MADRID, España, 14 de septiembre.- Elixir de longevidad, alimento, medicamento, desintoxicante, elemento dietético o afrodisíaco. Científicos en todo el mundo han confirmado y comprobado las maravillosas cualidades del yogur, un alimento básico, inventado hace más de un siglo por un búlgaro. Stamen Grigorov descubrió en 1905 la base científica de la producción del yogur, que se genera de forma natural al cuajarse la leche de oveja o, más común en nuestros días, la de vaca. El joven Grigorov era entonces asistente de la Cátedra de Bacteriología de la Universidad de Ginebra (Suiza). Tenía apenas 27 años cuando descubrió que una bacteria provoca la fermentación de la leche y con ello las cualidades provechosos del producto, que en Bulgaria se conoce como «kiselo mlyako» («leche agria»).
«Esta bacteria, en forma de palo minúsculo, sería denominada luego Lactobacillus bulgaricus», explica a Efe Daniela Yordanova, directora del pequeño museo del yogur búlgaro, ubicado en la aldea de Studen Izvor, cuna natal de Grigorov, a unos 90 kilómetros al suroeste de Sofía y muy cerca de la frontera con Serbia. Grigorov estudió e investigó en la Universidad de Ginebra bajo el patrocinio del bacteriólogo Leon Massol, quien rápidamente se dio cuenta del enorme talento de su estudiante. «La bacteria está en las hierbas que las ovejas pastan. Y eso se debe en gran parte a las condiciones climáticas favorables en nuestro país», cuenta la presidenta de la fundación «Stamen Grigorov» y nieta del científico, Yulia Grigorova.