Cuando se pone a una chica bella y parcialmente desvestida cerca de un automóvil, esa chica no es el motor mecánico del automóvil, esa chica no te garantiza que el automóvil vaya a circular bien, sin averías; sin embargo, eso hace vender más automóviles, o pretende vender más automóviles. En realidad, la publicidad moderna ya no vende el producto, sino una idea. Se nos vende más bien una idea asociada a cómo tú puedes mejorar tu identidad, tu valor en términos profesionales, sociales, y cuánto vas a mejorar consumiendo ese producto, en vez de decir que ese producto te va a producir tal o cual cosa mecánicamente, científicamente, etcétera.
Eso es el discurso de la seducción, y el discurso de la seducción lo enseñó muy bien el sociólogo francés Jean Baudrillard, teórico de la sociedad de consumo. En las sociedades que no se piensan como sociedades de consumo, el discurso de la seducción está menos desarrollado por definición. A veces se les llama discursos de la propaganda, específicamente de la propaganda política, pero siempre con las debidas restricciones sobre cómo hacer un eslogan político, una imagen política, porque a pesar de todo, la cuestión de la verdad o del impacto allí tiene más importancia que la seducción.
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Representante del pensamiento crítico acerca del actual escenario mundial de la Comunicación, Ignacio Ramonet analiza el papel de los medios como instrumentos de dominación y control social, limitados en su proyección pública y expresión plural por los intereses mercantiles dominantes. |
Entonces, primero hay como un hándicap que viene del hecho de que no se ha trabajado suficientemente en la seducción, y segundo también creo que existe la idea de que no se miente, ya que la izquierda parte del principio de que no se debe mentir y date cuenta de que estamos en la era de la post-verdad.