viernes, 29 de julio de 2016

julio 29, 2016
AUSCHWITZ, Polonia, 29 de julio.- El papa Francisco ha visitado este viernes el que fuera el campo de concentración nazi de Auschwitz-Birkenau, en Polonia, donde fueron exterminadas más de un millón de personas, la mayoría judíos. Durante una hora y media ha recorrido el campo en completo silencio, que solo ha roto para saludar a las autoridades polacas y judías, a diez supervivientes, y a otro grupo reconocido como "los justos entre las naciones", que arriesgaron su vida para ocultar y proteger a judíos. Sus únicas palabras públicas han sido las que ha escrito en el libro de Honor: "Señor, ten piedad de tu pueblo. Señor, perdón por tanta crueldad".

El Papa Francisco en Auschwitz. (ansa)

Poco después de las nueve de la mañana, el pontífice ha atravesado completamente solo la conocida entrada del campo bajo la inscripción en hierro forjado "Arbeit macht frei" (El trabajo os hace libres). Tras saludar al director del museo y del campo, se ha trasladado en un pequeño coche eléctrico al patio donde eran llamados los condenados a muerte. Allí fue donde hace 75 años el sacerdote polaco Maximiliano Kolbe se ofreció para morir a cambio de un padre de familia polaco que iba a ser fusilado.

Francisco I es el tercer Papa que visita el campo de exterminio. El primero fue el polaco Karol Wojtyla, en 1979. Juan Pablo II se encontró entonces con Franciszak Gajownizek, el hombre al que el padre Kolbe había salvado la vida. También Benedicto XVI hizo un recorrido por el campo en 2006, cuando dijo que este dejaba una tremenda interrogación: "¿Por qué, Señor, has tolerado esto?".

El Papa ha pasado cerca de diez minutos orando sentado en la penumbra y con la puerta enrejada a sus espaldas en la que fue la celda de Kolbe, que fue beatificado por Pablo VI en 1971 y canonizado por Juan Pablo II en 1982. La celda está en el bloque 11, donde se encontraban los calabozos subterráneos a los que eran enviados los condenados a morir de hambre y sed.

Tras besar y tocar con la mano uno de los postes destinados a los fusilamientos, el Papa ha encendido una lámpara de aceite frente al muro en el que ocurrieron las ejecuciones durante los años la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).

En un coche eléctrico que viajaba paralelo a las vías del tren de esa época, el pontífice ha llegado hasta el campo de Birkenau, el "Auschwitz 2", construido a unos tres kilómetros de distancia para que Adolf Hitler llevase a cabo la llamada "solución final" con la que pretendía exterminar a todos los judíos.

Alrededor de mil personas han podido presenciar como el Papa caminaba frente a las lápidas de mármol con inscripciones en los 23 idiomas de los prisioneros. El gran rabino de Polonia, Michael Schudrich, ha cantado en hebreo el Salmo 130, el De Profundis, que luego ha sido leído en polaco por el sacerdote de una ciudad donde toda una familia católica fue asesinada por ocultar judíos. Francisco I se ha encontrado con un grupo de 25 católicos que arriesgó su vida durante la ocupación nazi y ha hablado brevemente con cada uno de ellos. (El País)

Monica Bernabé, de El Mundo:

CRACOVIA.- Era joven cuando su violín la salvó de la cámara de gas. Aún no había cumplido ni los 30, cuando fue detenida junto a su madre y trasladada al campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau. Ahora, con más de un siglo -tiene exactamente 101 años-, regresó al mismo escenario de muerte, pero movida por la esperanza. Helena Dunicz-Niwiska fue una de las11 supervivientes del Holocausto que se reunió este viernes con el pontífice.

La anciana, que a pesar de su avanzada edad se mantiene completamente lúcida, fue obligada a formar parte de una orquesta que en el campo de exterminio tocaba para los nazis. Sus dotes musicales eran tan extraordinarias que llamaron la atención a los oficiales de las SS. La joven había empezado a acariciar el violín a la edad de diez años en la localidad de Lviv, en el oeste de Ucrania, de donde es originaria. Y desde entonces la música siempre acompañó su vida. Hasta el punto de conseguir librarla de la muerte.

En 1941 se creó una orquesta de prisioneros en Auschwitz. Su primer ensayo se llevó a cabo en la barraca número 24. Los nazis permitieron que los reclusos más duchos con los instrumentos pudieran tocar para que marcaran el paso del resto de prisioneros cuando se dirigían al trabajo, y también para que amenizaran las veladas a los oficiales alemanes las noches de los sábados y los domingos.

Helena formó parte de la orquesta de mujeres desde casi el preciso instante que pisó el campo de exterminio, en enero de 1943. Su madre llegó con ella pero no resistió las terribles condiciones: a los dos meses perdía la vida.

La violinista estuvo en el Auschwitz-Birkenau hasta enero de 1945, poco antes de su liberación por los soviéticos, pero no tuvo la suerte de presenciar la llegada del ejército rojo. Antes fue trasladada a otro campo de concentración. Esta vez en Alemania: Ravensbruck primero, y Neustadt-Glewe, después. Allí, por fin, fue puesta en libertad.

Helena vive en la actualidad en Cracovia y en 2013, con 98 años, publicó el libro 'One of the girls in the band. The memories of a violinist from Birkenau' (Una de las chicas de la orquesta. Las memorias de una violinista de Birkenau). Unas memorias que hoy, en pocas palabras, resumió al Papa.